Antonio Romero García, ‘Antoñón’, nació a finales de la década de los años 20 del siglo pasado y vivió en la Casa de la Aduana (antigua Fábrica de Arguardientes y Licores), teniendo su cuartel general instalado en el restaurante Guadalete; precisamente su puerta trasera daba al patio de su casa, todo ello próximo al muelle y Lonja Pesquera de esta banda. Fue un hombre honesto muy querido por la marinería que durante la época de esplendor de la flota llegó a tener bajo su dirección como guardián, al grupo más numeroso de unidades pesqueras. Falleció a la edad de 61 años, a finales de los años 80 del siglo pasado, casi al mismo tiempo que comenzaba a perder unidades la flota pesquera porteña. Pero su impronta y su boina todavía se recuerdan por la Bajamar de El Puerto. Al recordarlo, nos viene a la memoria, igualmente, otro gran experto guardián, Joselito “Baltasar”.
Mediados de los años 40 del siglo pasado en el Parque Calderón, a la izquierda ‘Antoñón’ y a la derecha Vicente Gómez Meseguer, Vicente ‘el Borriquete’ quien fuera patrón de pesca del recordado pesquero ‘Paco Rota’. Excelente lobo de mar que vivió muchos años en la Avenida de la Bajamar en la casa donde se encuentra en la actualidad el Bar ‘La Gaviota’, ultima enseña de lo que fue el sector pesquero de esta banda… No era nada extraño ver en el muelle pesquero a animales, como el perro que aparece en la fotografía. Este en particular tuvo que ser muy destacable. Hoy, las normas sanitarias prohíben que los animales deambulen por las instalaciones pesqueras, especialmente en la Lonja de Pescado.
EL NAUFRAGIO.
Su familia estaba relacionada con la mar. Su padre, Manuel Romero Castellano y su hermano Manolin, con apenas 9 años, perecieron ahogados en la barra en 1947, cuando navegaban en un bote en busca del jornal para la familia. Antoñón, que contaba con 18 años, poco pudo hacer por los suyos ya que de milagro salvó su vida, llegando exhausto a la orilla de esta margen del río. Pues resulta que antes de construirse los espigones de Levante y Poniente en la desembocadura del río Guadalete, obras que finalizaron en 1970, gracias al Ingeniero, don José Antonio Español Caparrós, la entrada de arenas que arrastraban las corrientes litorales y formaban la barra en la boca del río provocaba muchos accidentes y naufragios. Cabe recordar a las embarcaciones:. “Santa Inés”; “Josefa Caturla” ‘Ojos vedes’ y la última embarcación que se hundió “Santa Teresa” en la que murieron siete pescadores ahogados.
Antoñón rara vez refirió este triste acontecimiento, pero ello lo marcó de por vida prefiriendo desde entonces quedarse en puerto trabajando como eslabón de la cadena productiva de pesca pero sin salir nunca más a pescar, afrontando la situación y ayudando a su madre, Milagros García Cuadrado y a sus tres hermanas, evitando que pasaran mucha hambre y mucha necesidad.
GUARDIÁN DE BARCO.
Excelente profesional en tareas de guardia y custodia de la flota pesquera porteña anclada a puerto. La figura de guardián de barco la engrandeció ‘Antoñón’, sin ningún género de duda. No solo protegía los enseres de pesca y las pertenencias de los pescadores, sino que además estaba siempre presto a achicar para garantizar la flotabilidad del barco ante cualquier situación de inundación.
Barcos abarlobados en el antiguo muelle pesquero. Instantánea tomada el 2 de enero de 1976. (Foto Rafa) (Colección JMM).
Ágil y experto en pasar de un barco a otro cuando se abarloaban, seis y siete unidades, ocupando las márgenes de las dos bandas, casi rozándose en algunas ocasiones y en determinadas zonas.
Finales de los años 50 del siglo pasado. En la margen derecha del río, donde hoy están ubicado los aparcamientos de Bajamar, ‘Antoñón aparece en el centro de la fotografía con gorro militar y un grupo de compañeros de las empresas auxiliares de la pesca: Chabolero, cajero, mozo y dos niños allegados. El del centro, fila superior con boina, es Manolo ‘el Huevo’ que fue empleado de la Junta de Obras de Puerto.
Sin embargo, lo más destacable era la confianza que siempre tenían depositada en su persona los armadores y patrones de pesca a quién le delegaban, mientras iban a tomarse un refrigerio al Guadalete, Bar La Lucha, a la trastienda del Almacén Los Caballos de Nicanor, el cuidado de los lances de sus barcos (capturas de pescados y mariscos) cuando regresaban del moro o de ‘allá abajo’. Aquellas subastas en la Lonja, más próxima al pueblo, se celebraban a las 4 de la tarde y posibilitaba un trasiego constante de personas desde las primeras horas del día buscando un ranchito de pescado, propiciando que ‘Antoñón’ comentara “--que cantidad de primos y amigos aparecen cuando los barcos arriban a puerto…”
EL HABLA DE ANTOÑÓN.
Cuando las circunstancias lo permitían, ’Antoñón’ formaba parte de la tripulación de tierra allá donde fuera, no sólo con Manolito ‘el Cochino’, sino también con armadores y patrones de barcos, porque contaban con su confianza, discreción y, sobre todo, su saber estar. No era nada extraño verlo viajar a Madrid, Alicante, Calpe, en viajes de descanso o de trabajo a los astilleros, utilizando la jerga marinería y actuando de la misma manera que en su habitat natural, como es el caso que comenta ‘Vigía’ en la nótula de Manolito ‘el Cochino’: “llamaba a los semáforos boyas cuando iba con Manolito ‘el Cochino a Madrid, en el taxi de Carmelo”. Del mismo modo, por ejemplo, “Buen lance compadre”; “Vaya calamento”; “que pedazo de Popa”… Además, si las condiciones eran adversas: “Vaya enfangá”; “se me ha ido el pescado por debajo del plomo”; “llevo dos días sin escucharlo”; “cuidadito por estribor o por babor, proa o popa”, dependiendo por donde podía venir el peligro cuando ‘navegaba’ en tierra…
AFICIONADO CADISTA.
En vida fue un acérrimo defensor de los colores amarillos, su Cádiz de sus alegrías y penas. El ser aficionado al futbol era más que suficiente para entablar una conversación con ‘Antoñón’. Los más viejos del lugar todavía recuerdan las tertulias futbolísticas que se organizaban los lunes en el Restaurante del Guadalete.
Finales de los años 60 del siglo pasado, ‘Antoñón’ en la Cruz de los Caídos que se encontraba hasta hace poco en la calle Micaela Aramburu, en la plaza de Cristóbal Colón, enfrente de la Cruz Roja, con Juani Chico y Eugenio Espinosa Palacios, conocido por ‘Nono’ del Restaurante El Guadalete. Los tres tenaces defensores del equipo del fútbol gaditano. Se desplazaban al Ramón de Carranza a ver todos los partidos del Cádiz CF y no tenían desperdicios las tertulias de los lunes en el Restaurante El Guadalete.
A mediados de los años 70 del siglo pasado, Antoñón en la Feria de Crevillet, caseta de la Ostrea, con José González Narváez, Pepe ‘el Panadero’, propietario que fue de la Panadería La Pajarita en calle Cañas y Pozuelo, así como de los pesqueros “Playa de Valdelagrana” y “Hermanos González”. ‘Antoñón’ fue guardián de los barcos y persona muy allegada a la familia de Pepe ‘el panadero’. (Fotos: Colección Uchi Romero García)
(Textos: Antonio Carbonell López).