
| Texto: José María Morillo
El martes 18 de marzo, de manera repentina, se apagó la voz de Daniel Bastida Monge (1968-2025) a los 56 años. Conocido por su aguda mirada sobre la actualidad y la cultura, Bastida dejó una huella que no olvidaremos en los medios de comunicación locales y en quienes lo leyeron y escucharon a lo largo de los años.
Formado en Turismo, Imagen y Sonido, y Cine, su trayectoria profesional estuvo marcada por una inquietud intelectual que lo llevó a trabajar en distintos medios audiovisuales y a colaborar en diversas publicaciones, aunque también tuvo esporádicos trabajos más prosaicos, para vivir. Su incursión en el Diario de Cádiz comenzó en otoño de 2006, cuando Francisco Andrés Gallardo le abrió las puertas de la sección de opinión local Bienteveo, donde su pluma incisiva diseccionaba la realidad portuense. Aquel fue solo un primer capítulo: Bastida regresaría años después con nuevas columnas y críticas culturales, siempre con su sello inconfundible.
Su pasión por la cultura --especialmente el cine y la música-- lo convirtió en una figura reconocida en El Puerto de Santa María. En Radio Puerto, dejó su impronta con un programa dedicado a la música en el cine, un ámbito que conocía con una profundidad envidiable, pues pocas personas de nuestro entorno podían hablar con tanta precisión sobre bandas sonoras y composiciones cinematográficas.
Desde 2015, encontró su espacio en El Puerto Actualidad con la sección Desde La Pasarela. Allí ofrecía una mirada reflexiva y, en ocasiones, mordaz sobre la actualidad local. Su blog homónimo, que llevaba en silencio desde enero de 2023, se convirtió en una especie de cuaderno de bitácora donde sus palabras flotaban como recuerdos a la deriva en la desembocadura del río del Olvido.
Hoy, su pluma reposa en el escritorio, el ordenador ha dejado de teclear, los micrófonos de la radio lo extrañan, pero su legado sigue vivo en cada línea escrita, en cada reflexión compartida y en cada melodía que alguna vez comentó con la pasión que solo ponen las entusiastas mentes privilegiadas que han habitado este solar porteño. El Puerto pierde a un observador incansable.
Descansa en paz, Daniel
Reproducimos a continuación los artículos de su primera etapa en Diario de Cádiz, en la sección 'Bienteveo', que fueron publicados en un blog de Opinión que la Delegación del Diario en El Puerto mantuvo, durante la segunda parte del año 2006.
Otoñal arboricidio. 04.10.2020
De rojo se tiñe el horizonte en los bellos y melancólicos atardeceres del recién estrenado otoño. Rojo era el color de las arenas de una playa desaparecida y que por tal peculiaridad era conocida por La Colorá. Rojo, con tono despectivo, es el calificativo empleado cuando se intenta ofender a todo aquel individuo o colectivo que intenta preservar de la amenaza urbanística a un patrimonio ecológico en peligro.
Si echamos la vista atrás, se reivindica una movilización como la acontecida contra el parking en la Plaza Peral, y la consecuente eliminación de su centenaria masa arbórea.
Rojo es el color del ladrillo que todo lo invade, y es el color de la marca de la sentencia a muerte de más de un centenar de pinos en uno de los verdes y escasos parajes que subsisten. El asunto de la tala indiscriminada de árboles en El Puerto va tomando ya tintes dramáticos que necesitan pronta solución.
El panorama es ciertamente turbio.
En un extremo, despiadados promotores inmobiliarios en una ciudad con un alcalde de emergencia que afirma evitará la tala de "algunos arbolitos" (sic), y en el otro, ecologistas que denuncian y que son amenazados por despecho.
Sin querer hacer más leña del árbol caído (nunca mejor dicho), pues mucho se ha hablado y opinado últimamente acerca del presunto 'arboricidio', Juan Clavero dixit, va siendo hora de que el pueblo llano tome la palabra y pase a la acción.
