Junto a otras actividades festivas y lúdicas ya rememoradas en esta serie, de cuando en cuando, entre mediados de los siglos XIX y XX se celebraron en las orillas y el cauce del río frontero a la ciudad otras tres, de las que a continuación escribo. /En la imagen, la plaza de las Galeras y el Parque Calderón, en los prolegómenos de una jornada festiva en el río. El depósito de agua frente a la Fuente de las Galeras –‘la Copa’- se desmanteló en 1958.
Fogatas en San Juan
Mediado el siglo XIX, los festejos que se organizaban en El Puerto para conmemorar los días de San Juan y San Pedro adquirieron cierto auge y prestigio. Además de otras actividades ajenas al marco escénico que tratamos, en dos ocasiones, las noches del 23 de junio de 1846 y de 1860 –víspera de San Juan-, se prendieron fogatas en ambas orillas del Guadalete. Orillas que ciertamente lo eran, pues la ribera sólo estaba canalizada entonces con murallas –desde 1735- en el tramo de la ciudad comprendido entre las plazas de las Galeras y la Herrería. Su prolongación hasta el puente de San Alejandro comenzó en 1873 y no culminó hasta 1884, y en ‘la otra banda’ empezaron a construirse a comienzos del XX, en 200 m desde el puente de San Alejandro.
Desde el muelle del Vapor la orilla de ‘la otra banda’ y el inconcluso muro de encauzamiento del río.
Las fogatas de 1846 se realizaron como complemento a un regateo de falúas (decoradas ‘a la veneciana’, al igual que el puente, las casas que miraban al río y los barcos surtos en el río) y a la velada marítima que se celebraron aquel día, y las de 1860 de forma aislada, con el acompañamiento de una banda de música.
Más frecuentes fueron las fogatas que se disponían, también en la víspera de San Juan y al tiempo que se quemaban fantoches, en algunas calles y plazas céntricas, especialmente durante las décadas de los 60 y 80 del XIX, siempre como epílogo a corridas de toros vespertinas o al tiempo que se corrían por las calles gallumbos (enmaromados, atados los toros a cuerdas para dirigir sus pasos), cuando daban las 12 de la noche. Así, en una factura de 1888 firmada por José Cortés Obelo, leo: “He recibido 30 ptas. de 15 barricas de alquitrán para las fogatas de la víspera de San Juan con motivo de las corridas de Toros.”
Orilla derecha del Guadalete en bajamar y el muelle de la Pescadería, imagen de 1889.
En El Puerto, las fogatas de San Juan, tanto las prendidas en las orillas del río como en el empedrado de las calles y plazas, no tuvieron la impronta mágica y mistérica que acaso tenían en otras localidades españolas, especialmente del Levante; debieron ser, más bien, una representación superficial y mimética, anacrónica y exclusivamente de carácter festivo, como las que en los últimos años han “renacido” de forma multitudinaria en las playas de nuestro litoral.
Cucañas
Que me conste, este popular juego (que nació en la Italia del s. XVI) se celebró en el Guadalete por primera vez en 1850, perdurando de forma interrumpida hasta la década de los 50 del pasado siglo, en 35 años y 40 ocasiones, entre 2 y 6 años por década. Lo habitual fue celebrarlas el día de San Juan, comienzo de la temporada de festejos, o en las festividades de San Pedro y San Pablo (29-VI) y de Santiago (25-VII), aunque también se verificaron, las menos veces, en fechas intermedias y posteriores como complemento a otras actividades lúdicas, en ocasiones durante los intervalos de regatas. Nunca se celebraron por la mañana, siendo su horario tradicional las seis o seis y media de la tarde, habitualmente amenizadas por la Banda Municipal y como preludio a las veladas en el Vergel y el Parque.
27 de julio de 1933, cucaña en el falucho ‘Nuestra Señora del Carmen’, frente al Parque Calderón y al cargadero de sal. Foto, Francisco Sánchez Pérez, ‘Quico’.
Por norma, la cucaña, untada de sebo y jabón (1/4 de arroba y 3 libras en 1850), con una bandera en su extremo como objeto a alcanzar, se colocaba horizontalmente en la proa de un falucho alquilado para la ocasión por la Comisión de Fiestas y fondeado en el centro del río, frente al paseo del Vergel, desde donde la concurrencia contemplaba la competición. Lo tradicional fue que los concursantes avanzaran por la cucaña de pie, excepto una vez, el 24 de junio de 1899, que lo hicieron deslizándose abrazados al palo. Documentos de los años 30 especifican el lugar del concurso entonces: frente a donde en 1929 se instaló el transbordador de sal de la salina de La Tapa (desmantelado a fines de los 60). En 1915 se efectuaron frente a la Rotonda de La Puntilla, con la presencia de la Banda de Infantería de Pavía.
Es el Guadalquivir y Sevilla, pero la misma tradición de las cucañas durante una ‘velá de Santa Ana’, que aún se celebran cada mes de julio. Foto, Serrano, Archivo de ABC de Sevilla.
