José Antonio Español Caparros nació en Larache en 1924, cursó estudios de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos en Madrid y, en 1955 inicia su carrera profesional como ingeniero en la térmica de Cádiz. A El Puerto llegó en 1962 como director de la Comisión Administrativa de Obras y Servicios y permaneció hasta 1982. Tres años después fue designado consejero del Consejo de Obras Públicas y Urbanismo, hasta su jubilación en 1989.
Destacó por su espíritu emprendedor y su dinamismo. Su fuerte carácter –algo que muchos recuerdan no siempre con una valoración positiva—y su capacidad de decisión que hizo que la fisonomía del muelle cambiara totalmente. Uno de sus principales logros consistió en aumentar el calado del puerto, ya que hasta ese momento, podían acceder muy pocos barcos, incluidos los de pesca. Para ello construyó el espigón de Levante y el de Poniente, y periódicamente se dragaba para evitar que se perdiera el calado.
A partir de ese momento, pudieron entrar barcos de algo más de cincuenta toneladas y toda la flota pesquera. Además, las labores de carga y descarga se intensificaron y El Puerto se independizó del muelle de Cádiz, creciendo económicamente. En la época de Fernando T. de Terry de alcalde (ver nótula núm. 749 en GdP) durante los años 1971 a 1976 colaboró con el Ayuntamiento de forma desinteresada, en varios proyectos importantes.
La playa de La Puntilla, sin espigón, solo con escollera que definía los límites del Guadalete.
La playa de La Puntilla, con el espigón de su nombre. Enfrente los terrenos ganados al río, procedentes del dragado, que conformaron los nuevos terrenos de la Autoridad Portuaria, entonces Junta de Obras de Puerto.
Fue muy amigo del sacerdote Ramón González Motaño, párroco del Carmen y San Marcos, con quien trabajó en muchos proyectos. El cura Ramón no entendió la postura de Español Caparrós, cuando se opuso al encierro de los pescadores, en enero de 1977 en la parroquia de la que éste era titular. Sii bien, mas tarde González Montaño conocería en profundidad todos los detalles: eran tiempos difíciles --la Transición democrática-- y todo el poder de la provincia, bajo la dirección del Gobernador Civil, puso sus miras en aquel encierro, apoyado no solo por Español Caparrós, sino por otros en el poder local. Además, fue presidente honorífico del Real Club Náutico (ver nótula núm. 1.132 en GdP).
Estaba casado con María Cruz Echániz Echeevarría. En El Puerto nacieron dos de sus seis hijos, que estudiaron en el Colegio de La Salle. Algunos ex alumnos de los años sesenta todavía recuerdan su figura en el Colegio, de cuya Asociación de Padres formó parte.
En 1998 recibió un homenaje conjunto de la Demarcación de Andalucía Occidental del Colegio de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz, descubriéndose una placa conmemorativa del acto, situada en un pequeño monumento realizado para el mismo, consistente en un cangilón de una draga, sobre una piedra de escollera: nada mas representativo. Como recordaron en el homenaje, «cuando llegó a El Puerto en 1962, se podía cruzar andando la desembocadura del río Guadalete de una margen a otra, siendo un grave obstáculo para la flota pesquera. Gracias al trabajo profesional que desarrolló durante los años que estuvo al frente del puerto se trasladó el mismo a la margen izquierda, liberando los terrenos donde estaba el muelle, para la Ciudad. Se obtuvieron terrenos nuevos parra el puerto con los productos del dragado que se colocaban en unos recintos y se trasladó la lonja pesquera a la margen izquierda». /En la imagen, el que fuera presidente de la Autoridad Portuaria, Rafael Barra Sanz, haciéndole entrega de un recuerdo en el homenaje recibido.
El monumento homenaje a Español Caparrós que contiene la placa homenaje: un cangilón de la draga, sobre una piedra de escollera, situado delante del edificio de la Autoridad Portuaria.
Personal de la Autoridad Portuaria asistente, entre otros muchos, al homenaje ofrecido a José Antonio Español, delante del monumento que le dedicaron. De pié y de izquierda a derecha: Ramón Sánchez Mendoza José Ramon Bravo Garcés, Ricardo Mena (Consignatario), Rafael Catalán Alonso, Rafael Barra Sanz (Presidente de la APBC), Cristina Guerrero, Ignacio Höhr Gómez, Juan Garcia Ragel, Luis Peral García, Manuel Albert Gálvez, Santigo Acuña Camacho, Luis Pablo Duque, Antonio Magariño Rivas; agachados de izquierda a derecha, José Luis Sánchez Pacheco, Jose Maria Romero Peña, Juan Luis Sánchez Leveque, Francisco Manuel Rodriguez, Lorenzo Chacón, Armengol Viñas (fallecido y Director de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cädiz entonces) y Juan José Rosano. Año 1998.
Fallecido el 26 de abril de 2004, hubiera cumplido 80 años. Las banderas del Ayuntamiento ondearon a media asta por la muerte de Español Caparrós, único homenaje que le realizó la Ciudad en su conjunto a quien, a pesar de su controvertido carácter, tanto hizo por el desarrollo de la misma desde los terrenos portuarios y colaborando en otras iniciativas de corte social.
