Pepe Mesa Ramírez, el Maestro Repostero, nació en la calle Cielos, 64 -frente al Asilo de Huérfanas- en la misma casa que los Sánchez Matabuena y los Sánchez Pacheco. Se distingue por “no tener un pelo de tonto”; un familiar suyo, tía abuela por la rama materna tuvo también alopecia, que era la madre de Pepe Ramírez “el Granaíno”, mayordomo de Javier Terry del Cuvillo. Durante los años que vivió en aquella casa de la calle Cielos, hasta los 18 años, siempre tuvieron un vecino, alternándose, gallego. Pepe es hijo único, hijo y bisnieto de republicano.
Pepe, con una par de años, en el patio de su casa. Fotografía tomada por Luis Sánchez Pérez.
Estudió, además del colegio de enfrente de su casa que no era precisamente un colegio de pago: el Asilo de Huérfanas como ya hemos indicado, en el Don Juan “el Cojo” con 8 años, al que recuerda con cariño. Pepe empieza a viajar desde muy joven pues con casi diez años la familia se va a vivir a las Palmas de Gran Canaria; al padre trabajó durante 2 años en una compañía norteamericana que hacía perforaciones petrolíferas en el Sahara. Allí estuvo en el Colegio de Santa Teresita de Jesús, con doña Georgina, en Ingreso y Primero y durante los 10 y 11 años jugó con los alevines e infantiles de Las Palmas. Vivían en el Barrio de Las Arenas, a 300 metros del Estadio Insular Canario.
Pepe, en el desaparecido Colegio del Asilo de Huérfanas, de la calle Cielos.
Vuelven a la península, a El Puerto con 12 años y entra primero en San Luis Gonzaga, durante un curso y al siguiente lo pasa en un colegio de la calle Ganado que se niega siquiera a mentar su nombre, para luego ingresar interno en los Hermanos Maristas de Sanlúcar de Barrameda, donde tendría como compañeros a otros porteños: Pepe Rodríguez Rendón, Quini Abriol, Juan y Paco Custodio, Miguel Moya Pinel, Manolín Herrera, entre otros, donde termina el Bachillerato Superior.
Pepe, en la Costa Brava, en Cap Creus (Cadaqués-Barcelona) del Club Mediterráneo.
EL CLUB MEDITERRÁNEO
Pepe empieza a conocer la hostelería a fondo con 15 años, pues durante los veranos trabajaba en el Cangrejo Rojo, donde, al terminar el bachillerato con 17 años entra a trabajar de forma continuada, pasando luego a denominarse Club Mediterráneo y se integra en la cadena del club de vacaciones.
Ahí empieza su periplo por España y el mundo como animador, camarero y hombre para todo, pasando por diversos departamentos y llegando a ser Jefe de Sección en varios Clubs. Primero a la Costa Brava, en Cap de Creus, Cadaqués (Barcelona), más tarde vendría Puerto Petro (Palma de Mallorca), Los Pirineos y luego Francia, Leysin (Suiza), Italia, Marruecos, Cerdeña, ... (En la fotografía, Pepe Mesa agachado a la izquierda, con un grupo de compañeros flanqueando a Carmen Flores, la hermana de 'la Faraona').
LEYSIN (SUIZA), CONOCE A SU MUJER
Es precisamente en Leysin (Suiza, en la fotografía superior) donde conoce a su mujer en 1972: María Ángeles , con quien tiene dos hijas, Rocío y María Ángeles, quienes les han dado un nieto cada una. Su mujer era una española residente en Suiza que había estudiado en la Escuela de Hostelería Suiza. En el Club Med de Leysin era gobernanta del establecimiento y continuará moviéndose a nivel internacional, en otros paises donde la cadena de Ciudades de Vacaciones tenía sus clubs.
CASINO BAHÍA DE CÁDIZ.
En 1975 se viene para España hablando cinco idiomas -lo necesario para desenvolverse en su puesto de trabajo en los servicios hosteleros-, contratado para la hostelería del Casino Bahía de Cádiz, ya que El Puerto había obtenido una de las primeras licencias de juego en nuestro país. El Casino se instala, mientras se terminan las obras de construcción del edificio que lo albergaría definitivamente, en el Hotel Fuenterrabía, propiedad de José Luis Kurtz Muñagorri. Cuando el establecimiento de Juegos se ubica en su emplazamiento actual, el Cátering de Alfonso se hace cargo de la operación de alimentación y bebidas del nuevo edificio del Casino, con Antonio Barrios como encargado general y Pepe Mesa de responsable de los bares del edificio. (En la fotografía, el desaparecido Hotel Fuenterrabía, en la playa del mismo nombre).
