Antonio Jiménez Salguero, nació en El Puerto, el 2 de Abril de 1902. Este hombre marcó unos años de los treinta a los sesenta, en esta Ciudad, donde muchos porteños o portuenses recordamos su arte y le reconocemos como parte de nuestra historia y patrimonio de El Puerto. Poco hablador, de profesión limpiabotas o betunero, de talla media para aquella época. Lo recuerdo con su caja en la mano y su banquito debajo el brazo, camino de la cadena de bares, que en aquellos tiempos arropaban a la plaza de Abastos: Bar los Dos Pepes, Bar Casa Pancho, Bar los Milindris, Bar Rueda, Bar El Nº 3, Bar la Burra, y Bar Juan Rabago, entre otros. Esta fue su ‘zona de caza’ zapatos. En algunas ocasiones visitaba los Casinos de la calle Larga, y algunos establecimientos de la zona centro. Cuando sacaba el dinero, que el creía que era suficiente, marchaba para casa, y siempre decía: «--Mañana el Pare Dios dará». Vamos a relatar una buena colección de anécdotas de su vida. /Foto: Colección LSA.
Nunca bebía metido en faena, siendo muy responsable en su trabajo, aunque algunos digan lo contrario. En sus buenos tiempos, vestía chaqueta oscura y calzaba botas de tacón cubano, y pañuelo al cuello, tocado con una gorra, siempre aseado. En verano cambiaba chaqueta, por una camisa cubana, y las botas, por alpargatas.
Como buen calé, supersticioso, el día que salía a la calle y veía algo raro o extraño, volvía a su domicilio, se encamaba hasta la mañana siguiente. Tenia muchos clientes y amistades tales como, Ramón Insua, dueño de varias carnicerías, Federico Sanchez Pece, secretario del Ayuntamiento, Natalio Jiménez, oficinista de Osborne, amigo y un monárquico defensor de los derechos del Conde de Barcelona.
Y Luis Bootello, jefe de estación de El Puerto, gran aficionado, por su casa pasaron grandes artistas, como fueron Caracol, Lola Flores, Ramón Velez, El Beni de Cadiz, y José Brea ‘Breita’, decía del Caneco: «fue un hombre que no le gustaba cantarle y bailarle a cualquiera, tuve que rogarle mucho, para poder verlo actuar». Podría mencionar machas mas personas relacionada con el, pero creo dejarlo aquí, porque sería interminable.
La calle Sierpes, en el lateral de la Plaza de Abastos.
En estos tiempos los mayetos de Rota, y camperos de El Puerto, exponían y vendían sus producto de frutas y hortalizas, en la Placilla; los días de venta para Antonio, eran su salvación, betunaba muchos pares de botas y zapatos de los señores camperos, de este rincón. Cuando entraba tiempo lluvioso y no podía trabajar, miraba al cielo exclamando, «Pare, déjame trabajar un poquito».
Se casó con una gitana muy conocida en El Puerto, de aquellos años, de nombre Angustias Flores Suárez, nacida en 1902, en Jerez, y ochenta años viviendo en nuestra Ciudad. Tenía mucha gracia y bailaba por fiesta como decimos por aquí, ‘para comérsela’. Existen varios reportaje de ella tomada por televisión en el Bar La Burra, de los años setenta. Actúo en Cadiz, en el homenaje a la Perla de Cadiz, en el teatro Andalucía, en el año 1974, con el cuadro de los viejos de televisión, con Pepa Campo, El Berza, de Jerez, Manuel de Jesulito, y La Angustia, que por cierto en el cartel le pusieron Angustita.
En los años cuarenta vivía en el número 15 de la calle de la Rosa, con su esposa y su madre Remedio Jiménez Salguero, de 88 años de edad, de Arcos de la Frontera, por los datos tomados de archivos, fue hijo de padre desconocido. Se unió sentimentalmente, a una jerezana de nombre María Lancera Jiménez, nacida el 6 de Mayo de 1911, apodada ‘la Esparraguita’, estupenda cantaora por soleá, seguiriya y su palo fuerte: la saeta. Esta mujer se enamoró de Antonio, en una boda gitana, en Jerez, y se ‘ajuntaron lo do’, en el habla del barrio. Fue una porteña de capa y espada, sin haber nacido en esta tierra.