En el salón de plenos del Ayuntamiento de Isaac Peral, mediados los sesenta del siglo pasado,durante la presentación de unos proyectos inmobiliarios al que asintió Español Caparrós. De izquierda a derecha, primera fila, Juan Melgarejo Osborne, Fernando Arjona Cía, José Puente García, Francisco de Bernardo Fernández, Manuel Rebollo Laínez, desconocido y Francisco Rábago de Celis. En la segunda fila, Maximino Sordo Díaz, José Antonio Español Caparrós y Francisco Díaz Vance, interventor municipal. En la tercera fila, José Caveda Arias, Juan Martín Vélez, desconocido y fotógrafo desconocido.
EL INGENIERO.
Reproducimos a continuación, actualizado, un artículo del experto en temas marítimos y pesqueros, Antonio Carbonell López, publicado en Diario de Cádiz en noviembre de 2003. /Ilutración: caricatura de Vicente Morató.
Durante años, con el profesor y amigo Paco Piniella, mantuve una sección en Diario de Cádiz sobre el mundo del mar, bajo el nombre genérico de ‘La Meridiana’. Comentaba la importancia de los diálogos que había mantenido con mi hermano Rafael, pescador jubilado ya fallecido; gran parte de los datos que había reflejando en ‘La Meridiana’ se debían a sus conocimientos como lobo del mar. En una de esas ocasiones me refería la labor tan extraordinaria que había realizado el Ingeniero con los pescadores. También Manolo Roldán, estupenda persona, a quién admiro y aprecio, que trabaja desde la década de los sesenta como técnico --ya jubilado-- en lo que hoy conocemos como Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz, me había referido en muchas ocasiones el buen hacer del Ingeniero en El Puerto. Y tengo la seguridad que los pescadores onubenses y gaditanos admiraban al Ingeniero.
De izquierda a derecha, Manuel Martínez Alfonso, José Alvarez Sevilla 'Gavina', Manuel Pérez Pichaco (Montero), Antonio Cólogan Osborne, desconocido, Comandante Jefe del Puesto de la Guardia Civil, José Nowel del Río segundo comandante de la Ayudantía de Marina de El Puerto, el Administrador de Aduanas, José Antonio Español Caparrós y Manuel Sañé, Comandante de Ayudantía de Marina. Misa celebrada en la Lonja del Pescado con motivo de la festividad de la Virgen del Carmen. Año 1974.
Pues resulta que antes de construirse los espigones de Poniente y Levante en la desembocadura del Guadalete, obras que finalizaron en 1970, la entrada de arenas que arrastraban las corrientes litorales y formaban la barra en la boca del río, impedían, al existir peligro de accidente, que los barcos pudieran pasar por el Guadalete a media marea o bajamar escorada. Precisamente sobre uno de los puntos considerado fatídico por la marinería debido a los naufragios que ocasionó porque había un bajo de piedras, el Ingeniero construyó el espigón de Levante. Desde entonces, y han transcurrido 43 años, ninguna embarcación se ha perdido y tampoco se ha ahogado ningún trabajador del mar.
Me han dicho que el día que se hundió la última embarcación en la entrada del río, la recordada ‘Santa Teresa’, había buen tiempo con un poco de mar de leva, incluso el entrañable Pepe ‘el del Vapor’ a bordo del Adriano preguntó a los pescadores si necesitaban ayuda, continuando su recorrido hacia el muelle al no recibir ninguna señal de socorro. Pero en un santiamén el barco se destrozó en el mismo momento que la marea comenzaba a subir y siete pescadores murieron ahogados. El caso es que también los hundimientos en el mismo lugar de los barcos ‘Santa Ines’, ‘Josefa Caturla,’ y el conocido por el apodo de ‘Ojos Verdes’, son referencias de la importancia que hoy tienen las obras que acometió y dirigió el Ingeniero que ejerció la profesión en la Bahía de Cádiz durante 23 años.
De izquierda a derecha, Antonio Carbonell, Juan Manuel Pedreño, presentador del acto, su esposa Susi Weber, Lourdes Zuriaga y Basilio Rogado, de Televisión Española y la Cadena Ser respectivamente. En el Restaurante El Resbaladero durante Homenaje del sector pesquero a José Antonio Español Caparros, ‘el ingeniero’; al exportador de pescados y mariscos José Gutiérrez, ‘Pepe el Chófer’ y al pescador Manuel Bernal Genaro. 14 de julio de 1985. /Foto Garpre. Colección ACL.
Por aquel entonces, una vez construidos los espigones, el Ingeniero mantenía el calado del río al contar con un tren de dragado continuo donde la inolvidable draga de cangilones, la ‘Cinta’, velaba por la seguridad de los trabajadores del mar porque sin ningún peligro los barcos pesqueros y mercantes navegaban por el río. Por eso , recordaba en 2003, hace 10 años, cuando la Iglesia celebraba el Día del Hombre del Mar y se rendía homenaje a pescadores y colaboradores del sector, como al bueno de Pedro Herrera Vaca, patrón y marinero de la Bahía, que había fallecido hacía escasas fechas, también me acordaba de la trayectoria del muy particular y controvertido, pero eficaz y trabajador don José Antonio Español Caparrós, Ingeniero Director de la Junta de Obras de Puerto en El Puerto de Santa María, que todavía nombramos, sin más, como el Ingeniero. /Texto: Antonio Carbonell López.
