De padre catalán -de ascendencia italiana- y madre austríaca, Fernando Monguió Becher (Madrid-1917 El Puerto de Santa María-1995) nació la víspera de Reyes, viviendo sus primeros años en Austria con su madre, Agnes Becher Seite, en la ciudad Waltersdorf an der March, fronteriza con Eslovaquia, donde realizaría sus estudios primarios. Regresa con su madre a España en 1927 y entonces aprende el castellano.
El año del nacimiento de Fernando es previo a la I Guerra Mundial. Se publica “Platero y Yo” de Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado sus “Poesías Completas”. En Berlín se crea UFA (Universo Film AG), la famosa empresa cinematográfica. Ese año nace el economista y escritor español, José Luis Sampedro, el novelista británico Anthony Burgess y el mejicano Juan Rulfo, así como el que llegaría a presidente norteamericano John F. Kennedy e Indira Ghandi, --ambos asesinados en el ejercicio de sus cargos--, los actores Fernando Rey y Robert Mitchum. En 1917 recibe el Premio Nobel de la Paz el Comité Internacional de la Cruz Roja. Difícil lo tendría en los años venideros.
Estudia el bachillerato bilingüe en Madrid, en el Colegio Alemán, en alemán y español, trabajando como aprendiz en la sucursal del Banco Dresnerbank y luego en el Banco Germánico de la América del Sur. Previsor, sus ahorros los dedica a viajar y perfeccionar los idiomas, recorriendo Europa en unos años sumamente complicados: Alemania, Francia y la otrora española Filipinas, entre otros lugares del mundo que recorrió, gracias a sus conocimientos de sus lenguas maternas: alemán, español, además del inglés y francés y algo de italiano.
CON PRIMO DE RIVERA.
Desde muy joven se introduce en los ambientes políticos de la época. Durante la II República se afilia al grupo político monárquico del Dr. Albiñana. Ello le permite entrar en contacto con el entorno de José Antonio Primo de Rivera y asistió al Teatro de la Comedia el 29 de octubre de 1933, formando con 19 años, parte de la guardia de vigilancia durante el acto allí celebrado que dio lugar a la fundación de la Falange Española, poco después. En 1934 es nombrado Jefe de la 3ª Falange de la 3ª Centuria de la FE de las JONS. Igualmente, en octubre de 1934 resulta elegido presidente del Sindicato de Empleados de Oficinas y al mes siguiente, en noviembre empieza la carrera de Derecho en la Universidad Central de Madrid. (En la imagen, vista del escenario con la mesa de oradores, en el Teatro de la Comedia).
Fue detenido -por tercera vez- el 22 de mayo de 1936 por custodiar en su casa unas armas que le había confiado la Falange, en aquel convulso Madrid de la preguerra incivil y encarcelado en la Modelo. Tres meses mas tarde, la cárcel es asaltada por los milicianos y se producen sacas de diversos grupos entre los que se encuentra Fernando Monguió, conocido entonces por Fernando Becher (su apellido materno).
MONGUIÓ, FUSILADO.
El 22 de agosto de 1936 ocurre la tragedia y tal y como cuenta Diario de Cádiz en un artículo publicado en noviembre de 1998: «En la madrugada del mencionado día junto a sus compañeros de celda fue dispuesto en el patio de la prisión para ser fusilado. Los siete impactos de bala que recibió le alcanzaron en brazos y piernas, mientras que varios cadáveres lo cubrían. La suerte le acompaño además cuando al guardián que efectuaba los tiros de gracia se le encasquilló la pistola. Pocas horas después, Agnes Becher, se personaba en la prisión para solicitar el cadáver de su hijo, aludiendo además a la doble nacionalidad de la familia. Fernando Monguió seguía vivo y se restableció de las heridas. [...] El nombre de Monguió permaneció en la relación del “Monumento de los Caídos” en Madrid, pese a que residía plácidamente junto a su mujer y diez hijos en El Puerto.» (En la imagen, el carné de falangista de Fernando Monguió).
Monguió inició, herido, un nuevo periplo por Europa, aquella Europa que conocía de su etapa de estudiantil. Fue atendido de sus heridas en la Embajada de Austria donde le facilitan un pasaporte de ese país. El 25 de agosto volaría hacia Alicante y de ahí a Lisboa. En septiembre llegaría a Hamburgo, saliendo de Altemberg (Alemania) de dicho país en dirección, de nuevo a Lisboa. Luego vendría Salamanca, Burgos...
PRESO DE LOS REBELDES O “NACIONALES”.
Continúa Diario de Cádiz «Fernando Monguió también conoció la cárcel de bando nacional durante la Guerra Civil. Tras la muerte de Primo de Rivera apoyo a Hedilla en la negativa de fusionar Falange con los Tradicionalistas, como era el deseo de Franco, lo que le supuso unas semanas en prisión. Su valía como soldado y sus conocimientos de alemán le permitieron cobrar pronto la libertad, para incorporarse como instructor en las academias de militares de Avila y Miranda del Ebro. Recibió varias condecoraciones por su labor en la guerra y fue herido en la toma de Teruel.» Entre otras: la Medalla de Sufrimientos por la Patria, Medalla del Mérito Militar, Medalla de Campaña, Cruz Roja del Mérito Militar y Cruz de Guerra, además de la Medalla de la Vieja Guardia con Cinta del Yugo y las Flechas y Pasador de dos Flechas Blancas. (En la imagen, en el frente de Teruel).
SU VIDA PROFESIONAL Y EL PUERTO.