EL NEGOCIO DE LA REPOSTERÍA.
En 1979, Pepe se hace cargo, como responsable de sala, de la hostelería en la prestigiosa Discoteca Safos, en el Hotel Puertobahía. Con anterioridad su padre, que había terminado su etapa laboral en 1977 empieza a hacer la Tarta Imperial y el Tocino de Cielo y Pepe le presta su ayuda en los tiempos que le permite su ocupación principal, compatibilizando el trabajo nocturno con las mañanas, a raíz de un accidente de tráfico que sufrió su padre. Ahí empezó a buscar en los negocios de restauración hostelera los clientes para la respostería de su padre, que aparece en la fotografía de la izquierda, en una instantánea tomada en el Parador Fuenterrabía, en 1956, por una fotografa inglesa que ganó un premio en Londres.
Así que en 1979, hace ahora 30 años, “arreglan papeles” y nace la empresa familiar: su padre y su mujer, el propio Pepe y más adelante sus hijas y algunos operarios eventuales en fechas claves, la conforman. Sus productos se pueden encontrar lo mismo en Zaragoza (restaurante El Puerto de Santa María, con nótula propia en Gente del Puerto), como en restaurantes de Londres. En Andalucía en Córdoba, Málaga, Sevilla y en toda la provincia de Cádiz, especialmente en las dos bahías: la de Cádiz y la de Algeciras. Tiene varios distribuidores en Andalucía y en la actualidad está en fase de experimentación para la congelación de sus productos y una mejorar la cadena de distribución.
LA TARTA IMPERIAL PEPE MESA
También conocida como “la Tarta de El Puerto”, s una tarta creada en El Puerto en 1953 por José Mesa González, siendo Jefe de Cocina del Parador de Fuentebravía, y por la propietaria del mismo, Gloria Jiménez, inspirada en otra de características similares que se elaboraba en Argentina. Posiblemente sea de los pocos productos porteños que, con una antigüedad de más de 50 años, se crea aquí, se fabrica aquí y se sigue comercializando desde aquí.
Los ingredientes seleccionados que la componen, son: almendras, mantequilla, azúcar, huevos y licor de cacao. La tarta Imperial Pepe Mesa, ha querido ser imitada pero no lo han conseguido, tiene patente de composición y fórmula y posee patente de invención nº P9602403, y una tradición familiar de tres generaciones. (En la fotografía, la Tarta Imperial y los ingredientes).
OTROS PRODUCTOS.
Otros productos del Obrador de Pepe son que completan la docena son: Tarta Imperial de Chocolate Pepe Mesa, Tocino de Cielo, Flan de Huevo, Arroz con Leche, Natillas, Mousse (espuma) de Chocolate al Brandy de El Puerto, Mousse (espuma) de higo, Puddin de frutas al Pedro Ximénez de El Puerto, Crema de Queso con Tocino de Cielo, Crema de Yogur con Tocino de Cielo, Crema de Queso con Frutas Salvajes.
Pepe Mesa en el Camino del Rocío, con Carlos Herrera en 1994.
ROCIERO SIEMPRE.
Pepe Mesa es un rociero de los tradicionales y atípico a un tiempo. Se le entiende todo y opina sobre el fenómeno de El Rocío y sus circunstancias, como es él, sin pelos en la lengua. Amigo del periodista Carlos Herrera, fue con él en las primeras veces que cruzó por Doñana y ha estado en sus programas lo mismo que en los de otro gran periodista: Jesús Melgar.
Pepe Mesa, en El Rocío, interpretando unas Sevillanas en un bautizo rociero. A la derecha el policía local Andrade.
Y es que Pepe fue monaguillo desde pequeñito en San Joquín, cuando, en 1959 se refunda la Hermandad del Rocío, participando en los oficios religiosos celebrados en la Iglesia de las Capuchinas (hoy Auditorio Municipal anexo al Hotel Monasterio), con el presbítero Don José María Rivas. Se haría hermano de La Flagelación con Ramón Bayo, Antonio Díaz y Caamaño.
Pepe, con su caballo 'Bolero' en la aldea de El Rocío. (Foto Bellido).
La primera vez que va al Rocío, de pequeño, con 9 años, tuvo que hablar el cura de San Joaquín con su padre, que no se atrevía a dejarlo. Luego volvería, tras sus periplos por el mundo y, durante su estancia en Matalascañas, trabajando como Maitre en el Hotel Tierra y Mar, hace la peregrinación los años 1974, 75 y 76. Con la Hermandad de El Puerto asiste desde 1979 hasta la fecha, aunque algunos años hace la promesa de hacer penitencia y de no ir a ver a la Señora. Por cierto que su quinto caballo, el actual, se llama “Bolero”.
