Paco Arniz, durante la inauguración de la Exposición Taurina celebrada en Cádiz en el año 2000, que sería inaugurada por Rafael Román, a la sazón, Presidente de la Diputación Provincial.
Pescar el instante mágico en todo lo suyo y darle consistencia durable a lo efímero e irrepetible, no es que sea difícil, es casi un milagro. Si además, intervienen en él personas y animales, la cosa se pone todavía más complicada. Si a ello se une el tratamiento, con toda propiedad, de la anatomía, los gestos, los ademanes, las vestimentas y complementos y toda la parafernalia, el ambiente, el rumor, el misterio, que rodea un súbito y fugaz momento de gloria, se nos pone casi rayano en lo imposible. Habrá visto Vd. pintores y dibujantes taurinos (Ruano Llopis, Marín, Juan Lara, Humberto Parra...) impresionistas, pero la rara avis es encontrarse con un dibujante de temas taurinos que roza en el hiperrealismo.
El hiperrealismo es una forma sospechosa de dar cuerpo a lo que se observa con la vista, tal cual es. Casi un retrato de al minuto, al vivo; una instantánea de un instante; un photo-matón a mano alzada. El hiperrealismo es sospechoso por el impresionante parecido con la realidad pintada. Del hiperrealismo es tanto más la sospecha, cuanto a lo efímero y fugaz de lo visto, se contrapone lo laborioso y detenido de su plasmación corpórea en una superficie blanca, plana, a la que se le sacan, a fuerza de ver y más ver, luces y sombras que son las que, al fin yal cabo, configuran lo visto.
De izquierda a derecha, un miembro de la Gestora Pro-Plaza Multiusos en Cádiz, Paco Arníz, Rafael de Paula -a quien se dedicó la exposición- y Gonzálo Córdoba, del Restaurante El Faro, en un día distinto a la inauguración.
El hiperrealismo es el resultado del ejercicio casi científico de la paciente observación para el artista y la suspicacia que barrunta sospechas del escamado que ve la obra acabada. El hiperrealismo es lo vivo pintado, tan al vivo, que es casi un equívoco buscado. Es el reto al original y al presentimiento de un presunto fraude a la vista, al compás y al son. El hiperrealista es una rara avis. Posiblemente un individuo sin alteraciones de carácter, de conducta plana, observador, minucioso, sin reloj, escamondadamente impecable. O a lo mejor no. Sea como fuere, ahí tiene a uno.
Una faena del diestro local José Luis Galloso, obra de Paco Arniz.
Es Paco Arniz que se ha profesionalizado en el planeta de los toros. Y se ha profesionalizado hasta el punto de tener en el bolsillo su carnet de novillero practicante. Para no ver los toros sino desde el ruedo. Cuando un toro sale por el portón de los toriles, es lo mismo que un lienzo en blanco o un papel impoluto. O al menos el torero lo mira así, como el pintor o el dibujante. Domeñarlo, ahormarlo, sacarle partido y hallar el resultado artístico de lo virgen es la meta del torero, del pintor, del dibujante. Que haya alcanzado esa gloria Paco Arniz, lo podrán Vds. ver. ¡Pasen y vean! Expuestos instantes mágicos, sin trampa ni cartón, libres de sospecha, obtenidos de ciencia propia, detenidos, ... (Texto: Luis Suárez Ávila).