Pepe Morillo León (José Lucas) nace en la calle Santa María, el 18 de octubre de 1921, hijo de María Victoria Felisa León Marín, segundo hijo de su matrimonio con Manuel Morillo Pedermonte; fueron sus padrinos Pedro Eugenio Mena Fernández y Manuela Ponce Troncoso. Muere a la edad de 70 en su casa de la calle San Juan, número 20, el 7 de julio de 1992, hace ahora 17 años.
El año del nacimiento de José Lucas, 1921, el astrónomo catalán José Comas y Solá descubre el asteroide (945) ‘Barcelona’. Con motivo del séptimo centenario de la catedral de Burgos, se trasladan a dicho templo los restos del Cid y su esposa doña Jimena. La fusión de los grupos escindidos del PSOE, Partido Comunista Español y Partido Comunista Obrero Español da lugar a la creación del Partido Comunista de España.En Suecia, las mujeres obtienen el derecho a votar. Este es el año del Desastre de Annual en un caluroso julio, mientras en agosto en La Haya (Países Bajos) se celebra el Congreso Internacional sobre los Derechos del Hombre. Nace también el actor y cineasta británico, Peter Ustinov y la cineasta de la misma nacionalidad, Deborah Kerr. Nace, igualmente el director de cine Luis García Berlanga y el escritor, actor, y cineasta Fernando Fernán Gómez. El poeta onubense que estudió en los Jesuitas de El Puerto, Juan Ramón Jiménez, funda en 1921 la revista ‘Índice’. (En la imagen de la izquierda, con María Gálvez, conocida matrona amiga de su madre, en una visita a Cádiz, con pocos años).
Con unos amigos, en una atracción de Feria, sobre un caballo de cartón. Pepe en el centro, llevando las riendas. A la derecha Ramón Sánchez Pina, padre de Miguel Sánchez, funcionario de Inspección Fiscal del Ayuntamiento.
En 1926 pierde a su padre y, en 1932 a su madre quedando huérfano a la edad de 11 años, haciéndose cargo su padrino hasta que pasa a estudiar en los Salesianos de Cádiz, junto a su hermano Manolo. Allí aprende a tocar el clarinete, la batería y otros instrumentos musicales, --también aprendió los oficios de impresor y barbero-- pero donde realmente se distingue es en su afición por el teatro y la poesía, preámbulo éste de lo que iba a ser toda una vida, pues en el mundo del teatro destacó con un grupo de aficionados locales a lo largo de cerca de tres décadas.
REGRESO A CASA, PRIMEROS TRABAJOS Y LA MILI.
Finaliza el colegio y vuelve a casa de su padrino, siendo su primera colocación en la imprenta Gráficas Andaluzas, por aquel entonces Vda. de Luis Pérez Pastor. En los años 1940 y 41 el padrino manda a los hermanos Morillo a comer a la Fonda Bartolo, existente en la calle Vicario, donde según manifestaciones posteriores, “—gracias a aquellos guisos, le debo el cuerpo que tengo”. Pagaba el padrino cinco pesetas de la época.
Perteneciente al reemplazo de 1942, hace el servicio militar en el Regimiento de Ingenieros, con guarnición en Pamplona. Perteneció a Maestranza de Ingenieros, recorriendo en Africa los campamentos de Venzú, Gardía Aldabes, Punta Altares, Tesarasa de Añéra y Zoco Gemi, licenciándose en Sangüesa en 1945. Su hermano Manolo, ingresó como voluntario en la ‘División Azul’, marchando a Rusia, donde fallecería en uno de aquellos frentes de guerra. Su amigo Ramón Sánchez Pina tendría más suerte, regresando a El Puerto donde continúa viviendo, afortunadamente, con una edad muy avanzada.