Los concursantes, que no solían ser más de quince, iban identificados con números adosados a los calzoncillos de baño, recibiendo los tres primeros clasificados premios en metálico (160, 100 y 80 reales durante las tres primeras décadas y 25, 15 y 10 pesetas hasta fines de los años 20), cantidades apetecibles para los participantes habituales, miembros de la clase más pobre de la población, dándose el caso que tras celebrarse la cucaña en 1933, los concursantes pidieron al Ayuntamiento efectuar otra, “porque como nosotros nos encontramos casi todos parados pues sería una ayuda para nosotros.” Seguro que unos meses antes, en febrero, tal como hicieron tantos portuenses, estuvieron buscando monedas de oro de las numerosas que la draga Guadarrama volcó entonces en la otra banda del río, seguramente procedentes del cofre de un barco hundido en la barra del Guadalete a comienzos del siglo XVI, de lo que ya escribí en otra ocasión en Gente del Puerto (nótula 1.727; no está en Índice: escriban ‘Aquellos ducados antiguos’).
8 de febrero de 1933, buscando monedas de oro en ‘la otra banda’, en el entorno donde está el estadio José del Cuvillo. Foto, Justino Castroverde.
Siendo obligado saber nadar para participar en las cucañas, las primeras medidas de prevención de accidentes comenzaron a tomarse en 1894, por disposición de la Ayudantía de Marina local, situándose desde entonces junto a la cucaña un bote para recoger a quienes caían y desde 1915 colocándose tres salvavidas ‘de rosqueta’ (guindolas) a cada costado del falucho.
Variedades de las cucañas marítimas tradicionales fueron la ‘cucaña telegráfica sin electricidad’, celebrada el 25 de julio de 1863, que consistió en cruzar tres concursantes de orilla a orilla sobre cables extendidos en el lecho del río, resultando ganador quien antes alcanzara una bandera en la otra banda; y la cucaña ‘el cocodrilo’, disputada el 25 de agosto de 1889, aparato instalado sobre un falucho del que desconozco su funcionamiento, proporcionado por 27 ptas. por el empresario portuense Juan García Barroso, que aquel año fue el encargado –lo haría hasta 1893- de decorar ‘a la veneciana’ (con farolillos) el paseo del Vergel, quien, según él mismo decía, “sobre el alumbrado a la veneciana goza de fama por tradición de su padre, quien por muchos años fue el exclusivo en toda la provincia y en las limítrofes para esta clase de espectáculo”.
Que me conste, las últimas cucañas del Guadalete se celebraron en estas fechas: 27-VIII-1943, 5-VII-1944, 6-VIII-1946, 28-VII-1949, 25-VII-1951, 25-VII-1952 y 30-VII-1953. He dicho últimas donde debería haber dicho penúltimas, porque en 1984 y 1985 se organizaron, ahora sí, las últimas cucañas, frente a la plaza de la Pescadería, con motivo de las Fiestas del Carmen.
Plaza de las Galeras y Parque Calderón en una panorámica de Francisco Sánchez Pérez, ‘Quico’.
En la ciudad, tengo referencias que se celebraron en los paseos del Vergel (1872 y 1888) y del Parque Calderón (1900), en las plazas de San Juan (1850), de la Iglesia y de los Jazmines, en la Rotonda de la Puntilla y en el paseo de la Victoria, donde en 1851 se dispuso la llamada ‘cucaña diabolesa o torno de Asmodeo’ (un demonio).
Concursos de natación
El Guadalete festivo en 1930, nadando, en piragua, botes, pateras, falucho…
Tengo constancia de la celebración de concursos de natación en las aguas del Guadalete en doce años. La primera vez el 25 de julio de 1922, a contramarea, otorgándose a los tres primeros clasificados premios de 25, 15 y 10 pesetas y amenizando las pruebas desde la Fuente de las Galeras la Banda Municipal (entonces dirigida, interinamente, por Joaquín Elizondo). El 29 de agosto de 1930 el trayecto se realizó de orilla a orilla, en sentido oblicuo, desde una embarcación atracada en el ‘muelle de la Paja’ (creo que inmediato al de la Pescadería) hasta el Club Náutico, recién fundado junto al puente de San Alejandro. Con este concurso comenzó la jornada inaugural de la primera prueba del Club.
Las modestas instalaciones del Club Náutico, junto al puente, el día de su inauguración, 25 de julio de 1930.
Las restantes competiciones se verificaron el 17-VII-1940, 30-VIII-1941, 18-VII-1944, en día no determinado de julio de 1945, 25-VII-1948, 24-VII-1949 (con equipos de la provincia del Frente de Juventudes y de la Obra Sindical de Educación y Descanso, resultando ganador el portuense José Simeón Arena), 3-VIII-1952, 23-VIII-1953, 30-VIII-1959 y 15-VIII-1962, cubriendo los nadadores en casi todas estas ocasiones la distancia que media entre el muelle del Vapor, con salida desde un gánguil, hasta el puente de San Alejandro y regreso (800 m), marcándose el mejor tiempo en 17’14’’. Las competiciones fueron organizadas por el Ayuntamiento, por la Delegación local de Educación Ciencia y, en 1962, por el Club Náutico. /Texto: Enrique Pérez Fernández.
Muy bonito, Enrique, que tempos aquellos, "me cachis en la Habana". Magnificas fotos. Enhorabuena por este artículo.
Sigo desde hace tiempo vuestro trabajo. Es, sencillamente magnifico y quiero agradeceros de todo corazón la gran labor que hacéis con tan estupendo trabajo.
Felicidades y animo .