Fila de arriba, de izquierda a derecha: Francisco Domínguez Ramos, Enrique Gago García, del Bar Pescaíto; Francisco Ramírez Bermúdez, apodado ‘Mosqui’; Benítez, José Contreras López, ‘Ochele el de la Recova’ y Contreras, el taxista. Fila del centro: José Molina Benítez, José Zerola, Sánchez, Benjamin Lora Atalaya, de Muebles Pedregal, Guerrero, Rafael Sevilla López, trabajador de Bodegas Terry y concejal en los gobiernos predemocráticos, José Buhigas Guilloto, empleado de Osborne y actor aficionado. Fila de abajo: Cobo, Chaparro, Antonio Domínguez Ramos, Antonio Gallardo Carvia, conocido por ‘Castañero’; Esteban Caamaño Bernal, arrumbador, sindicalista y político; José Camacho Velázquez, Manuel Lora Atalaya, Cordero, Francisco Gutiérrez de Celis y Manuel Fernández. (Foto Rafa. Colección de Isa Lora Pedregal).
El domingo 29 de abril de 1984, el próximo miércoles va a hacer 25 años, un grupo de porteños que durante la Segunda Republica y Guerra Civil aprendieron a leer y escribir en el colegio conocido como de la Academia de Bellas Artes, --en el antiguo Convento de Santo Domingo y luego Instituto de enseñanzas con diferentes denominaciones-- se reunieron y tributaron un más que merecido homenaje a los educadores y enseñantes de aquellos tiempos difíciles de penurias y estrecheces. Los pocos supervivientes, octogenarios en la actualidad, pero con maravillosa lucidez recuerdan a doña Josefa, doña Inés, don Guillermo, don Sebastian, don Juan Wenceslao, don Antonio de la Torre, pero es la figura del maestro de escuela, don Salvador Adame Castro a quién encumbran cuando se refieren a sus peculiaridades y añoran sus enseñazas. Las edades de los supervivientes pasan de los ochenta: 85 años, caso de Enrique Gago García, 84 años Rafael Sevilla López,. 82 años, José Contreras López, Ochele el de la Recova y Antonio Domínguez Ramos. Los organizadores del acto fueron Benjamín Lora Atalaya, Rafael Sevilla López y José Contreras López.
Fotografía en el colegio de Bellas Artes, antiguo Convento de Santo Domingo, poco antes de la Guerra Civil, en la etapa final de la Segunda Republica. El maestro de escuela don Salvador Adame Castro en el centro de la fotografía con todos sus alumnos: Salmerón, los hermanos Arniz, Gabriel Cuevas Flores, Carrasco de la Bandera, los hermanos Villarrubia, Luis Gago García, los hermanos Valiente… y los 23 seleccionados por el destino: Francisco Domínguez Ramos, Enrique Gago García, Francisco Ramírez Bermúdez, Benítez, José Contreras López, Contreras, José Molina Benítez, José Zerola, Sánchez, Benjamin Lora Atalaya, Guerrero, Rafael Sevilla López, José Buhigas Guilloto, Cobo, Chaparro, Antonio Domínguez Ramos, Antonio Gallardo Carvia, Esteban Caamaño Bernal, José Camacho Velazquez, Manuel Lora Atalaya, Cordero, Francisco Gutiérrez de Celis y Manuel Fernández.
En la fila cuarta, de izquierda derecha, el niño cuarto con boina es Atienza, quien falleciera en la División Azul. En la fila de abajo, de izquierda a derecha, el penúltimo, flanqueado por Chaparro y Enrique Gago García, es Manuel Carrillo Lucero, con nótula propia en Gente del Puerto. (Foto Rafa de la Colección de Enrique Gago García).
Comentan que cuando D. Salvador Adame paseaba y transitaba las calles porteñas siempre se le veía leyendo algún periódico ó algún libro percatándose de todo cuanto ocurría a su alrededor, especialmente las travesuras de sus alumnos a quienes al día siguiente, en presencia de sus compañeros, corregía afectuosamente. Cordial, simpático y de extraordinaria calidad humana. Don Salvador Adame Castro hizo mas llevadero aquellos años calamitosos, siendo la razón que a estas alturas todavía añoren y viertan más de una lagrima cuando pasan por el Edificio de Santo Domingo.
Todos también recuerdan a doña Virginia Hernández López, quien además fue profesora de piano en la Academia de Bellas Artes entre 1923 y 1962… “… me acicalaron y condujeron a la Academia, en la calle Santo Domingo y entré por primera vez y para muchos años por su bonito patio, que mi retina conservó para siempre su forma, su escalera de madera, su salón de actos, sus clases, sus luces y mis oídos escucharon como una magia la campanita de llamada, acordes musicales unas voces de do, re, mi, fa, sol, inexplicables…” Juan Lara. “Mis Recuerdos”
En el mismo colegio se daba de comer diariamente a más de 100 niños. Un comedor inmenso y muchas necesidades por aquel entonces. Acudían niños de distintos lugares de El Puerto, además de los más necesitados que estaban en el colegio.