Tras sufrir un infarto relativamente joven, Pepe Morillo recibió un homenaje de sus compañeros de trabajo de la Caja de Ahorros de Cádiz y amigos. En la fotografía, de izquierda a derecha: Pepe Arjona, Manolo, Joaquín Camacho, Agustín Fernández, Juan Garcelá, José Antonio Lojo, Manolo García (padre de Manolo García Campos, equipado con un gigantesco silbato de árbitro), Guillermo Romero Rivas, Antonio Gil González. Agachados, Manuel Jarque 'Chicharito', Fernandito Arjona, Carlos Quiñonero Anguiano, Carlos Quevedo Janina, Juan Muñoz Aparicio, Paco Gey Salazar con banderín y Luis Muñoz Cuenca, ayudante de 'Chicharito'. En el Campo Eduardo Dato, Pepe Morillo aparece con un traje oscuro, delante del equipo. Década de 1960.
CAJA DE AHORROS DE CÁDIZ.
Al regreso del servicio militar su vida laboral pasará de nuevo por los oficios de impresor, oficinista de la Seguridad Social en 1949, pasando por todos los puestos de oficina en la que fue Caja de Ahorros de Cádiz, hoy Unicaja, entidad en la que ingresa en 1951 como primer cajero-interventor con firma reconocida y se prejubila como delegado, dada su afección coronaria. Sus compañeros al principio fueron: Enrique Ortega, Antonio Carmona y Guillermo Romero Rivas. Más adelante se incorporarían Manuel Guerrero, Francisco Matiola, Abelardo Gil, Josefina Sanz hija del Comisario de Policía, Aureo Sanz; Nieves López, hija del cartero López; Anita García y Conchita Péculo. También Carlos Quevedo, José Antonio Lojo, Agustín Fernández, Fernandito Arjona González.
En la imagen posando hace 41 años, antes de la comida de la Caja de Ahorros de Cádiz, en el desaparecido Hotel Fuenterrabía. Aparecen delante, Pepe del Amo, Fernando Arjona Cía, Juan Sepúlveda, Desconocida, y tres desconocidos. En la segunda fila, Pepe Morillo, desconocido, Fernando Arjona González, Carlos Quevedo Janina auditor interno de la antigua Caja de Ahorros de Cádiz, José Luis González-Tánago y Barrera, Desconocido. Tercera fila, Tres desconocidos, Guillermo Romero Rivas, Agustina Pérez, desconocido, Daniel. Moreno, auditor interno Fila superior, Desconocido, Paco Manzano Ortega, Bernardo Ramis, Pepe Arjona, José Antonio Lojo, Desconocido. 26 de junio de 1968.
Y en su última etapa, Paco Manzano, Higinio Obregón, Juan Muñoz, Aparicio, Jesuli Rivas, Agustina Pérez, Carlos Pumar, Berrnardo Ramis, Pepe Astorga, entre otros... Su hijo Manolo –aficionado también al teatro-- continúa vinculado a la entidad de ahorro, en la actual Unicaja.
Además, fue miembro de Acción Católica de la época, hermano de la Veracruz, miembro activo de la Academia de Bellas Artes, donde participaba con ilusión y ganas en la Cabalgata de Reyes de la que llegó a ser Rey Mago en varias ocasiones, (en la imagen el 5 de enero de 1952, de Rey Negro, en una visita al Asilo de Huérfanas de la calle Cielos). Fué colaborador ocasional de la Revista Cruzados.
RADIO PUERTO, EMISORA DEL INSTITUTO LABORAL.
Sus cualidades oratorias descubren en Pepe Morillo una innata preparación para el micrófono, y pasa a ser en 1954 el primer locutor de la Emisora Radio Puerto, Emisora del Instituto Laboral. A través de sus muchas tiene como colaboradoras a las entonces señoritas María Pepa Nogués, Juani Briceño, Juanita Salas y Hortensia Renedo. Esta última fue la pareja profesional que más tiempo colaboró con Morillo en la labor tan humana de dar a conocer a los habitantes de su querido El Puerto, las alegría y problemas de sus habitantes.
La emisora nace en el Instituto Laboral de Santo Domingo, auspiciada por su entonces director, Joaquín Calero, quien consigue del Director General de Enseñanza Laboral, Alejandro Rodríguez de Valcárcel la adjudicación de una frecuencia para El Puerto. El Ministerio de Educación Nacional tenía entre sus planes la instauración de emisoras que, como difusoras de la cultura, llegasen a zonas deprimidas social y culturalmente. Dos aparatos emisores, de diferentes alcances y frecuencias sustentaron la vida de esta emisora hasta 1967. Luis Pérez Sánchez fue una parte importante en la Emisora, como técnico de la misma.
| En la imagen de la izquierda, el micrófono original de Radio Puerto.
