Enrique González Párraga, -Enrique el de las Mariposas- nació el año 1929 en Málaga, el 19 de mayo, es decir que el año próximo cumple ochenta años, aunque vive en El Puerto desde los 23. Enrique se encuentra muy bien de salud, perfectamente cuidado, y con una memoria prodigiosa y preparada para los números. Como siempre. Aficionado y gran amante de la música, ha sabido y sabe tocar diversos instrumentos de viento: el acordeón y la armónica, entre otros. A Enrique todo el mundo lo quiere en El Puerto, es una persona amable, humano, que tiene siempre la sonrisa puesta y una verborrea apabullante: ¡cualquiera lo calla! y te inunda a cifras, datos, fechas, acontecimientos y sucedidos personales, familiares o del propio El Puerto.
Enrique González Párraga, Enrique the one with the Butterflies, born in the year 1929 in Malaga (although he has lived in El Puerto since he was 23), on the 19th of May, which means that next year he will be eighty. Enrique is very healthy, in perfect condition, and with an incredible memory made for numbers. As always, a great lover of music, he can play several wind instruments: the accordion and the harmonica, amongst others. Everyone in El Puerto loves Enrique, he’s a kind, humane person who always has a smile on his lips and who suffers from horrendous verbal diarrhoea: just try and shut him up! He’ll swamp you with figures, information, dates, incidents and personal or family events or those related to El Puerto.
La familia de Enrique tenía posibles, de hecho el padre tuvo una flota de camiones que, tras un accidente con un camión en el que hubieron víctimas mortales, tuvo que liquidar, así como diversas propiedades, para indemnizar a las familias. Ese fue el motivo por el que Enrique viene a El Puerto, con 23 años, desde Madrid, donde había hecho el servicio militar como voluntario en Aviación, en la Base de Getafe, a reclamar una vivienda familiar de su abuelo que resultó que ya no le pertenecía. (Avión en la Base Aérea de Getafe).
Enrique ha hecho de todo en la vida, con su título de bachillerato bajo el brazo, pero recuerda que vendimió en la viña y trabajó en Bodegas Caballero; hizo cursos del PPO, tanto de mecánico ajustador como de oficial de pintura de segunda, obteniendo la titulación, aunque él lo que quería ser es practicante. Dice una leyenda urbana que los problemas de “darle vueltas a la cabeza” le vienen por diversas relaciones con las distintas novias que tuvo, pero quienes le conocen cuentan -y el lo corrobora- lo que le pasó en cierta ocasión, por una cuestión de cifras y números. Aquella vez que quiso estafar al fisco y falsificó unos billetes de lotería y por ello fue sentenciado en juicio sumario, a cuatro años de condena -cumplió solo dos en un psiquiátrico- y desde entonces anda “delicado” de las cosas de la cabeza...
Enrique, en el Bar Manolo, el 31 de marzo de 2007. (Foto Colección Carlos Pumar Algaba).
Su habilidad para las matemáticas y los números y la poca consideración -o la avaricia- de quienes mal le aconsejaron le llevaron ante la justicia y a partir de ahí, --ya con la mente “en otras cosas”-- a ser atendido, tras su paso por el Servicio de Salud Mental de la Diputación de la época, a estar recogido por las Hermanas del Hospital de San Juan de Dios y otras instituciones de caridad, como el piso asistido de la calle Nevería antes de vivir en su casa de la calle Santa Fe, con su perra “Susi” de diez años. Hoy, gracias a los programas de la Ley de Dependencia de la Junta de Andalucía, se encuentra perfectamente atendido por una señora que lo visita y atiende durante algo mas de tres horas diarias. Lamenta no haber podido profesar la orden franciscana, como quería su padre, «ahora podría ser como el Padre Angulo», sentencia, mientras continúa su paseo matinal por las calles de El Puerto.