Finalizada la contienda, concluye la carrera de Derecho en 1943, renunciando a los “exámenes patrióticos”, aquellos en los que se aprobaba a los universitarios más por los servicios prestados en trincheras que por sus conocimientos. Oposita al Cuerpo de Corredores de Comercio y, en 1945 obtiene plaza en Santa Cruz de Tenerife. Se casa con la jerezana María del Carmen Vecino, con quien tendría 10 hijos, el mas pequeño de los cuales, Darío, se ha dedicado a estudiar y divulgar la vida de su padre. Luego pide traslado a la península para cambiar de clima y es destinado a Arcos de la Frontera, de allí a Sanlúcar en 1951 y 10 años después a El Puerto, el 5 de enero de 1961, donde ejercería su profesión hasta 1987, año de su jubilación y donde pasaría la mitad de su vida. Permanecería jubilosamente jubilado y con una importante actividad intelectual hasta el final de sus días, acaecido el 29 de octubre de 1995, con casi 79 años
ACTIVIDAD INTELECTUAL.
Monguió se distinguió, complementariamente a su labor como corredor de comercio, abogado y procurador de los tribunales, por sus trabajos de investigación histórica y sus artículos periodísticos. Se diplomó en Genelogía, Heráldica y Nobiliaria por un instituto perteneciente al CSIC. Fue miembro de la Academia de San Romualdo de San Fernando, del Centro de Estudios Históricos de Jerez, del que llegaría a ser su vicepresidente. Perteneció al Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas. Fue Caballero de de la Orden Hospitalaria de Cádiz y miembro de la Cofradía Nobiliaria de Caballeros de San Ildefonso y San Atilano, de Zamora. Hacía maquetas de barcos, pintaba, ...
Soy Maria VECINO PEÑIN Hija de Abilio VECINO ESCAJA natural de SAN CEBRIAN DE CASTRO ( ZAMORA ) allá por los años 60 aparecieron por el pueblo Fernando y M Carmen preguntaron por algun residente de la localidad con apellido VECINO y alli se conocieron las dos familias ,entablando una bonita amistad. Recuerdo que en Navidad nos enviaban los ricos vinos del Puerto que celebrabamos enormemente . siguió una relación epistolar y telefonica que se mantuvo hasta el fallecimiento de mi padre en 1984.posteriormente mi hermano Angel siguió manteniendo relación con Carmen y algún miembro más de la familia.
Actualmente vivimos los hijos de Abilio uno en Madrid y dos en Vizcaya.
Estuve en el despacho de D. Fernando Monguió, casi tres años como secretaria, y guardo un recuerdo tan maravilloso de él, así como de su familia.
Fué un trabajo que me recomendó Juan Lastra, gran amigo de ellos, y desde lo primer día me sentí encantada.
Mi reconocimiento y admiración ante este gran señor.
Atentamente,
Maria Cristina.
Tremendos recuerdos de Fernando y su famila, empezando por su esposa, Mª del Carmen Vecino, y todos sus hijos. Compartí muchos días de infancia con ellos, sobre todo en su primer domicilio de la calle Federico Rubio e inolvidables excursiones al campo, donde transmitía su amor al aire libre y la familia, mochilas y cantimploras al hombro nos descubrió la sierra y pantanos de Cádiz, (no olvido las latas de atún con tomate (antipasti) que siempre llevábamos.
Siempre quedará con cariño en mi memoria.
Agradezco muchisimo el que os acordeis de mi padre en esta publicación. Sobre todo agradezco los comntarios que acompañan, y que me hace pensar que despues de casi quince años de su muerte, todavia hay gente que lo recuerda con cariño.
Mi padre era un enamorado del Puerto. Cuando llegó aqui, en los años 60, le maravilló los palacios escondidos y sus escudos dando fé del pasado y mostrando las numerosas casas nobles que por aquí habian pasado.
Aficionado a la fotografia, se dedico a fotografiar los escudos de las fachadas portuenses, sabiendo que un dia podrian desaparecer dificultando el rompecabezas de la historia de esta ciudad.
Para mi fue un padre ejemplar tanto en su vida como en su muerte, una persona que es raro el dia que no lo añore.
Fernando Monguió no había Navidad que no estuviese en los conciertos que el Orfeón Portuense, el desaparecido Coro San Francisco o cualquier otro grupo daban en Vistahermosa. Quede con estas líneas patente mi recuerdo y agradecimiento a tan fiel y culto espectador.
En otro orden, siento discrepar de lo expuesto sobre exámenes patrióticos: es verdad que si no sabías un tema y te sabías otro, te servía para aprobar. Pero a quien no se sabía ninguno o no tenía al menos un mínimo de conocimiento, ya podían venir con la pechera cuajada de medallas, que no dudaban los catedráticos en suspenderles.
(Testimonios de Torcuato y Cayetano Luca de Tena y José Orlandis, que ingresaron en la Universidad entonces y no precisamente por su cara ni apellido)
Fernando, al que tuve el honor de conocer, tratar y ser su amigo, fue un gran especialista en Derecho marítimo medieval y en otros muchos temas que le inquietaban. Entre las obras que escribió hay una monografía ,que me dedicó, titulada "Pedro La O , opulento cargador a Indias", ejemplar trabajo de investigación de primera mano. Al Archivo Histórico Municipal de El Puerto dono su colección de fotografías de escudos de armas en las casas portuenses, única, pues ya muchos de esos escudos no existen, gracias a la permisividad de las autoridades locales. Aparte de su azarosa vida, fruto de sus inquietudes y del momento en que le tocó vivir, las actividades y la obra de Fernando no han sido estudiadas con profundidad. Confío en que su hijo Darío lo haga, pues lo merece. Enhorabuena por haber traído hoy a este portuense de adopción que se integró en nuestro paisaje urbano con tanto cariño a esta ciudad.