¿Quién no se acuerda de aquel extranjero mollatoso, de más de dos metros, vestido con su traje regional, falda escocesa incluida, que llamaba la atención paseando por la Feria de Crevillet?. Y es que se recorría todas las Ferias del Sur, empezando por Sevilla. Y se las bebía todas, también. A Pepe el Escocés le escribió su biografía en dos partes el escritor y periodista Antonio Burgos: «Verdadera biografía falsa de Pepe el Escocés. I y II» En la fotografía, el Escocés, recibiendo una media botella de Fino Quinta en la Feria de Primavera de la década de los sesenta del siglo pasado. (foto Colección Miguel Sánchez Lobato).
Who doesn’t remember that foreign drunkard, almost six and a half feet tall, wearing his traditional dress, kilt and all, who stood out like a sore thumb at the Feria de Crevillet? He drank his way through all the Ferias in the South, starting with Seville. The writer and journalist Antonio Burgos wrote Pepe the Scotsman’s biography in two parts: “The Real False Biography of Pepe The Scotsman. I and II.” In the photograph is the Scotsman receiving a half bottle of Fino Quinta at the Feria de Primavera (Feria of Seville) in the sixties, last century.
«Según han determinado los más reciente estudios que el profesor doctor don Miguel Criado, profesor titular de Gramática Parda Hispalense en la Universidad de la Puerta del Arenal ha realizado en los fondos documentales del Legado Lucy Prescott existentes en los archivos de Casa Morales, el verdadero nombre de Pepe el Escocés era Johny Walker of Ballantines, y por parte de madre venía de la rama irlandesa de los O´Donnell (esquina a San Eloy), así como de la estirpe escocesa de los MacArena. Pues dichos estudios de Potrística Superior han venido a corroborar cuanto aventuraban algunos autores, hasta ahora sin el menor fundamento científico, pero ya plenamente demostrado por medio de la aplicación de la prueba del carbono 14 a medio kilo de cisco picón de la carbonería de la calle Zaragoza: que, aunque dicho Pepe y llamado El Escocés, nuestro personaje era cuarterón irlandés, cuchichí ulsteriano por parte de madre, miss Etelvin O´Donnell MacArena, descendiente de un jesuita exclaustrado del Colegio de los Irlandeses, que conoció a una cupletista del Teatro del Duque y se fugó con ella, aguas abajo del Guadalquivir, en el mismo barco donde don José María Blanco Crespo, dicho White, cogía el portante y la media manta camino de Cádiz y de Inglaterra, harto de los capillitas hispalenses. Miss Etelvin heredó el castillo que tenían en Edimburgo los MacArena, razón inmobiliaria y hacendística suficiente para que de ella, que era una viva estampa de Picio, se prendara Robert Walker, profesor de Gaita en el Real Conservatorio de Glasgow, ciudad en la que se casaron en los últimos años del periodo victoriano. (En la fotografía, descansando entre cajas de Fino Quinta junto a una nevera de Cruzcampo. Foto Colección M.S.L.).
»De aquel santo matrimonio por el rito de Casiodoro de Reina, fe que abrazó Miss Etelvin con igual fervor que la gaita de Mr. Robert Walker, nació en el mismísimo Edimburgo en 1890, el 18 de abril precisamente, un niño, que La Gaceta de Edimburgo calificó días después como un claro y robusto varón. Al ser sacado de pila en la catedral de Saint Mary, pusieron de nombre al niño Johnny. "Esto del 18 de abril en que ha nacido el niño me huele a Sherry más que a Kilmarnoch", dijo días después un hermano de Miss Etelvin, que le pegaba al Canasta Cream cosa mala. Los genes de Johnny manifestaron, al punto las raíces inísticas y tiopepísticas de los O´Donnell y de los MacArena más que de los Walker of Ballantines, pues mientras los otros niños de su edad se ponían la falda escocesa, Johnny quería que su madre se la hiciera de volantes, y un día lo sorprendieron ensanchando las alas de un viejo chambergo al MacAreno modo. Y mientras otros niños de su edad, en el colegio donde fue a aprender las primeras letras, se entretenían con recios juegos tradicionales escoceses, como el salto de la garganta del dragón, Johnny mostraba una clara predilección por exóticos entretenimientos, como el trompo, la billarda, al cielo voy y la caza de zapateros en los charcos. (En la fotografía el escocés, con todos sus avíos gaita incluída, camino de la Feria. Foto Colección J.M.M.).
»Ya era un mocetón hecho y derecho, y ya había aprendido a tocar la gaita como su padre, cuando los vecinos llegaban de los condados más alejados para oír las melodías que en su instrumento interpretaba, pues tocaba un ritmo llamado del Riá, pitá (riák piták en escocés arcaico), diciendo Let us go with the second cuando, hasta cuatro veces, lo repetía. Llegaron al oido de Lord Mayor de Edimburgo sus habilidades, y aquellas melodìas que en la gaita interpretaba, cual Blues Windows, I was married with a dwarf for laugh over a lot, Twenty Five Cents Pastilles of Soap y The Queen walk across Triana Bridge, por lo que, con carta de recomendación, lo mandó de educando de banda al Tercer Regimiento Ligero de Artillerìa of Scotland, donde estuvo a las órdenes del famoso Raphael the Brigade. (En la fotografía, la Caseta del Rocío en la Feria de Primavera de 1966, primer año en el que se traslada la Feria desde la carretera de Jerez a los terrenos de Crevillet. Foto Archivo Municipal).