Ante esta deforestación masiva y extinción de su correspondiente biodiversidad, es necesario que todos nos impliquemos un poquito más, y alcemos la voz para que llegue a oídos de quien corresponda.
Ciertamente, la manifestación y la protesta no son características de nuestro pueblo, pecando en ocasiones de cierto conformismo e inmovilismo, por lo que resulta difícil cambiar de la noche a la mañana. La solidaridad colectiva es la respuesta ejemplar al conflicto.
Si echamos la vista atrás, se reivindica una movilización como la acontecida contra el parking en la Plaza Peral, y la consecuente eliminación de su centenaria masa arbórea.
Fíjense, en los últimos diez años y de un plumazo, se han eliminado 50.000 árboles en la ciudad; que se dice pronto.
Cómo está la cosa que a mí, particularmente, la simple acción de arrancar una margarita ya me causa un malestar y un sentimiento de culpa desasosegante.
En un poema irlandés del siglo VII, se dio una lista de los siete árboles jefe dentro del soto sagrado: roble, avellano, acebo, tejo, fresno, pino y manzano, que fue agregada a la antigua ley en las Tríadas, bajo la cual se exigía, al parecer, la pena de muerte por la tala ilegal. Más tarde, fue sustituida por la multa del pago de una vaca y se aplicó a reyes o jefes, poetas, músicos, herreros, carpinteros y dignatarios eclesiásticos.
Destino Marte 18.10.2006
A buen seguro que muchos aficionados a la astronomía habrán visitado la exposición Destino Marte, en la que se muestran datos acerca de la geología, condiciones e historial científico del enigmático planeta. A su vez, presenta numerosa información sobre las misiones enviadas a examinar la superficie marciana, con fotos de gran calidad y reciente ejecución. Un material de importancia didáctica y recomendable para centros educativos.
En nuestra ciudad es reconfortante ver que florece un interés por la ciencia, destacando la iniciativa del Grupo Astronómico Portuense y la presencia de aficionados como el impar inventor Luis Poullet.
Toda esta labor se debe a la persona de Oscar A. Rodríguez Baquero, director del Proyecto para el establecimiento del primer Museo Español del Espacio (Proyecto MEE). Estando pendiente de una ubicación definitiva, el proyecto cuenta con la aportación de diversas instituciones internacionales, y sobre todo, el inestimable apoyo del nivel de Miguel López-Alegría; el astronauta español con acento de Texas. Ojalá la propuesta tenga éxito y logre asentarse. Dónde mejor que en algún punto de la Bahía de Cádiz, un enclave que por historia y tradición marinera siempre ha mostrado interés por lo allende de nuestro luminoso cielo azul. Como muestra ahí está el Real Instituto y Observatorio de la Armada en San Fernando, centro neurálgico de la astronomía y meteorología.
En nuestra ciudad es reconfortante ver que florece un interés por la ciencia, destacando la iniciativa del Grupo Astronómico Portuense y la presencia de aficionados como el impar inventor Luis Poullet.
Volviendo a la citada exposición sobre el planeta vecino, permítanme que haga una recomendación para aquellos ávidos lectores que desconozcan de su existencia. Es un libro que leí hace unos años y que vino a mi memoria. Se trata de uno de los más bellos poemas jamás escrito en el género de la ciencia-ficción: Las Crónicas Marcianas. Su autor, Ray Bradbury se vale de la imaginación y pinta viajes en el futuro con la conquista y colonización de Marte tras la hecatombe nuclear.
Con tono elegíaco, la obra muestra la aniquilación de los marcianos, que al principio del relato son espantosos, pero merecen piedad cuando el exterminio los alcanza ante la venidera expansión del linaje humano sobre el planeta rojo. Anuncia con melancolía y con desengaño la victoria de la raza humana sobre los pobladores de un mundo de desiertos de vaga arena azul, con ruinas de ciudades ajedrezadas y ocasos amarillos y antiguos barcos. Libro extraño y hermoso que indaga en lo más transreal de la naturaleza humana.
