Manolo Espinar Galán y Ana Perea España, más de 60 años juntos, malvivieron los últimos años del franquismo en el exilio de París. Concejales en los primeros mandatos del Ayuntamiento democrático, militantes del Partido Comunista, ahora encauzan sus inquietudes políticas en Podemos. Ésta es su alucinante historia. /En la imagen, Manolo y Ana el pasado jueves, durante la presentación del libro que han escrito: 'Las Olvidadas', de Ediciones El Boletín.
Manolo Espinar y Ana Perea forman un matrimonio de jubilados encantador que lleva toda la vida intentando cambiar el mundo. Fueron comunistas siendo anarquistas porque ser comunistas era lo que ellos creían que cambiaba el mundo cuando Franco y ahora retuitean las cosillas de Podemos. Siguen teniendo un brillo en la mirada de juvenil entusiasmo. Además, tienen una maleta. Esa maleta es un tesoro. Está llena de recuerdos de una vida alucinante, los recuerdos de su juventud clandestina, de su exilio. Aquí encontraremos fotos de Carrillo y la Pasionaria, un pasaporte de apátrida, cientos y cientos de papeles. Y en la pared cuelga un dibujo original de Rafael Alberti dedicado a ellos de su puño y letra.
La maleta de los recuerdos
Manolo conoció a Ana cuando él tenía 16 y ella 14. Él era más bien arisco y ella le enseñó a ser más sociable. Mientras los otros chicos pelaban la pava en la triste noche de los años 50, ellos hablaban y hablaban de un mundo más justo. De modo que Manolo, hijo de un anarquista convencido que se tuvo que marchar de Sanlúcar por anarquista, que se ganaba la vida como capataz en Terry, entró en Terry y se metió en el sindicato, por entonces el vertical, y empezó a pedir cosas para los trabajadores. Los comunistas se fijaron en él. "Tardaron unos años en convencerme porque a mí lo que había en Ruisia no me convencía. Para dictadura, ya tenía una aquí".
El 16 de junio de 1966, el mismo día que se casa con Ana, ambos ingresan en el Partido Comunista. "Sin carné ni nada, era un pacto de caballeros". Empiezan a participar en reuniones, que se celebran en su casa. Desmontaban el dormitorio para que cupieran quince o veinte personas y luego lo volvían a montar. Él es encargado de organización y ella encargada de la mujer. Las mujeres, explica Ana, eran importantes porque, aunque no trabajaban, siempre estaban frente a la comisaría si detenían a sus hombres. En las procesiones de Semana Santa una amiga, Anuchi, inventó una fórmula para ir dejando caer octavillas del abrigo sin que nadie se percatara.
El mitin que Santiago Carrillo pronunció en El Puerto el 16 de mayo de 1982, hace 34 años,. Manolo Espinar, de espaldas en la mesa presidencial junto a Rafael Gómez Ojeda. Haciendo uso de la palabra, el Secretario General del PCE.
"No éramos mucho de la gran política. No hablábamos de lo que decía Lenin o Marx, sino de cómo mejorar las condiciones de los trabajadores, cómo repartir el dinero que las empresas recibían para las familias, era más el día a día".
La policía de El Puerto hacía un poco la vista gorda, piensa Manolo, porque era imposible que tantos comunistas pasaran desapercibidos, "pero ellos preferían que no se supiera más arriba que aquí había tantos comunistas". La prueba está en que en la Navidad del 68 unos cuantos jovenzuelos montan una cuchipanda en la sede de la OJE -"porque la mitad de los que estaban en la OJE eran comunistas"-. Con las copas, los chavales colocan un retrato de José Antonio cabeza abajo y pintan bigotes al retrato de Franco. La policía se entera, pero lo deja pasar. Pero hubo un momento en que ya no podían meter a los comunistas bajo la alfombra. Una huelga (ilegal, como todas las huelgas de la época) de la Vid en el tránsito entre 1968 y 1969 acaba por molestar a las bodegas, que piden a Madrid que actúe. Las bodegas tenían buenos contactos con el Régimen. Envían a lo más granado de la político social para que metan en cintura a tanto rojo gaditano. Quieren nombres. La policía de El Puerto les da la pista de los jovenzuelos de la francachela de la OJE. Unas cuantas bofetadas a los chavales y los chavales cantan de lo lindo. El nombre de Manolo sale como uno de los comunistas locales. El chivatazo se lo da a Manolo un policía local y él coge a Ana y a su niña de dos años con el pijama y los mete en el Gordini. "En la cárcel no hacemos ná", dice Manolo a los camaradas que deciden quedarse.
Portada de 'Las Olvidadas' el libro de Manolo y Ana, de Ediciones El Boletín.
En la huida hacen parada en Córdoba, donde un sindicalista de banca del partido les da mil pesetas, una naranja, chorizo y pan. Continúan camino a Madrid y pinchan. Les detiene una pareja de la Guardia Civil... que les ayuda a cambiar la rueda. En la prensa local ya salían sus caras como los dos prófugos comunistas. Ganan Madrid y de ellos se encarga el escritor Armando López Salina, que separa al matrimonio y los va cambiando de pisos "porque por entonces los porteros de las fincas ejercían de informantes de la policía". Son dos meses hasta que la dirección del partido decide. Ella se vuelve a El Puerto y a él le entregan un pasaporte falso y se va para París. Se deja bigote y Ana, en la despedida, hace un intento de teñirle de rubio y le deja el pelo colorao.