En la fotografía, de izquierda a derecha, Estefanía Salas, Rafael Ángel Moreno Naval, Nazaret Cala, Antonio 'el Alemania', Aroa Cala, Juan Antonio 'Sopa', Manolito Albaiceta y Pepe Mesa, antes del ensayo general del Festival Benéfico del Rocío, celebrado en agosto de 2008.
EL FLAMENCO Y LAS SEVILLANAS.
Pepe afirma que su afición por el cante flamenco y las sevillanas vienen de sus peregrinaciones al Rocío. Al no haber en esos sitios y por el camino aparatos de pick-up, tenía que cantar a viva voz y así año a año preparaba algunas sevillanas hasta contar, en la actualidad, con un considerable repertorio. Pepe borda las sevillanas y se atreve con las rumbas, el tango, fandangos...
Actuando en el Festival a Beneficio de El Rocío, el pasado agosto de 2008.
Recibe clases de flamenco en la Peña de las Hermanas Cala, en concreto de Nazaret Cala y en estos días ha estado aprendiendo saetas, participando el pasado Viernes de Dolores, 3 de abril, en la Exaltación de la Saeta. También ha participado en dos cursos de flamencología impartidos por la Universidad de Cádiz en los campus de Cádiz y de Jerez. Es un entusiasta colaborador de cuantas asociaciones y entidades benéficas necesitan de su concurso, donde siempre encuentran en Pepe su comprensión y apoyo.
La letra es de Rafael A. Moreno Naval y la música e interpretación, de Pepe Mesa.
Por experiencia vivida digo que la tarta imperial no es una idea del Sr. Mesa sino de Doña Gloria Jiménez, propietaria del Parador de Fuenterrabía, emprendedora y repostera. A mi casa la llevó en diversas ocasiones para agasajarnos. Mesa habrá introducido elementos como el Cacao Pico, pero la receta original era de Doña Gloria que quizá la trajo de cuando anduvo por el sur argentino. Repito: lo digo porque lo viví, no invento nada.
Orgulloso de ser amigo tuyo. Eres el mejor
algun di dareis algunos de lo ingredientes de la tarta imperil
hola pepe, yo tambien me siento orgulloso de que tu seas del puerto, hemos echados algun que otro buen ratito con el equipo del troncho, pero me hubiese gustado echar algunos más, nunca es tarde e igual tenemos la opotunidad de hacerlo, un abrazo, manolin
Pepe:al de la calle ganado.no lo menciona nadie.
Yo te tengo envidia,vives como quieres y eres tú.
Un abrazo.
Miguel
De cuantas cosas me entero en estas páginas,de mi Puerto. A Pepe Mesa lo conozco desde que nacíó, hasta que me fuí a vivir fuera, su padre fué el mejor cocinero que pasó por el Puerto, al menos en esas fechas, también trabajó en el Resbaladero, cuando el Resbaladero era el Resbaladero o sea lo más de lo más.
Su madre era una persona estupenda,una modista con un arte que cuando pienso los vestidos que me hacia, la mayoria de su imaginación ó de un papel dibujado, a cosido a varias familias del Puerto a parte de la mia.
A mí me hizo desde el vestido de Primera Comunión, hasta el de Bodas, me acuerdo todavia mucho, de Angelita mi costurera, ya sé que falleció hace años,un beso Pepe, soy Conchi, la hija de Soledad,hace muchos años que no te veo y te saludo, voy poco por el Puerto. Un abrazo.
La Srta que está en la foto con vestido malva se llama Estefanía de profesión Maestra de Escuela, estuvo dando clases en el Infantil del C.P. José Luis Poullet.
TARTA IMPERIAL
Sunday Life A sweet story from Russia to Spain to Manila
LOVE LUCY By Lucy Gomez Updated February 15, 2009
A foodie’s discovery: Author Lucy Gomez with Juan Carlos de Terry, owner of Terry’s. The recipe for the Tarta Imperial Rusa (below) is practically endangered. Only two people know the original recipe: one is in Makati, the other in Cadiz, Spain.
This is sweet. And quite precious. It is almost like a love story.
Long ago and far away there existed a nutty, sugary treat so grand it was always served to the czars and czarinas of Russia. Made of fine ingredients — like the best cognac, almonds, lovely premium butter, fresh eggs and sugar — it was a virtually unrivalled indulgence to be had at the end of every meal, and perhaps even during the meal. It was called the Russian Imperial Torte or, when it got to Spain, Tarta Imperial Rusa.