»Oscura y remota, como el reinado de Witiza, es la vida de Johnny Walker of Ballantines, mal llamado Pepe el Escocés, en el periodo de entreguerras europeas, después que Su Graciosa Majestad lo creara Lord Ballantines of A Hundred Pipers por su gesta de la batalla de Verdún, donde hizo retroceder a los alemanes, aterrorizados con la sola interpretación del Hey, MacArena. Sábese que su unidad del Tercero Ligero de Artillería of Scotland coincidió en algún lugar del frente con el soldado Mr. Harry Jones, Papá Jones, primer entrenador del Betis, así como con Pepe Brandt, que había ido a hacer un mandado. Sólo se sabe de aquellos años que Pepe tocaba la gaita, a caballo, en todas las cofradías de la Semana Santa de Edimburgo, y que los chiquillos iban detrás sólo para oirle The Bells Ringers y On the skies balconies are rented. (En la fotografía, la Caseta del Club Taurino, en la Feria de Primavera de 1968), reproduciendo la Plaza de Toros. Foto Archivo Municipal).
»Cuando estalló el Movimiento, y dada su amistad con el poeta Roy Campbell, el mal llamado Pepe el Escocés se embarcó en un vapor de Ybarra en el puerto de Londres, dispuesto a incorporarse a los tropas nacionales como gaitero de la Banda del Tubero en el Tercio Virgen de los Reyes, donde era requeté otro poeta, Rafael Montesinos, para quien Campbell (que era más de derechas que los tirantes de Fermín Bohórquez) le había dado carta de recomendación, a fin de que los Barrau lo dejaran sentar plaza. Pero en el control de Rosal de la Frontera, por donde pretendía entrar a España tras desembarcar en Lisboa y venirse con una caravana de camiones Ford nuevos que traía para la 40 División el oficial de sastre Antonio Burgos Carmona, sargento de Automovilismo, Pepe fue rechazado por los veterinarios de la Remonta de Ecija por exceso de trapío. Volvió entonces a Edimburgo, donde continuó su brillante carrera militar, llegando al grado y empleo de Cantinero Mayor de los Reales Regimientos de Escocia, participando luego en la construcción del Puente sobre el Rio Kwait, en Objetivo Birmania, en el Desembarco de Normandía, y en otras batallas de la II Guerra Mundial tipo cartelera del cine Bécquer, porque Pepe se apuntaba a un bombardeo. (En la fotografía, casetas instaladas en la Rotonda de la Puntilla, en la Feria de Primavera de 1973. Foto Archivo Municipal).
»Pastelero encargado de la tarta era el famoso Conde de la Natilla, maestro del obrador de la Confitería La Campana y secretario del Marqués de las Cabriolas en la Peña Er 77. Por medio del pastelero conde que meterlo no pudo dentro de la tarta, Lord Ballantines pudo introducirse en cambio en la cerrada sociedad sevillana de la época, siendo aceptado, aparte de por los dichos marqués y conde, por la Marquesa de Morales, por el Barón de la Castaña, por el Marqués de Marchena, por el Duque de Quidiello y otros títulos ful del Reino, quienes no dejaban de convidarlo todas las ferias. Recaló mucho Pepe por estas tierras, y sonadas fueron las papas que se cogió, ora en El Rinconcillo, ora en El Consejillo, ora de caracolillo, como el café de las Cobo que se tomaba después de dormirlas en las literas de la caseta de Er 77. Fue nombrado entonces Comisionado General para España del Güisqui de Escocia, dedicándose en alma y corazón a desmentir la creencia, muy común en la época, de que el güisqui sabía a chinches. Suya fue la invención de la güisquería como institución cultural. (Foto Colección José Vilches Lacomba).
»También por influencia de Pepe, que convenciò antes a Ricardo Molina, fue que don Antonio Mairena, en su tarea de dignificación del cante, decretó con su llave de oro que los flamencos dejaran el catavinos y cogieran el ancho vaso del güisqui, lo que también hizo en Madrid don Manuel Caracol, que al punto siguió la doctrina de Pepe en materia de Buchanan. Poco se sabe empero de la muerte de Pepe el Escocés, que tanto lloró su compadre El Pali, quien llegó a proclamar, como Cronista y Trovador de la Ciudad que era, que Lord Ballantines murió queriendo a Sevilla» Y a todas las Ferias, entre ellas la de El Puerto, añado yo. En la fotografía, el Escocés, con salacof y ropa inequívocamente de su tierra, bailando por sevillanas en el interior de una caseta.
Yo me acuerdo de este hombre como si fuese ayer. En la Calle Ganado vivia mi abuela paterna frente a lo que es o era El Tarsis, pues al lado habia una tienda, lo unico que recuerdo es que vendian huevos y seguramente mas cosas, pero en fin, yo siendo de pocos años, me acuerdo estar dentro de esa tienda y de mirar como este señor pinchaba los huevos crudos y de una chupa, se los tragaba. Me ha dado tanta alegria de verlo, porque me lleva a mi niñez.
Yo recuerdo haberlo visto bailar en la Feria con Milagros Govantes. La pareja resultante era para haberla mandado a uno de esos concursos de baile de los que ponen ahora en la televisión...