De pie, de izquierda a derecha, en la superior, José Bononato Sáez, Rafael Felices Morro, Pepe Morillo León, Jacinto Cossi Mora, Luís Jiménez González-Nandín, el Presbítero D. Luis Bellido Salguero, Francisco Rábago Vea, Antoñito Sampalo “El Aceitunero”, Pedro Crespo Blanquer, Andrés Alarcón Cañones, Luís Fernández-Sanz Blanco. Los tres de la fila de en medio: Francisco Basallote, José Luís López Franco, Antonio Pineda Crespo. Y en la fila de los que están sentados en el suelo Enrique Rodríguez primo de Juan Luís de los Santos, Antonio de la Torre González, Guillermo Benvenutty, Alarcón, Manuel Barba y Juan Luis de los Santos. (Foto Colección Vicente González Lechuga).
Estamos en la década de los cincuenta del siglo pasado. En la casa de la Acción Católica sita en la calle Larga, cedida por su propietario Esteban Fernández Rosado. La puerta de la calle Larga era para los miembros de la Asociación y la de la calle Diego Niño para los aspirantes. El cura consiliario -con sotana y bonete- Don Luis Bellido Salguero; le acompaña a su izquierda su buen amigo Pepe Morillo. Bellido era coadjutor de la Parroquia de San Joaquín, conocido como el ‘Padre Bicicleta’ por usar este ingenio para desplazarse y por lo breve de sus misas, de escasos 20 minutos. Era Consiliario de Acción Católica. Cuando el cura fue destinado a la parroquia de San Dionisio (Jerez), Bellido le regaló la bicicleta a Morillo.
Al parecer, entre Acción Católica y los Congregantes pertenecientes a las distintas asociaciones pías juveniles de los Jesuitas, siendo su consiliario el Padre Díaz Urmeneta, existía algún tipo de enfrentamiento, fomentado por uno de los curas y no alimentado por el otro. Con la salida de uno de estos dos se fraguó la paz jugando un partido de fútbol entre los equipos de ambas entidades. Y es que, en aquella Iglesia se fomentaba, al igual que cualquier asociación participada por los hombres, el enfrentamiento y la competencia. Paz a los ausentes.