SUPERSTICIOSO.
Estos dos o tres años del cuarenta y cinco vivieron en la calle Santa Clara 16. Lo que no entiendo es como este hombre vivió en esta calle, cuando sabemos que por esta, pasaban todos los entierros de El Puerto, camino del Cementerio, en estos años, y al Caneco, no le gustaba pisar esta rua. Volvió con su esposa, en mil novecientos cincuenta, y recogieron a un niño, de nombre José Antonio García Bernal. Este fue la gran ilusión de su vida, siempre tenia en la boca a su hijo. /El Cristo del Amor de Via Crucis en la calle Santa Clara.
Cuando traía algunas ‘medias chicas’ de mas, tenía siempre esta frase: «--Mi hijo Antonio, hijo de pare cristiano», y la única forma de verlo bailar, cantar y hablar, --la media chica en aquellos tiempos era una copa de vino aproximadamente--. Hoy existen un bar con el nombre de la Media Chica, de mi amigo Jesús Espinar Fernández, en la calle, Alquiladores.
SU HIJO JOSÉ ANTONIO.
Cuidó de su hijo, con una educación, de gitano cabal. Movió en los años cincuenta, cielo y tierra para poder meterlo en el colegio de los Jesuitas a, José Antonio, ‘el Caneco Hijo’. Este fue amigo mío, nos criamos y jugamos en el barrio pobre, de los flamencos del Puerto aunque yo tengo algunos años mas que él. El Caneco hijo, emigró a Mallorca, como tantos portuenses hemos tenido que dejar nuestra tierras. Solía venir de vacaciones a su Puerto, cuando podía. Un año me lo encontré por el Camino de los Enamorados, tenía piso, en un bloque de esta zona. Estuvimos en el bar Mora y hablamos dos o tres horas de su padre, y de la calle de la Rosa, donde quedó en pasarme fotos familiares. Estaba muy entusiasmado en poder ver algún día el nombre de su padre plasmado en un libro o metido en Internet. Mi gran sorpresa fue cuando me enteré de su fallecimiento el año pasado, Tenia un gran orgullo de haber sido hijo de Antonio Jiménez Salguero ‘el Caneco’. Fue un ser muy noble, el tiempo que yo lo traté; no era de raza gitana, pero se sentía gitano por su Bato, (que significa padre en caló). /El Caneco, elegantemente uniformado.
AFICIONADO.
Del Caneco, hay que decir, que no fue un bailaor completo, para actuar en teatros, fue artista para el buen aficionado, entendido en flamenco. Entraba en el baile por bulerías al revés, y encogía cuerpo hasta colocarse de rodillas, con unas facultades extraordinarias, yo nunca he visto a ningún bailaor ni aficionado, bailar de esta forma, era único en lo que hacía, un compás extraordinario de los flamencos de esta tierra. Tenía duende y solera, todo se lo llevó con el, al mundo de los que no se manifiestan. Su cante era rancio, no tenía la voz bonita, pero si el sentimiento de su genética, que nos hacia retroceder a sus paisanos, Tío Juan Cortes ‘el Cagón’, José Monje Antúnez ‘el Chaquetón’, Francisco de Paula Ortega ‘el Fillo’ y Tomas Vargas ‘el Nitri’.
QUE ME QUITEN LO BAILAO.