How it got to Spain, don’t ask anymore, I do not know and no one can say for sure. What’s important is that it did get there, and thank heavens for that because it eventually found its way to the Philippines. Yes, it is here, but that is getting ahead of the story. For the moment, let’s stay in Spain.
In the 1940s, there was a famous restaurant by the beach in Puerto de Sta. Maria, a small village in the province of Cadiz called Parador de Fuente Bravia, owned and operated by a certain Gloria Jimenez. The restaurant was so famous that a lot of French people frequented the place and it was always featured in French magazines. During the dictator Franco’s time, Gloria Jimenez would often be tasked to fly and cook for him, usually to make some special fish dish he was very fond of in addition to, naturally, the Tarta Imperial de Rusa that she was known for doing so well.
Now comes the really good news. Gloria Jimenez happens to be the aunt of Juan Carlos de Terry, fondly called JC by all, owner of Terry’s here in Manila. It could have been earlier but JC says he was a boy of about five or six years old when became aware of the presence of the Imperial Torte in their home. His mother would prepare it often in their kitchen. As if that was not enough, a chef who worked under his aunt also ended up working for them eventually. Naturally, the Tarta Imperial de Rusa was in his repertoire. JC cannot say for sure if his own mother got the original recipe from Gloria Jimenez herself or the chef who worked under her. Whatever the case, it was what it was: as if destiny decided that the integrity of the original recipe would be safe with the De Terrys.
I say that, and not entirely lightly, because with the passing of time the original recipe was tweaked a little bit here and there. As it went back and forth different kitchens at different times in different worlds, the unavailability of certain ingredients and inherent human resourcefulness (factor in, too, cost efficiency), made way for this and that ingredient in the original recipe to be either omitted and/or substituted for something else that “could work just as fine.” The almonds became cashews, or plain roasted peanuts sometimes (eventually it would and could also be macadamias and pistachios), the cognac easily became rum, the premium butter just margarine. That gave birth to what we popularly know now as sans rival and it all worked out fine, albeit in a different way.
But ignorance is indeed bliss (and never more so than in this case) and you can never really truly crave for what you have never tried. We all got along just fine and dandy with all the delicious sans rival cakes we have ever had the pleasure of meeting in our life. I was fine, I’m sure you were, too. We were not missing anything. Or so it seemed.
One fine night, over good food and wine and even better company at Terry’s on Pasong Tamo I met the Imperial Torte. The name intrigued me and while waiting for it to get to our table its history came tumbling out like a precious gold nugget. I felt like I had just stumbled upon a treasure! And we all did that night. It was great love at first bite for me, to say the least, and although I have felt this way quite a few times in the past — about a delicious pound cake, great chocolate chip cookies and mighty biscottis — I know, this early in my love affair with the Imperial Torte, that it will be forever. This is from the original, unadulterated recipe, the way they made it for the czars and czarinas of Russia back then. How could I not have known about this when I have frequented Terry’s countless times in the past eight, maybe nine years? A virtual treasure right under the nose of a hopeless foodie like myself and I never even knew! Because I tend to order my favorites all the time, look what I’ve missed. Being a creature of habit does have its downside. All that is part of the past now, and the present is sweetly glorious. My sweet cravings will never be the same.
Unlike the sans rival, the Imperial Torte is not as sweet but it is nuttier, and somehow the layers are more compact. It is really, really delicious, with it richness and decadence, but it’s not nakakaumay. If fitting into my clothes wouldn’t be a problem, I would eat a great big slice after every meal, every day.
JC says the secret, really, aside from using only the best ingredients, is in the way the almonds are roasted and how the caramel is made. “That is everything,” he says. For New Year’s Eve I ordered a whole cake, about the size of a Macbook, but much, much thicker. It lasted less than a day — from New Year’s Eve till New Year’s Day lunch only.
It doesn’t take an Einstein to figure out why.
Here’s the thing. This recipe is practically endangered. It has been tugged and pulled too many times that no one knows anymore how to make it the good, old original way — that is, save for two. JC still does it in their kitchen right here in Manila at Terry’s, and the only other recipe still lives in Puerto Sta. Maria in Cadiz, Spain, courtesy of yet another guy who happened to work under the chef who worked for Gloria Jimenez. You get the picture.
This sweet dish has both history and a life. I love it.
There is absolutely nothing wrong with the sans rival cakes we know so well; they are delicious in their own right. But it just feels strangely so good, so delightfully yummy, to come so close and to have such easy access to the real thing, the one that started it all.
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For orders, call Terry’s, with branches on Pasong Tamo, Makati (844-1816), The Podium (638-5725), and Salcedo (889-3194).