Me he acordado del personaje cuando he leído que después de más de un año han retirado al Velero encallado junto al espigón de la playa de la Puntilla. Tengo la seguridad que en tiempo del ingeniero Español Caparrós este Velero hubiese sido retirado el mismo día que encalló en La Puntilla.
el desconocido, sentado junto a Manuel Rebollo es Juan Hernandez Navarro
Yo estuve en clase con el mayor de los hijos de Español, veia el trato de privilegios que le daban los profesores hermanos de la Salle.La situacion en la ubicacion de la banca, como le llamábamos, en primera fila ,cerca del estrado donde estaba la inmensa pizarra, eso si ,.no se dejaba notar, niño repelente, lo siento pero fue así, visto desde la edad infantil.A las 12,30, poco despues del toque de sirena de la bodega Terry, el salia por donde esta hoy la estatua del Hno Ignacio, los demas alumnos por la puerta de enfrente de la chatarreria de Vila, alli estaba esperando el seat 1500 con su chofer..La España de los 60.
Al Sr Español padre tuve que ir una vez a verle para que le diera el visto bueno a una factura para poder cobrarla en el organismo que el presidía y la verdad me dejo muy mala impresión, no le dio el visto bueno , todo desarrollado con un prepotencia que me causó una impresión, tendria yo 15 años, y comprendi que por la vida no se puede ir de esa manera, por mucho cargo y formacion que se tuviera.Despues ya de este SR con el tiempo era lo que yo veia y oia en el mundo de la zona del muelle donde yo hacia mi vida y trabajo.Con mi suegro, fallecido, gruista de la Junta de Puerto también me conto sus rifi rafe con este ingeniero.
Así es, ACL, se trataba de la Avenida Enrique Martínez. Ya ven. Precisamente la de un hijo adoptivo que tanto benefició a la ciudad y resulta que el primer ayuntamiento democrático acordó eliminar su nombre…
Creo que la Avenida a la que se refiere Nicanor es la de Enrique Martínez. Ciertamente, fue cambiada por la Avenida de la Bajamar en el año 1979, por acuerdo del primer Ayuntamiento democrático de la ciudad. También en la misma fecha se aprobó el cambio de nombre de otras calles, plazas y avenidas, pretendiendo el Ayuntamiento recuperar la nomenclatura antigua. No obstante lo anterior, Enrique Martínez y Ruiz de Azúa, fue ingeniero director de la Junta de Obras del Puerto de Cádiz e ingeniero Jefe de la Provincia, favoreciendo e impulsando en 1909 las obras de canalización y dragado del Río Guadalete, proyectando además en 1911 las obras de encauzamiento de la corriente de agua. Es hijo adoptivo de esta ciudad por acuerdo municipal de 15 de diciembre de 1909.
El impulsor y alma mater del homenaje conjunto a don José A. Español Caparrós, por parte de la Demarcación de Andalucía Occidental del Colegio de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz, fue don José Antonio Bravo Barrero, igualmente ingeniero de caminos, canales y puertos, ejemplo de ingeniero portuario y que ha permanecido casi toda su vida profesional al servicio de la Junta del Puerto hoy Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz. En la actualidad, felizmente jubilado, reside en El Puerto. Recibió en 1997, medalla al mérito profesional del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.
Después de nueve años de su partida, como queda dicho en esta página, no se ha reconocido por parte de las instituciones su trabajo a favor de la ciudad Pero si algún día desde el Ayuntamiento a alguien le sale la feliz idea de pedir una calle o plaza a su nombre que no se cometa la injusticia de hacer desaparecer su nombre como ocurrió con una avenida a nombre de otro ingeniero…
En esta ciudad, en los años sesenta y setenta, sin duda alguna, uno de su más grande impulsores y colaboradores en obras y proyectos sociales , sin trincar ni mangar una sola peseta, no como la corruptela de hoy. Mucho tuvo que ver en la construcción del estadio “José del Cuvillo”, inaugurado el 20 de agosto de 1972, tanto en la ubicación como en el retranqueo del mismo, así como en los inicios del Patronato Municipal de la Vivienda “Nuestra Señora de los Milagros” que tan dignamente dirigió el bueno de Manolo Rebollo.
Aun recuerdo ver a los hermanos Español ir al colegio de La Salle en el coche oficial del padre, algo que no entendíamos en aquellas fechas. El conductor, un hombre prudente y con bigote, haciendo de canguro,
guardaba el seat oficial, en un garage de la calle Nevería.
Y también la bronca y no se si llegó a las manos, del padre de los Español a Don Vicente, el maestro de inglés, que tenía las manos muy largas, ... propias de "la letra con sangre entra" de aquella época. La que se lió en los pasillos del Colegio fue chica. Un poco más y a Don Vicente casi lo defenestran.