Escenario de "El Picnic" o "El Jalisco", debajo de izquierda a derecha: José Troncoso (Pete), Miguel Utrera, Francisco Ramirez (Koky). Arriba Juan de Dios Nogues y Julio Utrera, en 1963. (Foto Colección Francisco Ramírez Tallón).
En El Puerto, la inquietud musical de los hermanos Julio y Miguel Utrera creando el dúo ‘The Blue Boys’ enciende la llama de la música moderna a mediados del siglo pasado. Pero es con el grupo musical Los Radar’s con el que verdaderamente se inicia la historia del Pop en nuestra ciudad. En el patio de losas negras y blancas de la calle Cantarería núm. 17, nace un buen día del año 1959 el conjunto músico vocal Los Radar’s. Sus primeros componentes fueron los ya citados hermanos Utrera, Julio como cantante y Miguel como músico, José Troncoso como bajista, Juan de Dios Nogués a la batería y Francisco Ramírez ‘Koky’ a la guitarra. Más adelante también formarían parte del grupo en distintas etapas Ricardo Morán, José Cuevas y Lele Cárave. Bebían de las fuentes musicales que emanaban de una música desconocida que llegaba a la vecina Base Naval de Rota.
Los Radar’s se caracterizan en sus comienzos por los conciertos que daban a beneficio de las distintas entidades locales que requerían de algún tipo de ayuda para su subsistencia, como por ejemplo el Rácing Club Portuense. Colaboraron también en la construcción de la Parroquia del Carmen y San Marcos, así como en los distintos festivales a beneficio de la Cruz Roja que organizaba Dª Isabel Merello en los jardines de su casa, llegándose a codear con las primeras figuras del país que acudían a la llamada solidaria de la Vda. de Terry. A la par, se hacían con un nombre entre las distintas poblaciones de la provincia que no dudaban en requerir sus servicios para animar las ferias, saraos y guateques de la época.
"Los Remington" tocando en una fiesta popular en El Aiún (Sahara), el único componente de "Los Radar's" es Koky, los demás pertenecen a varios grupos españoles de fama en esa época que les tocaron hacer la "mili" coincidiendo con este porteño, el que está detras de Koky es Iñaki Salcedo, guitarra de "Mocedades", el batería tocaba con el grupo de Nino Bravo, el de la pandereta es Xoming cantaba musica folk. En la nótula de Koky se habla de aquellas vivencias obligadas en el Sahara. (Foto Colección Francisco Ramírez Tallón).
Feria de Jerez de la Frontera caseta "La Cabaña". Año 1966. (Foto: Colección Francisco Ramírez Tallón).
Su primera actuación como noveles tuvo lugar en el bautizo de uno de los hijos de Manolo Jarque ‘Chicharito’, el célebre masajista del R.C. Portuense, en la azotea de la casa en que vivían en la calle Fernán Caballero. Ahí todavía no tenían nombre artístico. El mismo les sobrevino yendo a tocar su primer concierto ‘profesional’ a la vecina población de Rota. Al rodear el recinto de la Base Naval, y con las dudas de presentarse sin un nombre que les identificara, Julio Utrera, el vocalista del grupo, se fijó en el gran radar que emerge del recinto militar, proponiendo a los demás componentes que tomaran el nombre de Radar, pero eso sí, con el apóstrofe anglosajón tan típico en este tipo de formaciones musicales. En esa actuación tocaron su personalísima versión de la canción No tengo edad de Gigliola Cinquett, ganadora del Festival de San Remo en 1964.
Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia, a la izquierda Ricardo Morán que sustituia a José Troncoso (Pete), en Los Radars. Año 1965. (Foto Colección Francisco Ramírez Tallón).
La particular Caverna (The Cavern Club) de Los Radar´s estuvo situada en el Pic-Nic (luego Jalisco), local situado en la calle Santa Clara, en donde además de ensayar y dar los conciertos de 9 a 11 de la noche de los domingos, tenían constituida su sede social. Ismael, su propietario, les cedía el local a cambio de que la peculiar pista de baile adornada con un anuncio de la bebida anti sed porteña ‘Refresco Volpa’, se abarrotara con el baile de los jóvenes de la época.
De la calle Santa Clara pasaron al recinto ferial de Crevillet, constituyéndose la singular caseta Tierra Mar y Vino en el nuevo local de ensayos y actuaciones. Fue Miguel Lobato el representante artístico que los llevó a casi todas las poblaciones de nuestro entorno. El sonido característico de este grupo denominado ‘de baile’, y la seriedad y profesionalidad que Los Radar’s daban a sus actuaciones, hacían que fuesen requeridos continuamente para animar las salas de fiestas de la provincia. Sus actuaciones en El Oasis y el Club Náutico de nuestra ciudad marcaron la juventud de multitud de portuenses.
Otra instantánea de Los Remintong en el Sahara, con el componente porteño de Los Radars. (Foto Colección Francisco Ramírez Tallón).
Tal era el éxito de las versiones que instrumentaban de las canciones más populares de aquellos años que, aunque actuaran en otras localidades, desde su ciudad natal se desplazaba un numeroso grupo de seguidores para asistir a los conciertos. En 1966 se pusieron de moda los festivales de conjuntos musicales consiguiendo destacar en varios de ellos. En El Puerto se hicieron con el premio especial en el ‘I Festival de la Canción Joven’ que se celebró en nuestra ciudad con la canción Viva el amor, que fue compuesta por ellos mismos.
Festival de grupos en Chiclana en el que Los Radars ganaron el primer premio. Año 1967. (Foto Colección Francisco Ramírez Tallón).
Fueron coetáneos suyos grupos con menor recorrido como Los Simbroni y Los Starfis, que junto con Blend’73, grupo liderado por Francisco Ramírez ‘Koky’, son el fiel reflejo de la inquietud musical de nuestros jóvenes por aquellos años. Su último local de ensayos estuvo en el Palmar de la Victoria, concretamente en una nave que les cedió la firma Firestone. Cuando tuvieron que abandonar este postrero refugio, se quedaron sin local de ensayo, y tras más de dos décadas repletas de ilusión por la música, comprendieron que había llegado el momento de dejar a un lado el micrófono de carbonilla, el esmoquin, la pajarita y la guitarra eléctrica, dando así carpetazo definitivo al proyecto que iniciaron en una calle del corazón del Barrio Alto, y que aún hoy día pervive latente en la memoria colectiva de varias generaciones de porteños. (Texto: Manolo Morillo).