El horario de Radio Puerto, partido entre la mañana y la noche, no superaba las tres horas de programación, salvo casos excepcionales. Pepe Morillo capitaneaba desde los micrófonos de la emisora, cuantas iniciativas de interés social necesitaban de la solidaridad de los portuenses. Desde una maratón radiofónica a beneficio de unas inundaciones -en la que se quemaron los equipos-, pasando por la operación botella a beneficio de la Cabalgata de los Reyes Magos que organizaba la Academia de Bellas Artes, o programas educativos y de participación.
Porque la participación era básica en la emisora: se organizaban concursos sobre cultura general o sobre conocimientos de la Ciudad; se dedicaban discos con intervención de los oyentes; o se cubrían acontecimientos sociales. No había acto de interés para El Puerto que la emisora no recogiese o apoyara.
La otra gran afición de Pepe Morillo, el teatro, encontró suficiente espacio en el día a día de la emisora: con la limitación de medios propia de la época, se representaron infinidad de comedias y sainetes de autores locales y andaluces. Agustín Merello, Fernando Gago, Sanchito Sancho y Sancho, Ortiz, los Renedo, eran actores fijos en una plantilla de aficionados a los que Morillo supo ilusionar, tal y como él lo estaba, de forma altruista por y para el esparcimiento y la cultura de El Puerto.
Martinez Alfonso, Enrique Bartolomé y otros profesores del Instituto Laboral, leían sus cuartillas-conferencias cubriendo la faceta divulgativo educativa que la emisora requería para cumplir con sus objetivos. Y la música. En palabra de Morillo, la música de todos los estilos y a la última, era una constante en la radio local de los 50-60. Con el pasodoble de “España Cañí” y su voz, “--Esta es la Emisora de Radio Puerto, Emisora del Instituto Laboral de El Puerto de Santa María” se iniciaron durante cerca de quince años la programación del primer vehículo de comunicación de masas oral de El Puerto, con una emisora escasa de medios, pero llena de contenidos e ilusión, donde ésta y la imaginación suplían las carencias propias del momento.
En La Venganza de Don Mendo, interpreta a Don Pero, a la derecha de la imagen, con bigote y espada por desenvainar.
EL TEATRO.
A Pepe Morillo la atrae la escena, le subyuga, y empieza a trabajar siempre con carácter benéfico siendo su primera obra ‘La Canción del Olvido’; después interpretaría, con su peculiar estilo el sainete ‘El Asistente del Coronel’, ‘La Venganza de Don Mendo’, ‘El Verdugo de Sevilla’, el 26 de enero de 1956. Más tarde vendrían ‘Don Juan Tenorio, ‘Contrabando’, ‘Un Drama de Calderón’, ‘El Rey Negro’. Los hermanos Renedo, Fernando y Manolo Gago, Merche Valimaña, Angelines Ayuso, Antonia Delgado, Rosso, la madrileña Carmina Nuñez Díez, Serafín Álvarez... y muchos más formaban el elenco de actores. Las Varietés de Manolo Carrillo, con nótula 076 en Gente del Puerto, … El Teatro Wanden, instalado en la Plaza de la Pescadería, donde hoy se encuentra la barriada del mismo nombre, donde Pepe hacía de apuntador desde 'la concha' del escenario... Y 'El Divino Impaciente', que no llegó a representar por mor de una apendicitis aguda que sufrió de pequeño su primogénito Manolo.
Con su amigo, Luis Bellido Salguero, Coadjutor de la Parroquia de San Joaquín, conocido como el 'Padre Bicicleta' por usar este ingenio para desplazarse y por lo breve de sus misas, de escasos 20 minutos. Era Consiliario de Acción Católica. Cuando el cura fue destinado a San Dionisio a Jerez, Bellido le regaló la bicicleta a Morillo. En la foto aparece también Manuel Ortega.