Recuerdan los últimos años de la Segunda Republica, pero con más claridad, es obvio, la Guerra Civil y conservan en su retina cuando los italianos llegaron a El Puerto durante la Guerra Civil. En la fotografía, las tropas italianas desfilando en la Plaza de Isaac Peral el 1 de octubre de 1938… (Foto: Colección Ramón Bayo).
Algunos de los alumnos del colegio de la Academia de Bellas Artes pudieron continuar aprendiendo en el Centro Católico, más tarde, Colegio de San José y San Estanislao, vulgo La Pescadería.
FRASES Y CITAS.
Rafael Sevilla López: “Gran Profesor, Gran Persona” en alusión a la figura de don Salvador Adame Castro”. “Niño que me está oliendo a pestiño” era la frase que en ocasiones decía don Salvador cuando no prestaban sus alumnos la debida atención en clase. Rafael recuerda que don Salvador “Era profundamente creyente”. “Vivía en la calle San Sebastian”
Antonio Domínguez Ramos: “Risa, penas, muchas calamidades y con nuestras chiquillerías contagiábamos e inyectábamos alegría. Era una manera de olvidar el hambre. Incluso nos quitábamos las alpargatas cuando jugábamos para que no se rompieran… “Me parto el pecho por vosotros para nada…” decía don Salvador cuando se enfadaba. “Nadie hacia nada, nadie se metía con nadie” cuando veían la imponente figura de don Salvador paseando, leyendo por la calle.
El bueno de Benjamin Lora Atalaya siempre preocupado por sus compañeros que nos daba todas las facilidades para comprar los muebles para casa ¡Cuánto lo recuerdo! ¡Que gran persona!”. Benjamín tiene nótula propia en Gente del Puerto, junto a su hija Isa Lora, con el número 105, en el Indice de Gentes de este Portal de Internet.
José Contreras López, ‘Ochele’: “Todos buenos maestros, pero don Salvador fue muy especial para nosotros” “Que pena los compañeros que se fueron prematuramente, uno de ellos cuando la División Azul, creo recordar que era Atienza, otros, mas reciente, nos han ido abandonando…” “Aquí estamos algunos de nosotros para agradecer desde el recuerdo todo cuanto hicieron por nosotros”
Enrique Gago García, el veterano del Grupo, 85 años, memoria prodigiosa: “Mi padre era de Benaocaz, mi madre jerezana, se conocieron en la Playa de la Puntilla y nacimos los ocho hermanos en El Puerto ‘el pueblo más bonito de España’. Nunca me gustó la política, pero tuve un compañero político, desde entonces, escucho… “Que recuerdos, mi amigo Benjamin, mis hermanos… a Don Salvador todos debemos gratitud, nos enseñó a caminar por la vida, leer, escribir y ser honestos”. Y añade “Antes de dedicarme a la hostelería fui pescadero y las cuatro reglas que me enseñaron en el Colegio de la Academia de Bellas Artes me sirvieron para trabajar por mi familia” concluyendo que “sería una alegría si me viera ahora don Salvador aquí, en el Bar El Pescaíto, con mi mujer, hijos y nietos que contento se pondría, pero seguro que lo está viendo… ”
Fotografía en una de las clases del Instituto Santo Domingo el domingo 29 de abril de 1984: Todos unidos, los 23 seleccionados por el destino con la hija de su maestro, don Salvador Adame Castro, Ana que aparece en el centro de la fotografía con el ramo de flores de bienvenida, acompañada de su esposo, Arana que trabajaba en la fabrica de Harina de la calle Postigo, entre ellos, el sacerdote Anastasio Pérez de Andrés. (Foto Rafa. Colección Enrique Gago García).
El homenaje y la convivencia de tan grata memoria se inició con una misa en el citado centro, celebrada por el sacerdote Anastasio Pérez de Andrés y continuó en el restaurante ‘La Goleta’ donde almorzaron y degustaron las exquisiteces ofrecidas por Juan García, el cocinero que vino de Soria, con nótula propia en Gente del Puerto. A los postres, Ana Adame, hija de don Salvador, recibió un ramo de flores, agradeciendo emocionada el reconocimiento a los maestros en general, y a su padre en particular.
La amistad forjada en la infancia fue el denominador común para que este grupo de arrumbadores, oficinistas, dependientes, marineros, agricultores, pescaderos, autónomos y pequeños empresarios, curiosamente, 23 alumnos seleccionados por el destino, como si se tratara de una maravillosa Selección, hizo posible llevar a su máxima expresión la frase: “Es de bien nacidos ser agradecidos”. (Texto: Antonio Carbonell López).