Siete meses pasan separados. Ana, que está en casa de sus padres con la niña, no se esconde. Manolo, en París, es enviado un mes a Moscú en una delegación comunista española. Visita la casa de La Pasionaria, que vive en un piso no compartido, lo que es un logro en Moscú. A Manolo le gusta Moscú pero no le gusta lo que ve en Moscú. A los siete meses dice a la gente del partido que si ellos llevan bien la clandestinidad sin sus mujeres, él no. Los del partido le dicen que si quiere traerla que la traiga él. Ana y Manolo se reencuentran en la estación de San Sebastián. Pasan la frontera en un autobús de trabajadores, pero les para la Guardia Cicvil. Ellos hacen como que se abrazan para que ella se pueda comer los papeles en los que lleva teléfonos de compañeros. La Guardia Civil, por segunda vez, les deja pasar, tan acaramelados.
El matrimonio Espinar-Perea, participan del movimiento político de Podemos.
En París apenas tienen para comer. Él trabaja "recolectando comunistas en Francia como quien recolecta cerezas, pero lo que me dan no me da ni para el piso". Su tapadera es la de trabajador para una agencia de viajes de esquí. Ella trabaja limpiando la sede del sindicato CGT, donde ni siquiera le dan de alta. Roba las sobras de comida de los empleados. Viven en una habitación. Ven desde ella la torre Eiffel, pero ellos solo quieren regresar. "Esos cinco años no fueron unas vacaciones".
Son enviados a la Rumanía de Ceaucescu en 1975 y se horrorizan con lo que ven. Quieren montar una revolución. Casi les echan a patadas de Rumanía. Pero ya queda poco. Muere Franco. Ella brinda con la mujer francesa para la que limpia. Amnistía, regreso. Los compañeros de Terry de Manolo votan masivamente para que sea readmitido. Terry acepta la decisión de los compañeros. Han vuelto a casa. /Texto: Pedro Ingelmo.
La corporación municipal de 1983 de la que formaron parte nuestros protagonistas. De izquierda a derecha y de arriba abajo, Ramiro Cerezo Magán (AP), Rafael Varela Rey (PSOE), José Luis Romero Pacheco (PSOE), Francisco Lara Fernández (PSOE), Miguel Cirera (+) (PSOE), Alfonso Sevillano García (PSOE), Rafael Solo de Zaldívar y Ducasse (PSOE). En la fila de enmedio: Luis Suárez Ávila (AP), Manuel Pérez Blanco Muñoz (AP), Pedro López Fernández (PC), Teófila Martínez Sáiz (AP), Antonio Sánchez González (PSOE), Aurelio Sánchez Ramos (indpendiente en las filas de AP), Mario Peluffo Rojas (PC), Juan Manuel Torres Ramírez (PSOE) Manuel Rodríguez González (PC). En la fila de abajo, Antonio Nogués Ropero (+) (AP, proveniente de UCD), Manuel Moreno Romero (AP), José Serrano (PC), José Luis Sánchez Alonso (PC), Eduardo Bocarando Gándara (PC), Rafael Gómez Ojeda (PC), Ana Perea España (PC) y su marido, Manuel Espinar Galán (PC). En la fotografía falta Antonio Álvarez Herrera, que volvía a la corporación como único concejal del Grupo Independiente (GI). /La fotografía de Rafa está tomada en el patio del Palacio Municipal, en la escalera de acceso a la planta noble el 23 de mayo de 1983, día de la constitución de las corporaciones, siendo el segundo mandato democrático. Foto Colección V.G.L.
Mi hermana y mi cuñado son y han sido unos luchadores toda su vida,han pasado por infinidades de calamidades é injusticias un su exilio , en francia,rumania y moscu, y si los trabajadores y el pueblo del Puerto de Sta Maria fueran concientes y justos los tendrian que adorar y no descriminarlos y criminalizarlos, porque alfin y alcabo lo que han luchado no a sido para ellos sino buscando el bien de los trabjadores y el pueblo del puert, mil besos para ellos de su hermano y cuñado.
fernando tu comentario nos ha dado una gran alegria no recordamos quien eres pero un gran saludo y agradecimiento que sabras somos mayores y nos han indicado ahora lo de esta pagina pero como dice el refran mas vale tarde que nunca gracias
Pepe Marroquin lucho mucho para que Malono Espinar lo readmitiesen en Terry
Fuimos vecinos allá por los años 81-82. Nosotros viviamos abajo de éllos y nos pilló el Tejerazo. Recuerdo que eran personas muy educadas y amables. Yo era un chaval (más o menos la edad que tenía su hija que era también educada y atractiva) y éllos muy jovenes evidentemente. En aquella época todos teníamos una imagen distorsionada de los Comunistas pero cuando los conocí esa imagen cambió totalmente. Puedo decir que tuve la suerte de conocerles porque al tratarlos aprendí que no se debe no prejuzgar a nadie, aunque no comparto del todo con sus ideas. Me alegro mucho verlos bien y un saludo.