Natalia Carbajosa Palmero, es natural de El Puerto de Santa María (1971), aunque sus padres son de Zamora y solo vivieron en El Puerto durante cuatro años. El padre trabajó en Bodegas Osborne y acá que se vino con la familia. Y acá que nació Natalia. Luego se fueron -dudaron si continuar en este crisol que es El Puerto-. Y es algo que Natalia lamenta desde siempre, aunque, buscando el mar, encontró como sustituto de su Atlántico natal el Mediterráneo de Cartagena, donde vive, trabaja, es madre y sueña con escribir para siempre.
Natalia Carbajosa Palmero, was born in El Puerto de Santa María (1971), although her parents are from Zamora and only lived in El Puerto for four years. Her father worked in Bodegas Osborne and came here with his family which is where Natalia was born. Then they left –they weren’t sure whether to stay in the melting pot that is El Puerto. This is something that Natalia has always regretted, although, in her search for the ocean, she has substituted her native Atlantic with the Mediterranean in Cartagena. She now lives, works, is a mother and dreams of writing forever in her new home in Cartagena.
Pero, en su descargo, hemos de decir que realiza esporádicas visitas a El Puerto. Natalia es Doctora en Filología Inglesa por la Universidad de Salamanca. En Cartagena es profesora de la Lengua Inglesa e incluso, ha sido tutora de dicha asignatura en la UNED. Pero lo que le gusta es ejercer como creadora, crítica literaria, reseñista y traductora y lo hace en libros, prensa y en diversas revistas españolas y extranjeras. También ha sido columnista de La Opinión de Zamora y participa, asiduamente, en festivales y actividades relacionadas con la poesía. ¿Para cuando una lectura suya en la Tertulia de Trasantié? Ha publicado diversos libros de poesía : Los puentes sumergidos, Pronóstico, Los reinos y las horas y figura en varias antologías poéticas, entre otras “Trazado con Hierro” un homenaje a José Hierro (2003). Es colaboradora habitual de las revistas poéticas Empireuma (Orihuela), Ágora (Murcia), Los Cuadernos del Matemático (Getafe), Baquiana (Miami), El Coloquio de los Perros (Almería). Ha hecho incursiones en la narrativa con Patologías (Cartagena, 2005) y escribe artículos periodísticos, literarios y de cine (ha sido colaboradora de la revista Versión Original). Otra faceta, tenía que tenerla, es la de traductora, en concreto de Hilda Doolittle y su Trilogía (Barcelona, Lumen, 2008), edición bilingüe con introducción y notas de nuestra amiga.
Pero, pasemos ahora a un plano literario que todos entenderemos como cercano, y leamos un fragmento de un relato corto (en la sección Poemario de esta misma web puede leerse una poesía suya inspirada en un puerto de mar), perteneciente a su libro Prosopoemas (Plaquette con siete poemas de Natalia e ilustraciones de Ermes Meloni. Milán, Signum Edizioni d’arte, 2007) Las comidas:
«El gazpacho, ese cáliz de verduras con que los dioses homenajearían al estío; los ingredientes ordinarios desterrados de su perenne reino de ollas (alubias, arroz, patatas), trasladados a un universo lúdico de fuentes ensabanadas en yogur o mayonesa, protagonistas de ensaladas que sólo un niño se atrevería a diseñar; el escabeche, la frescura del pescado eludiendo la boca obscena del horno; las frutas aguanosas, coloristas, frívolas y azucaradas, sin la sobriedad monocroma de sus compañeras de invierno. El verano es, sin duda, una fiesta en la cocina.»
Pascual García escribe sobre Natalia: "Su caso resulta paradigmático, pues no son pocos los autores que cultivan alternativamente el género poético y el cuento breve como si entre ambos géneros hubiera vasos comunicantes o algún rasgo común los uniera; y en efecto, así parece que sucede con la escritora que en estos últimos años reside en Cartagena donde desempeña su labor de profesora de Universidad. En el cuento y en la poesía hallamos la brevedad y la intensidad como notas predominantes, un río lírico que surca subterráneo con frecuencia en las historias que cuenta el narrador y para el que no le es ajena su experiencia lírica.[...] El sentido del humor y la rebeldía campan a sus anchas en estas páginas en las que lo insólito se alía con la precisión del estilo: El día de mi cumpleaños bailé con Dios. Contra la hipocresía, la estulticia, las mentiras y la violencia se erigen estos cuentos de lectura amable y de fondo agridulce, que revelan el buen hacer de una escritora con futuro, bien dotada para las letras y de una excepcional sensibilidad."