EL MATRIMONIO Y CINCO MÁS.
Tras 10 años de noviazgo, el 11 de mayo de 1956 contrae matrimonio en la Iglesia Mayor Prioral con María Josefa Sánchez Delgado, actuando de padrinos por poderes de su gran amigo Manolo Lojo Espinosa que estaba de luto, Vicente Rodríguez Díaz y Maruja Lage Mesa, celebrándose el convite de la boda en La Antigua de Cabo. Lo casó un amigo, el sacerdote Luis Bellido Salguero, a la sazón, párroco de San Joaquín y después y durante muchos años y hasta su muerte, párroco de San Dionisio de Jerez. De su matrimonio, cinco hijos, Manolo, José María, María Victoria, Juan Luis y María Isabel. Y muchos nietos, algunos a los que no llegó a conocer, dado lo prematuro de su muerte, como ya hemos dicho, con 70 años. Su mujer, falleció tres años después, en 1996, cuarenta años después de la boda. (En la imagen, María Sánchez, quien sería la mujer de Pepe Morillo, en una fotografía cuya dedicatoria pone: "A mi novio, Pepe Morillo").
Una reunión en el restaurante 'El Resbaladero'. De izquierda a derecha: Morillo, Antoñito Castilla de la Papelería Pérez Pastor, Manuel Camacho Cala, capataz de Osborne, Paco Artola y Pepe Lojo Espinosa, del escritorio de Osborne. De pié, de izquierda a derecha, José Luis Caro 'Carito' funcionario municipal, Luis Márquez encargado de los Efectos Navales de José Agarrado Macías, José Luis Lojo Lozano y Paco García Máiquez, del Banco Central.
CASA LUCAS, CASA LAURO, LAS FERIAS.
Las reuniones de amigos, Casa Lauro y especialmente en Casa Lucas, todo un templo de la vinatería y lugar de encuentros durante varias décadas en El Puerto (Cayetano Vélez, con más de 90 años, vive en Madrid), era lugar asiduo cuando las obligaciones profesionales y las aficiones se lo permitían. Allí se veían Antoñito Castilla, Manolo Lojo, Kiliki, Juan Lara, Juan Sala, Tio Pé, y tantos y tantos, entre chiquitas y medias chiquitas de Fino Menesteo y partidas de mus. Gran afiicionado a la Feria y al sombrero de ala ancha, tenía entre sus preferidos a Menesteo, en forma de Fino. La feria es otra de las buenas costumbres que supo inculcarle a sus hijos.
PLAZA JOSÉ MORILLO LEÓN.
En 1999, una comisión compuesta por Guillermo Romero Rivas, compañero del desaparecido locutor en la Caja de Ahorros de Cádiz; Rafael Navas, Delegado de Diario de Cádiz y Manuel Borne Caraballo, Delegado de SER PUERTO, así como Manolo Morillo, en representación de la familia, presentó numerosos pliegos de firmas para que se rotulara una calle con el nombre de José Morillo León. La Comisión de Gobierno acordó, en junio de 1999 que una plaza llevaría su nombre en la confluencia de las calles San Juan y Postigo (detrás de la Iglesia Mayor).
ADENDA OCTUBRE 2014.
| En octubre de 2014 se rotuló en la calle Larga, sede de la emisora municipal Radio Puerto, el Estudio de Radio José Morillo León.
ADENDA. Noviembre 2019.
| La plaza José Lucas Morillo León fue inaugurada por el alcalde Germán Beardo acompañado de los hijos de José Lucas, a los 20 años del acuerdo de Comisión de Gobierno, el 16 de noviembre de 2019.
HOMENAJE Y PREMIO PERIODÍSTICO.
