Feliz y en armonía. Con las tareas hechas. Haciendo lo que le apasionaba: escribir, delante del ordenador y con el ratón en la mano. Así hizo el tránsito al Mas Allá nuestro recordado y querido Alberto en la madrugada del jueves 19 de mayo de 2016, inmerso como estaba en nuevos proyectos literarios corales, como impulsor y animador de libros de diversa temática, liderando el entusiasmo del querer es poder, como hizo a lo largo de toda su provechosa vida.
Hace seis años tuve oportunidad de conocer a otro Alberto Boutellier mas allá del empresario que siempre fue, que me distinguió con su amistad y afecto, rondando la octava década de vida, que exudaba entusiasmo y el amor por El Puerto, animando siempre frente al desánimo tan portuense: «–Soy anciano por edad – me decía-- pero me resisto a aceptarlo y me rebelo porque aún conservo más capacidades que disfunciones, aunque veo como mi recorrido vital está llegando al inevitable final.
Mentalmente desfilan hechos, actitudes, decisiones, acciones y omisiones, el inmenso tesoro de los años que he tenido en mis manos para potenciar las capacidades que he recibido y el tiempo despilfarrado al no aumentarlas y mejorarlas, me conduce inexorablemente a la melancolía, que si fuera capaz de transmitir al papel, serviría de desahogo y seguro que de expiación e indulgencia. Por ello, voy a intentar la aventura de escribir, aunque sea con nostalgia y melancolía.»
Con 76 años decidió que tenía que publicar lo que empezaba a escribir y su producción fue larga alumbrando seis libros y muchas colaboraciones y artículos de prensa, tanto escrita como en Internet. Me regaló el honor de que le presentara dos volúmenes y me asesoró en cuestiones de la vida. Lideró desde Internet un proyecto de ilusión frente a la apatía portuense. Y era esposo y padre y abuelo y amigo.
Y lo llevaba todo para adelante. Siempre nos avisaba, con aquella copa de Oloroso diario que degustaba a pesar de sus dolencias, que le quedaba poco recorrido en la vida, pero que lo iba a disfrutar al máximo. Su entusiasmo así nos lo hacía patente y contagiaba. Ayer, nuestra amiga Claudia me lo recordaba: su energía no ha muerto, se ha transformado y habita entre nosotros, los que tuvimos el privilegio de disfrutar de su bonhomía, para seguir transmitiéndola como mensaje de buena voluntad de nuestro querido Alberto.