Los 400 golpes
En la canción Otro ladrillo en el muro incluida en la ópera rock The Wall suenan proclamas como: "No necesitamos educación alguna", "ningún oscuro sarcasmo en el aula" o "maestros, dejad en paz a los chicos". Un himno contra el represivo sistema educativo.
La paradoja del asunto está en que quizá, en un futuro, algunos inadaptados, a su vez, víctimas de una vida familiar dura, logren ser alguien en la vida. Ya lo fueron Dalí, Edison o Truffaut.
Actualmente la situación es bien distinta. Ahora son los alumnos los que no dejan en paz a los maestros, y, además, les brean. Por las noticias que llegan a menudo, parece que las escuelas sufren una epidemia de actos violentos. En primer lugar se debería calibrar el grado de peligrosidad de lo que sucede en nuestros centros y que, hasta hoy, no es comparable al de los hechos acaecidos en Estados Unidos y en el resto de países de Europa.
Algunos exégetas hablan de un desmesurado conflicto en las aulas influenciado por la cultura actual y agraviado por la aparición de las nuevas tecnologías.
Sin embargo, salvo excepciones, la violencia escolar no es un problema de pistolas y navajas. Mirándolo bien se trata de un caso de indisciplina de alguna parte del alumnado unido al declive de la autoridad del profesor.
No obstante, esta situación ha existido siempre y perdurará mientras haya razones de convivencia o desigualdad social por lo que cabe preguntarse si está realmente justificada tal alarma social o es fruto de un tratamiento exagerado en los medios.
Notorio es el uso torticero que hacen los informativos de la moda denominada happy slapping, o sea, de las grabaciones en móvil de palizas y agresiones.
Mientras tanto el colectivo de la enseñanza ve en peligro su integridad física y se manifiesta reclamando protección. A muchos parece olvidársele que la violencia es un problema de la sociedad que se refleja en las escuelas y que éstas no están preparadas para solucionarlo. Falla el diagnóstico y/o faltan paliativos.
Sea como fuere, hay que evitar que la madeja vaya creciendo y mirarse en el espejo de gobiernos como el británico que promueve interesantes iniciativas.
Entre ellas están el enriquecer la formación del profesorado de zonas conflictivas, instaurar normas de funcionamiento interno y mejora de las relaciones entre las escuelas y los padres y reducir el número de las expulsiones permanentes y el absentismo.
La paradoja del asunto está en que quizá, en un futuro, algunos inadaptados, a su vez, víctimas de una vida familiar dura, logren ser alguien en la vida. Ya lo fueron Dalí, Edison o Truffaut.
Entre copas 13.12.2006
Tras la entrada en vigor de la ley Antibotellón y sobre las medidas municipales para erradicar el problema, es probable ahora que, de veras, más de uno se dé a la bebida. Y es que la Junta piensa que el botellón se ha convertido en un problema de Estado. A mí en estos caso me ocurre como al defensor José Chamizo, que aboga siempre por la defensa del diálogo con los jóvenes.
En El Puerto, el Ayuntamiento ha decidido que los emplazamientos sean el parque Calderón y el paseo José Luis Tejada, ambos destinados a tabernas públicas. Por tal fin, ya se les conoce el Parque Colocón y el Paseo de la Pasada.
Que los chavales se reúnan no es nada nuevo. La tendencia al agrupamiento es primitiva. Lo que antes fue el guateque, ahora es un beber intemperante en la vía pública ¿transgresión o frustración? En el origen, en los 60, hubo una generación soñadora que mitigó su desencanto con pacifismo y efluvios lisérgicos; la actual, mejor preparada, ahoga su hastío mediante concentraciones etílicas.
Generaciones distintas, pero afines.
