De izquierda a derecha, Ana “Toti” Pérez, Carmela Bernal, Carmen Aguilar, Rosa Valiente, Francisca Pérez, Chari, Milagros Bernal y Gertrudis. 18 de Octubre de 1958. (Colección Encarni Pulido. Foto Rafa).
«Cada una de las vecinas ha sacado dos sillas, una para sentarse y otra para ponérsela por delante con el espaldar metido entre las piernas y enganchar con la perilla los hilos de seda color de oro que han de formar la malla. Lo primero es hacer el gorro, la parte que entra en el gollete de la botella, es la parte más difícil de hacer. Yo todavía no he podido aprenderlo, así que espero a que terminen uno para ayudar haciendo los nudos grandes que son más sencillos. Ellas en la perilla de la silla sujetan seis hilos de seda después de haberlos anudados por las puntas uniéndolos entre si de forma cruzada como si fuera una trenza, de esta forma se va formando el gorro muy compacto. Cuando una de ellas ha terminado el primer gorro, me lo da a mí y yo voy anudando las seis puntas entrelazadas unas con otras para formar los rombos grandes que cubren la botella. Tengo como herramienta, un billete de tren, esto es, un cartón de dos centímetros de ancho por ocho de largo, el ancho del cartón es la medida exacta entre nudo y nudo, de esta manera salen todos los rombos iguales y parejos. Cuando la tengo terminada, se prueba metiéndola en una botella de litro de Terry, se aprieta fuerte por la base y una de las mujeres da el visto bueno. Estas mallas se van uniendo en paquetes de doce para meterlas en una caja de cartón hasta que viene Cressi por ellas». Fragmento del libro “Tres días en El Puerto de María” de Salvador Cortés Núñez, “el Chigüi”. Año 2005. (Mas información de las Mallas de Terry en la nótula 151, “Soledad Peña y las mallas de Terry”).
Buenas tendríais más fotos , me gustaría ver a mi abuela y tías. Su nombre Milagros Navarro
Los rombos del gorro de la botella se medían usando una puntilla de unos 10 cms. de largo y unos 8 mm. de diámetro que llamaban "mallero". El despacho de Terry donde entregaban la seda y recogían las mallas ya elaboradas creo recordar que estaba en la calle Meleros, cerca de la esquina con S. Juan. Daban a las malleras las madejas de seda que se vieran capaces de transformar, cuyo peso (anotado y sellado en unos recibos) debía coincidir luego con el trabajo de las mallas terminado más los retales y hebras sobrantes. Se presentaban no mucho antes de Navidad, y la empresa, tras el pesado y comprobación de la calidad, les pagaba y les regalaba botellas de brandy y otros aguinaldos.
Las mujeres escuchaban radionovelas como "Ama Rosa" y "La orquídea" mientras trenzaban, y siempre olía a café y a veces a Anís del Mono. De vez en cuando llegaba el ditero e interrumpía la labor. Cuando no había con qué pagar la dita, se le despachaba con una copita de anís. "No vuelva hasta Navidad".
La tercera empezando por la derecha, es Milagros Martinez, que es la que falta por nombrar a pie de foto.
Un saludo.
nací en 1950 esta fecha me trae muchos recuerdos nací en la calle la mazuela en la casa del bicho, muy cerca se hacían las malla en concreto en la calle las cruces y son unos recuerdos muy gratos
felicidades por estas páginas, chapó!