En el libro de Juan Farina, bailaor nacido en El Puerto pero afincado en Chiclana: ‘Que me quiten lo bailao. Vida y Arte de Juan Farina’, nos comentaba: «--Me fui en los años sesenta, a la capital de España, con un ramilletes de paisanos nuestro como fueron Anzonini, El Caneco y Pepa Campo, contratado por una sala de fiesta o tablao flamenco, de nombre Torres Bermeja. Antonio le repetía constantemente ‘Pepa, y Anzonini, a mi no me gusta este pueblo tan grande, aquí se pierde uno y no aparece en la vía’. A los tres o cuatro o días de estar en Madrid, desapareció de la pensión donde estaba hospedado. Pepa y Anzonini, lo estuvieron buscando un par de días por comisarías y hospitales, de Madrid, y no aparecía. Llamo Anzonini, por teléfono a un gran aficionado portuense, que fue Luis Bootello, y le comento lo que pasaba con ‘el Caneco’. La respuesta de Luis, fue la siguiente: ‘esta mañana me estuvo abrillantado los zapatos, en el bar de La Perdiz, serian las diez y media de la mañana’. Las voces de los dos compañeros de fatigas, fuerons las siguientes: ‘que bien baila, pero que hijo de la gran puta’». /Portada del libro ‘Que me quiten lo baila o’, de Alejandro Luque. Relato en el que se funden la anécdota y la literatura, el testimonio y la hipérbole, la buena y la mala memoria, el lector encontrará sin duda es verdad del mundillo del arte que aún estremece. Año 2000.
No fue hombre que le gustara bailar para aficionados que no entendieran su arte, en algunas ocasiones en reuniones con aficionados, como no le gustara el ambiente, se marchaba sin decir palabra. El ya mencionado Juan Farina, portuense afincado en Chiclana, al que tuve el placer de conocer y hablar de este magisterio, en muchas ocasiones, me dijo: «--Estando en Madrid, conocimos allí a muchos artistas del baile y el cante. Recuerdo al Caneco, cuando bailó por la primera vez en el tablao, no estaba muy a gusto, y no se encontraba bien, pero bailó genial». /Anzonini, en la Feria. Foto: Colección Miguel Sánchez Lobato.
Un monstruo, como fue Antonio Ruiz Soler, bailarín, bailaor, y coreógrafo dijo de Anzonini y del Caneco: «--No se puede bailar con mas compás ni mas flamenco por bulerías. En otra ocasión le escuché yo decir: «daría años de mi vida por tener el compás de Anzonini».
El mostrador de Los Milindris, en la década de 1950. Simón e Ignacio, los dos primeros de la izquierda. /Foto: José Ig. Delgado Poullet, para el libro 'Tabernas y Bares con Solera' de Enrique Pérz Fernández.
EN LOS MILINDRIS.
Voy a contar un suceso, que me ocurrió cuando yo tenia cuatro años, en la puerta del bar ‘Los Milindris’, me alejÉ de la casa de mi abuela, que estaba cerca este local y quise entrar en la puerta que daba a los reservados, con la mala suerte que resbalé y me hice una herida, de seis puntos en la ceja. El Caneco y Manolo Anzonini, eran contertulios de establecimiento, me cogieron, y me llevaron en brazos al Hospital Municipal, con mi abuela. Cuando nos veíamos siempre me preguntaban, «--¿Te acuerdas Antoñito, cuando te caíste?». Otros contertulios de este bar fueron: El Chumi, El Negro, Alonso, del Cepillo y Pepe Hano y Julio el del Ocaso, buen guitarrista, yerno del Cepillo, vivió gran parte de su vida en Sevilla, tiene un tratado de guitarra.
MACANDÉ Y CANALEJAS.
Tuvo otro gran admirador de su baile y de su arte, Macandé, nombre de Francisco Gabriel Díaz Fernández, de Cadiz, (1897- 1947). Lo vió bailar en una fiesta, y quedo prendado del duende de Caneco. El Negro: «--Macande, no hablaba con nadie, al único que le decía primo y le daba un beso y un abrazo era, al Caneco, y lo que decía éste iba al cielo. Yo no he visto una cosa igual en mi vida, con lo raro que era este gitano de los caramelos de Cadiz, y lo bien que cantaba». Canaleja de Puerto Real fue un gran admirador del baile y el cante de nuestra tierra, y con Antonio, se metió en fiestas en varias ocasiones. /En la imagen, Mancandé y Carlos Montoya a la guitarra.
