Han pasado seis años desde que se publicara este artículo de Antonio Carbonell en Diario de Cádiz, en mayo de 2009. No solo se han mantenido el estado de cosas, sino que ha empeorado. El último párrafo no tiene desperdicio.
Antes de no figurar la pesca entre las prioridades de nuestro Gobierno en Bruselas, motivado por el desinterés del presidente Aznar, cuya actuación propició el fracaso de mayor calado de la historia en materia pesquera, pues desencadenó la perdida de los caladeros tradicionales marroquíes, hubo un tiempo, yo me acuerdo, en el que los pescadores y jubilados de las localidades costeras gaditanas, a pesar de la profesión tan dura y peligrosa y de las raquíticas pensiones que recibían, confiaron plenamente en los poderes públicos gracias a la labor de José Luis Vilaplana Montes.
Se nos fue prematuramente en Madrid en enero de 1992, donde se encontraba buscando soluciones económicas y sociales para la gente de la mar, en su condición de Director Provincial del Instituto Social de la Marina de Cádiz.
Cabe destacar que fue el gran precursor de las excursiones de los pensionistas del mar y luchó afanosamente para que los pescadores pudieran beneficiarse de la misma bonanza que por aquel entonces se vivía en otros sectores productivos.
Patio de la desaparecida Cofradía de Pescadores, el 16 de julio de 1978. Alberto Alcaraz Roca se encuentra a la derecha del primer militar, José Nowel del Río. A su izquierda Genaro González Padilla, Rafael Sánchez Carbonell, José Romero Tarazona, José Luis Álvarez Sevilla y José María Millán Merello. Detrás de ellos, en el fondo a la izquierda de la fotografía está la familia Rasteu Mauri. Nieves y sus hijos Jaime Gaspar y Diego y uno de sus nietos; en el centro el miliar Julián Fernández, sobrino de Juan Martín Vélez; Miguel Pineda Martí, José Luis Álvarez Carbonell y José González Padilla que aparece a la izquierda de la columna de la derecha de la fotografía. A la izquierda de la fotografía. Ramón Novo Tacón, Baldomero Albaiceta Núñez, el periodista Manolo Sosa, Luis Ayala Naveiro y Juan López Guardiola. En el centro se encuentran Ramona y su esposo Juan José Sánchez Albaiceta, un joven Jaime Roselló Marroquín, la familia de Tomas Santos Ladrón de Guevara, su mujer Pepita y su hija; Joaquín López Romero, Aguilocho, Clemente, Rafael Morales Espalda, Rafael García, entre otros. / La foto es de Rafa. Colección de A.C.L.
Por eso hoy, ante la situación de corruptela que asola determinadas zonas del país, el desengaño por los fraudes electorales, la anestesia que le proporcionan las administraciones a las organizaciones sindicales para su permanencia, en detrimento de la defensa de los trabajadores y, lo que es peor, la desconfianza innegable de la práctica totalidad de los españoles por los poderes públicos, obligado es recordar la decencia, figura y carisma de José Luis Vilaplana Montes, quién nunca tuvo hastío y tampoco desencanto, todo lo contrario, una gran ilusión en aras de mejorar, desde su cargo como servidor público, una mejor atención a la sociedad. /Texto: Antonio Carbonell.
José Luis Vilaplana Montes fue compañero mío en la Facultad de derecho de Sevilla. No sabía que había trabajado en El Puerto y con tanto empeño. No hemos podido coincidir porque yo no vivía en El Puerto.
Un abrazo para él.