La fotografía está tomada a principios de los años 50 del siglo XX, pasando bañistas desde la playa de “La Puntilla” hasta la playa de “Valdelagrana”. El bote se llamaba "El Quinto" y era propiedad de José Manuel Sánchez Carlé, de apodo "Manduco" (padre de los Hnos. Sanchez La O). Este bote fue de la Marina de Guerra y se usaba para que los quintos aprendieran a remar, de ahí el nombre del mismo. (Foto: Vicente González Bruzón, perteneciente a la Colección de V.G.L.)
Las barcas del Canal servían para trasladar a los veraneantes de una playa a otra. Por el módico precio de 0,50 cts. nos trasladaban a Valdelagrana después de la merienda, para ver las Carreras de Caballos, o bien se organizaba una excursión para ir a mariscar al río San Pedro. A mediados de los años 50 del siglo pasado, la playa de Valdelagrana estaba virgen, solo habia una ventita --"El Cepo"-- donde Juan Moreno preparaba la caza como nadie.
A comienzo del siglo XX, la familia Neto era la propietaria de los Baños; tenían unas casetas muy grandes para cambiarse de ropa y los baños en alto que se pueden ver en la fotografía superior a este párrafo. Después del baño, siempre custodiados por los bañeros, los de Antonio Neto, estaban los Jodar, Andrés y Juan quienes, además, eran mariscadores. Los bañistas sustituían la ropa de baño por el albornoz y los bañeros recogían los bañadores y las toallas de los cuartos y las tendían para secarlas; una vez secas, se guardaban en una talegas con las iniciales de cada familia para que, al día siguiente, se pudiera usar de nuevo. Esa era la misión del bañero, ademas de vigilar a los bañistas desde la orilla.
Barqueros en La Puntilla, al fondo, Valdelagrana. No están las escolleras o espigones.
Los barqueros retirados de la orilla vigilaban para que nadie se fuera lejos de ésta. La familia Neto: Leonardo Neto y Magdalena Oviedo, repartieron sus casetas entre sus hijos que eran todos carpinteros de ribera: Paco, Antonio Manolo y Leonarda Neto Oviedo. Luego estaban los primos del Bar Playa: "el Nono" y sus sobrinas “Yoya”, Lucía y “Titi”. Y otros primos, los Serrano, del «Bar lo Mellizos».
Existían, también, unos baños en «El Corribolo» que se llamaban de «San José», propiedad de la familia Lora; estos baños desaparecieron y las casetas fueron vendidas a los bañeros antiguos. Su hechura era peculiar: tenían dos cuerpos; uno con el techo recto delante y otro, a continuación, a dos aguas.
El Vapor de El Puerto (Adriano III) pasando por el Canal, las lbarcas en la orilla y las casetas junto al río, cuando no existían epigones en el Guadalete. (Foto Colección Centro Municipal Patrimonio Histórico).
Una vista actual de la desembocadura del río, con espigón y zona portuaria.
Otro bañero antiguo fue Paco Bononato. Tenía las primeras casetas junto al Canal, que todos los años se le inundaban con las mareas de Santiago. Además había casetas con ruedas para bajarla a la orilla ya que las señoras iban vestidas hasta los tobillos para el baño y tenian delante una pequeña terraza. Los días de toros, después del almuerzo y antes de la corrida, se paseaban por la orilla». C.F.G.S.