LA ‘MUERTE’ DE ANGUSTIAS.
Hay muchas anécdotas de este personaje con mayúscula. Tiene una muy simpática: una tarde noche llegó a su casa, y se encontró a la Angustia, tendida en la cama, muy lacia; intentó reanimarla y no respondía, salió a la calle exclamado, «¡--La Angustia esta muerta!». Una vecina, fue en busca del médico Don Agustín Fernández, que en aquellos años vivía en la calle Cielo. Este médico tomo su maletín y se encaminó al domicilio de la muerta, la estuvo reconociendo y, cuando terminó, dio su diagnostico: «--Antonio, la Angustia no esta muerta, esta muerta de Anís». La respuesta del Caneco fué: «--Perdón pare mío, Don Agustín, dos tiros le den a la Angustia, y veinticuatro, me den a mí». Por los comentarios en el barrio la Angustia, se tomo unas copitas de una media botellita de anís ‘Sota de Bastos’, que en aquel tiempo estaba muy de moda en El Puerto. Este doctor era muy querido en el Barrrio Gitano. Estos hechos ocurrieron en unas vísperas de Navidad.
CON UNA CHIQUITA DE MAS.
Cuando llevaba alguna chiquita de mas, llegando a calle Cielo esquina con Cervantes, entraba en el Colegio de Monjas del Niño Jesús, conocido en El Puerto, por el Asilo de Huérfanas, también colegio de pago, para los mas pudientes. Si estaba la capilla abierta entraba, y se hincaba de rodillas, santiguándose con la palma de la mano, exclamando:
«Yo soy hijo de mare cristiana,
y mi hijo Antonio, es de pare cristiano,
¿amen, pare mío?».
La monja portera del Asilo, como le conocía, le decía: «-- Antonio, márchate a casa, que hay que cerrar la puerta». Éste muy obediente se dirigía a la monja, le daba beso en la mano, y le decía:
«Usted es mare cristiana,
hija de mare y pare cristiano,
amen».
EL CURA DE SAN JOAQUÍN.
Don José, párroco de San Joaquín, para escucharlo, le interpelaba: «--Antonio, ¿porque entras en la capilla del Asilo, y no entras en la Iglesia?» Respuesta del Caneco: «--Don José, pare mío, es que me coge muy retirao», habría unos setenta metros de distancia entre el Asilo y la Iglesia. En el barrio se decía que Don José Maria Rivas Rodríguez, era de raza gitana. Tenia un léxico muy gitano y su pronunciación dejaba mucho que desear, lo que
compensaba con su gracia. /En la imagen, José María Rivas Rodríguez, presbítero.
En el Puerto había muchos imitando al Caneco, en su habla, pero el que mejor lo doblaba para mi, fue Ramón Iglesia Villar, conocido en el barrio por ‘el Ramóni’, familia de la calle Lechería; éste sigue viviendo en esta zona, que para mi, ha perdido el en canto y la gracia de aquellos años.
Me han comentado varios aficionados al flamenco de esta ciudad que existe una película de ocho milímetro del Caneco, bailando en una fiesta en el Vapor Adriano II, en la zona alta del barco. Espero localizar esta cinta, para que vean como bailaba este paisano nuestro.
Se pueden contar muchas más anécdotas y datos de este gitano, dicho en buena ley, pero yo creo que he cumplido, con lo que he expuesto, dar mas información, estaríamos en meternos en cosas mas personales. Tuvo un altercado lamentable con dos conocidos porteños, que suena mejor que portuense, que no voy revelar sus nombres, muy conocidos en esta ciudad. Tenían dos copitas de mas, y en su estado de embriaguez, obligaban al Caneco, que cantara y bailara, y le insistían de forma reiterada. Ante tanta provocación, cogió su caja y repartió dos o tres cajonzazos, hiriendo a estos dos individuos, defensa que pagó con quince días de cárcel, la que estaba situada en la Plaza de los Cantaros.