Para paliar los perjuicios que ocasiona los discípulos de Johnny Walker se han dictado diversas prohibiciones, y se definen soluciones como la catalogación de recintos para el consumo de alcohol (sic). A seguir bebiendo, pero sin dar la tabarra.
En El Puerto, el Ayuntamiento ha decidido que los emplazamientos sean el parque Calderón y el paseo José Luis Tejada, ambos destinados a tabernas públicas. Por tal fin, ya se les conoce el Parque Colocón y el Paseo de la Pasada.
Me niego a creer que no haya otras zonas adecuadas para el gentío.
Lo que verdaderamente se necesitan son campañas de información y sensibilización para ese sector que carece de civismo y que por beber es capaz de tragarse el Wadalete. Por otra parte, continúa el auge de los locales vips, en detrimento de pubs y bodeguitas (¿quién no tomó su primera copichuela en el Merello?). Antes conversar y beber era cómodo y económico. Ahora sólo hay dos alternativas: pasar por caja ante gorilas o reunirse a escote en una plaza. Una trajo la otra.
Dioramas. 27.12.2006
Desde la vista privilegiada que me brinda este bienteveo , contemplo cómo es Navidad en la ciudad. Y ya que uno no tiene el privilegio de asistir a los acontecimientos culturales y gastronómicos que en ella se celebran (berzas, zambombas, y demás), me contentaré con atisbar el paisaje cuál ojo vigilante de Sauron.
Dejo de otear, y asumo que el horizonte está igual de abigarrado que siempre, aunque sean fechas tan especiales. Aun así, disfrútenlas y sean felices todo el tiempo.
Por allí veo a Manuel. Le conozco. Deambula por céntricas calles, sin destino fijo, observando cómo unos y otros trasiegan con bolsas y paquetes. Se barrunta la gran noche de confraternidad en la que todos debemos adoptar una actitud más o menos generosa. Camina rumbo al barrio alto. De repente, cuando se aproxima a las cercanías de su domicilio, pierdo la visibilidad y su pista.
Lo que antes era una miscelánea de luces y colores, ahora es penumbra y melancolía. Es salir de una ciudad resplandeciente, y entrar en otra sombría y distinta.
Agudizando la vista, logro divisar de nuevo a nuestro personaje llegando a su hogar.Abre la cerradura de la casapuerta con cierta dificultad. Un avejentado mastín le recibe con regocijo. Parece ser su única compañía. A través de la ventana, le veo encender una antigua estufa de carbón y varias velas. Acaricia a su can con pulso tembloroso, y leyendo sus labios le oigo decir: "Tranquilo, Canelo, que te traigo esta gran bolsa de alimentos que Cáritas me ha dado para que tú y yo nos hartemos esta noche, viejo amigo". "Ya mismo te preparo algo, que yo me apaño con cualquier cosa".
Cambio el prisma y dirijo mi atención hacia otro punto de la ciudad. Doy con una hilera de casas, todas de idéntica fisonomía, construidas en la Costa Oeste.
Me dispongo a escudriñar por uno de esos hogares. En él distingo un vistoso abeto flanqueado de regalos en el vasto salón. Desplazo el ángulo de visión de un lado a otro, y la perspectiva es la misma: opulencia y prodigalidad. Por otra parte, compruebo que este año luce una novedad en ventanas y balcones. Sin embargo, no logro distinguir qué son esos puntos rojos. Me aproximo con un zoom suave para averiguarlo. La sorpresa es mayúscula: una legión de papás noeles trepadores invaden la ciudad. Desconocía la afición del barbudo barrigón por el alpinismo. No obstante, no desearé que se caigan y se 'escoñen' (estamos en Navidad), pero sí alguno intentase escalar por el balcón de mi bienteveo, le rogaría un poco de consideración con los geranios y jazmines que lo adornan.
Dejo de otear, y asumo que el horizonte está igual de abigarrado que siempre, aunque sean fechas tan especiales. Aun así, disfrútenlas y sean felices todo el tiempo.