El Ayuntamiento de El Puerto de Santa María y UNICAJA instituyeron el Premio de Periodismo José Morillo León, cuyo objeto fue perpetuar la memoria de una generación de periodistas que, en circunstancias difíciles, hicieron de la comunicación un vehículo de acción social al servicio de los ciudadanos, y en especial a José Morillo León, como representante de los periodistas de la década de 1950-1960. El acto de entrega del premio dió comienzo con una semblanza del finado hombre de las ondas que da nombre al premio, a cargo de Rafael Navas Renedo, hoy Director de Diario de Cádiz. A continuación, el escritor y periodista Felix Bayón tuvo una intervención sobre el mundo de la información, titulada “La importancia de lo cercano”. El desaparecido Bayón era columnista de El Pais y Diario de Cádiz, así como tertuliano en el programa de “Hoy por Hoy”.
De izquierda a derecha: Evaristo Cantero, presidente de la Asociación de la Prensa, José María Sasián, Diector para Cádiz de Unicaja, Manolo Morillo, Braulio Medel, presidente de Unicaja y Felix Bayón. Noviembre del año 2000.
El Premio, entregado en noviembre de 2000 en el Auditorio Municipal de l Antiguo Convento de 'Las Capuchinas', correspondió al hoy periodista de El Mundo de Andalucía, Luis M. Fuentes, por sus artículos “Ismael Beiro” y “La herencia de Román”, publicados en Diario de Cádiz el 6 de agosto y el 25 de junio de 2000, respectivamente; así como por “Estética de la corrupción”, publicado en el desaparecido y pionero medio electrónico www.labahiadelmamoneo.com el día 1 de noviembre de 1999.? El jurado, estuvo compuesto por Félix Bayón; Lalia González-Santiago, hoy directora de La Voz de Cádiz; Modesto Barragán, hoy Delegado Territorial de Canal Sur en la provincia de Cádiz; Enrique Bartolomé, a la sazón consejero de Unicaja; y Javier Maldonado Rosso, director del Centro Municipal de Patrimonio Histórico, decidió por unanimidad otorgar el premio a Luis M. Fuentes por su "calidad literaria y periodística y por su libertad expresiva". Asimismo, el jurado valoró también la participación de Luis M. Fuentes en un medio tradicional como es la prensa, y en otro moderno, el electrónico; y en este caso que lo haga con su firma en una publicación anónima. El jurado de este Premio de Periodismo Radiofónico y Escrito "José Morillo León" acordó conceder un accésit a Juan Rincón Ares por su colaboración radiofónica titulada "Juan del Puerto (V)", emitida en Radio Puerto F.M. el 27 de julio de 2000, en la opinión del espacio “A la caída de la tarde”. En este caso, el jurado valoró la originalidad e ingeniosidad de esta colaboración.
Pepe Morillo y el pintor de la luz, Juan Lara con sus respectivas esposas, compartiendo mesa en una celebración. 15 de diciembre de 1963.
UNA VOZ QUE HIZO PUERTO.
A Pepe Morillo se le recuerda hoy en día, no solo por el tiempo que estuvo detrás de los micrófonos de Radio Puerto, la Emisora del Instituto Laboral, sino por la labor cultural y social que supo imprimir desde el otro lado de las ondas hertzianas a un Puerto de Santa María que empezaba a salir del oscurantismo cultural de una década, a pesar de todo, prodigiosa. Y tenía y ejercía como nadie, como no podía ser menos en alguien que interpretó muchas obras de Pedro Muñoz Seca, lo que el comediógrafo vino a denominar, ‘el humor portuense’.
LA VOZ DE PEPE MORILLO.
“El domingo pasado se cumplieron ocho años desde que nos dejara el inolvidable portuense de nacimiento y de corazón Pepe Morillo, y aún hoy permanece viva su imagen y su palabra.A veces, la sociedad es injusta con sus propios miembros, y se tarda tiempo en reaccionar. Cuando nos damos cuenta ya es tarde, y habremos perdido en el trayecto multitud de conversaciones y vivencias con esos seres de cualquier manera irrepetibles. Pero la vida es así. Conocí a Morillo cuando apenas contaba siete años. Mi padre, por entonces profesor del Instituto laboral, me llevaba con cierta asiduidad al gallinero del centro educativo y leía, a través de la imaginativa Radio Puerto, a cuyo frente se encontraba Pepe, sus cuartillas-conferencias sobre tal o cual episodio de la geografía o la historia. Allí, junto a las estrellas, en ese paraíso cierto de los hombres buenos, os recuerdo con cariño.
