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2.920. El Resbaladero o Resbalón

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En el último cuarto del siglo XIX se remodeló la que fuera Lonja del Pescado para su uso hostelero, en 1876, dando lugar a la taberna de El Resbaladero o Resbalón, mandado construir un siglo antes por el Conde O’Reilly. Cincuenta años mas tarde, en 1912, Pío Baroja ambientará en dicho edificio unos pasajes de su novela ‘El mundo en ansí’. En 1936 Maximino Sordo Díaz se hizo cargo del negocio que permaneció en manos de la familia por muchos años, pasando luego con su fragmentación en diversos establecimientos, también hosteleros, ya regentados por terceros, en los últimos años del siglo XX.

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“Que hicieron ustedes ayer? --pregunto yo.
Estuvimos en la taberna del Resbalón --contesta Juan.
¿Algún sitio raro?
Si; figúrese usted --dice Arcelu-- una especie de camarote pintado de amarillo, una mesa redonda, grande, en medio y alrrededor de sillones de paja con el asiento inclinado, y de cuando en cuando, unos gatos, que entraban por debajo de un tabique y se llevaban lo que podían.
¿Y que cenaron ustedes?
Unos platos de pescado frito y un caldillo de perro.
¿Pero como? ¿De perro?
Un guiso que aquí llamamos así.”
El mundo es ansí. Pío Baroja. 1912.

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Caldillo de Perro.
“Se pone el aceite y cuando está bien caliente se le echan dos dientes de ajo que, al verlos bien tostado, se sacan. Entonces, echamos en el aceite cebollas otros dos dientes de ajo, todo muy picado, más aún los ajos que las cebollas, y sin esperar a que se frían, se agrega agua enseguida, dejando el caldo cocer cosas de de diez o doce minutos; y a continuación se agrega el zumo de naranja agria al gusto del cocinero (y aquí está la primera parte del ‘punto del guisado’, cuya segunda mitad consiste en lo que sigue). Agregado el ácido de la naranja se zampan en la cazuela buenas pescadillas de ‘parejas’, de las acabaditas de llegar, someramente lavadas pero que no pierdan sabor con tantos enjuagues como suelen darles en las casas”.
Revista Portuense. Mariano López Muñoz. 1926.

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“Entré en el café Resbaladero [es decir, en este edificio de pescado por blasón que fue la antigua Loja del pescado] y bebí unos chatos en el mostrador. A mi lado estaban dos hombres muy gruesos, bebiendo también. Me saludaron con gran cordialidad y uno de ellos dijo que como yo era también gordo podíamos juntarlos nos los tres.
--Nosotros --manifestó uno-- podíamos fundar el Club de los Tres Gordos.”
Don Gitano. Walter Starkie. 1936.

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“El Resbaladero es bastante típico y frecuentado por sus platos a base de pescado, si bien no es recomendable para toda clase de personas por lo abigarrado del personal que lo frecuenta”.
Guía de Información Turística de Cádiz. 1940.

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"El paisaje de aquellos bajos comerciales de los bloques de 'La Pescadería' frente al 'Resbaladero' permanece en la memoria de muchos aún hoy día. El Bar 'Los Cristalitos' lugar de copas de Vino Fino previas a las comidas comerciales de armadores, minoristas, exportadores, patrones y pescadores que se celebraban en 'El Resbaladero'. 'La Marea' era el epicentro de la activad comercial: las transacciones económicas en torno al mundo del sector extractivo y comercial de la pescadería. El Bar 'La Marea' tenía, a su derecha la vendeduría de Miguel Roselló, mas tarde socio con Juan Avargues; a su izquierda donde estuvo el Bar 'Ben & Jerry' la vendeduría de José Agarrado Macías, mas tarde de José Cuevas Mateos, quien fue presidente del Racing Club de Futbol. Y en la esquina con la calle Maestro Veneroni, el almacén de Nicanor Gómez Recalde, 'Los Caballos' más tarde de José Manuel García Gómez, su sobrino; y en la misma calle el Bar y Estanco de 'La Lucha' (ver nótula núm. 145 en GdP), donde el armador y vendedor José Agarrado tenía antes sus oficinas; frente al muelle, la vendeduría de Juan Hernández Navarro; también frente por frente, cruzando la calle, además de la Bajada del Castillo, tenía a la derecha el Colegio de 'La Pescadería' y el bar de 'Antonio Sucino' y la peluquería Reyes; el bar sobrevivió el traslado de la Lonja a la Otra Banda, a finales de los setenta del siglo pasado.
Los Cristalitos. José María Morillo. 2013.

Fotos: Colección Teresa Sordo.

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