La calle de la Rosa.
Fue amigo de mi padre y cuando pasaba por la chatarrería, en muchas ocasiones se paraba y le espetaba: «--Nino, lo vamos nombrar alcalde de los gitanos y de los gachós del barrio», se despedía de una forma muy curiosa. «--Hasta mañana, si el Pare Undebé, quiere». (Undebé, es Dios, en el dialecto Caló).Todos los gitanos y payos del barrio, admiraban y querían este calé, el de los pañuelos de lunares y las camisas blancas bien planchadas. Su óbito se produjo el 2 de Abril de 1962. Dio una caída en una zanja abierta, del alcantarillado de la calle de La Rosa, y esto aceleró su muerte. Al Caneco hijo, estés donde estés, te doy las gracias y tu sabes bien, que lo siento, que no hayas podido ver la pequeña biografía de tu Bato. Como último recurso lo verán tu viuda e hijos. (Texto: Antonio Cristo Ruiz).
Inmaculada Marques Gomez, gracias por tu comentario al articulo. Yo conoci Antonio Garcia Bernal, y nos criamos en la calle de la Rosa, algun dia hablaremos de el.
Un saludo cordial
enhorabuena, por este articulo tan completo y maravilloso, el cual algun dia le podre mostrar a mi hija, para que conozca mas a fondo sus origenes; ya que es una bisnieta del caneco.Me haria mucha ilusion, poder leer algun dia un articulo asi referido a mi suegro Jose Antonio Garcia Bernal (caneco hijo), ya que quien lo conocio, sabe que era una gran persona, merecedora de esto y mas. Muy agradecida por sus palabras la familia Garcia- Marques, (hijo,nuera, y nieta del caneco), un saludo
Gracias Antonio Barberan, por tus comentarios. La frese, sin trincá, era el logotipo del inolvidable Benito.
Un cordial saludo flamenco de tu amigo Antonio Cristo.
Muchas gracias Antonio, con aportaciones tan sabrosas como la tuya el flamenco se engrandece aún más. Que sepas querido amigo, que te tengo mucho aprecio por tu tesón y entrega para con el flamenco. Y todo esto sin trincá, como diría el bueno Beni.
Saludos flamencos.
Gracias amigo Jesus Alonso.
¡Enhorabuena!
Tu propósito de enriquecernos intelectualmente, es de un autentico maestro, con comentarios y palabras sabias, que de verdad nos dan a conocer personas y épocas que a amplían nuestros conocimientos y mejoran nuestras vidas.
Gracias, David Oliva Villar, por tus comentarios y mas viniendo de tu persona, como artista flamenco que eres.
Un fuerte abrazo.
Mi enhorabuena a mi amigo Antonio Cristo por el trabajo biografico que ha echo sobre el caneco,todo elaborado con mucho arte.Me quito el sombrero por ti Antonio, como flamenco que soy,aprendo mucho de ti.Eres una maravillosa persona y un gran flamencologo que he tenido la suerte de conocer.Un abrazo.
Muy buena biografia ,te felicitamos tito muchos besos
Te felicito por esta biografia ,esta muy entretenida . Eres un genio , muchos besos.
Muchas felicidades por esta gran biografía del Caneco.Enhorabuena.
ANTONIO SU HIJO FUE COMPAÑERO MIO EN LA SAFA,CUANTOS RECUERDOS TENGO CUANDO NOS ENCONTRABAMOS CON SU PADRE TENIA ADMIRACION Y UN GRAN CARIÑO POR SU HIJO RECUERDO QUE SIEMPRE LE DECIA ANTOÑITO HIJO MIO
Gracias por tus comentarios, Antonio Gutierrez Ruiz, te digo lomismo por tu libro, sacado del horno recientemente.
Felicitarte es poco. Agradecer tu aportación, insuficiente, emocionante es la palabra que define la lectura de tu colaboración, gitano de espíritu.
Un abrazo. Antonio.