Juan de Mata, Expedito, Genaro del Cuvillo y Sancho (El Puerto 08.04.1898, Sevilla 16.09.1974) fue el primer vástago del matrimonio compuesto por los primos hermanos Don Carlos del Cuvillo y Sancho y Doña Dolores Sancho, hijos de dos rancias familias bodegueras. Por no se sabe qué razón, o si por enfermedad en edad menor, Juan de Mata perdió la cordura y terminó sus días en una casa de templanza en Sevilla, luego de haber sido un educado ciudadano y un tranquilo, curioso y simpático especímen. Ocurrió que, en edad nubil, conoció a una señora de Cádiz, con la que quiso contraer matrimonio, en contra de toda su familia. Diariamente, Juanito Cuvillo, como se le conocía, se acercaba a la Iglesia de San Francisco, donde, al fondo, estaba el confesionario del Padre Lambertini, S.J., al que le contaba sus cuitas amorosas y los pormenores de la oposición familiar. Día a día, como una gotera. Tan harto estaba el P. Lambertini, que un mal día, al acercarse al confesionario Juanito, le espetó: «--Juan, retírese o llamo a la Guardia Civil». Y acto seguido el jesuita le señaló una línea de losas de la iglesia que nunca debería traspasar. Detrás de esa línea estaba el confesionario. Y a la línea le puso Juanito "el Paralelo 38". (En la fotografía, Juanito Cuvillo, cuarentón. La fotografía pertenece a la colección de José Joaquín Sánchez Sena).
Pero su más íntima frustración era no haber sido Gobernador Civil de Cádiz. Le habían dicho que el nombramiento estaba al caer y que dependía tan sólo de una firma. Y Juanito preparó su discurso de toma de posesión que leía en alto, bien entonado, en todas las casas portuenses, donde tenía acceso y era muy querido, subido en una silla. En ese trance, Juan se transfiguraba, como aquel Loco del Pumarejo, o aquel Loco Amaro que pasaron por la vida dando sermones de pega y de cuyas historias han quedado escritos cronicones famosos.
Juanito tenía, aunque privado de razón, una cabeza bien grande. Sucedió que estaba Juanito sentado tras la cristalera del "Casino Portuense", como solía, leyendo el periódico, cuando acertó a pasar por allí una gitana que golpeó el cristal para pedirle una limosna. Juanito abrió el postigo de cristal para ver qué quería y la gitana, asustada, se apartó diciendo: --»¡Joé, gachó, que creí que el cristal era de aumento!» (En la fotografía, el altar mayor de la Parroquia de sAn Francisco, en los tiempos del P. Lamberini, S.J.)
Calle Larga, engalanada para las fiestas a principios del siglo XX. A la derecha tienda de limpieza de calzado, donde mas tarde se instalaría la zapatería de Roque y hoy hay una pequeña tienda de ropa; en frente, donde hoy está el 'Café di Roma', el Casino Portuense. (Foto Centro Municipal Patrimonio Histórico).
Por lo demás, la vida de Juan transcurrió sencilla y placidamente. En Sevilla yo me lo encontraba, a veces, de paseo, acompañado por dos cuidadores. Y yo lo saludaba y él me correspondía el saludo, afectuosa y educadamente, porque, en el fondo --y en las formas--, Don Juan de Mata, Expedito, Genaro del Cuvillo y Sancho era un señor. Luis Suárez Avila
Arriba, de izda a dcha. María Cuvillo Sancho, Juanito Cuvillo, María Sancho, Pepe Cuvillo, Rosario Cuvillo; sentados, Luis, María Pepa (Tiape) Carlos, Carlitos: sentados abajo, Lourdes (Tialu), Dolores, Carmen (Tiaca). La fotografía está tomada en el patio Santa Lucía, 35, casa desaparecida donde, en la actualidad se ubica Mercadona. La finca daba a tres calles: Santa Lucía, San Francisco y Pagador. (Foto Vanderman. Sociedad Fotográfica. Director: Luis Saus. Madrid. Cliché 2925. Colección de Rafael Merello del Cuvillo.)