En los difíciles años sesenta, una generación de portuenses con coraje, supisteis estar a la altura de las circunstancias. Y a través de tu voz, Pepe, fuisteis esparciendo ese clima de tolerancia y respeto que tanto hacía falta. Hoy, casi cuarenta años después, los portuenses estamos recogiendo los frutos que, con mimo y mucha paciencia, sembrasteis. Cuando cada sábado acudo a practicar deporte en las inmediaciones del precioso paseo, junto al Guadalete os imagino apoyados en esa barandilla algodonosa de las nubes a José Luís Tejada, a mi padre y a ti. Desde allí seguiréis practicando vuestro deporte favorito. Y tú, con esa gracia andaluza que llevaste con tanta soltura, continuarás recitando poesías, representando obras de teatro y haciendo vibrar, en definitiva, esa voz que acompañó a los portuenses en tantos y tantos momentos.
La última vez que hablé con Morillo fue en la primavera del 92. En la Plaza del Polvorista, con su andar cansino, su eterno abrigo y su entrañable sonrisa me contó como iba tirandillo por la vida. A pesar de sus problemas de salud, a los que trataba de tú y los dejaba entrar en casa, seguía ejerciendo el magisterio de su cordialidad y generosidad. Y con paciencia, con mucha paciencia contaba, entre anécdotas y chascarrillos, su peculiar forma de ver El Puerto. Cuando en estos días se habla en El Puerto, de la próxima construcción de un teatro, recuerdo con emoción a esa avanzadilla de la que formaste parte Pepe, en ese ahora inexistente Teatro Principal. Seguro, que desde donde te encuentras, tertuliarás con otros portuenses ilustres, sobre la conveniencia de una y otra opción. Y en el fondo te sentirás satisfecho, porque sabes que con tu notable aportación somos muchos los portuenses que hoy amamos el teatro y que como consecuencia de ello, reivindicamos un espacio escénico en nuestra ciudad.
Espero con anhelo que pronto se lleven a buen término las intervenciones urbanísticas que hagan posible que tu plaza sirva de descanso a todo aquel que se atreva a subir la calle San Juan. Que como diría un poeta portuense: Calle San Juan arriba/ de tanto quererte tanto/ cuesta abajo se me hacía. Y todo ello, porque sin duda, me encuentro entre los portuenses que estamos en deuda con esa generación a la que perteneciste y que por siempre permanecerá en nuestra memoria”. Enrique Bartolomé, Jr.
Como buena porteña, y viviendo fuera desde el dia que decidí casarme (aúnque por supuesto me escapo cada vez que puedo),me llena de felicidad el leer estas páginas con referencia a mis gentes y mi Puerto
Me parece de maravilla que se le hallan dedicado una a Morillo, yo desde pequeña lo conocia, me saludaba, una sonrisa y un "adios rubita" , yo le contestaba, adios "Murillo".
Mas adelante estuve trabajando con él en la caja de ahorros de Cádiz, la verdad es que fué una buenisima experiencia , trabajaba a tope, no paraba, serio, pero simpático, me apreciaba mucho, los compañeros eran Abelardo Gil y Guillermo Rivas
muy buena gente también, a veces se acercaba Fernando Arjona hijo a echar una mano,¡que tiempos¡ .
Recuerdo que alguna vez llevaban a un niño,pequeño, pero con unos ojos enormes muy abiertos siempre, como queriendo ver más de lo que se veia, no se me ha olvidado esa mirada, ese niño era el hijo mayor de Pepe Morillo.
Un abrazo a todas mis gentes.
Conchita.
ULTIMA CHARLA CON MORILLO
Querido Pepe:
Las cosas que calan hondo, como tú sabes, no se olvidan jamás; permanecen siempre en este rinconcito del alma, y muchas veces salen a flor: en un encuentro, en una charla, en una evocación.
O, como ahora, en tu ida definitiva.
Cuando me llegó la noticia, y tras pedirle a nuestra Virgencita de los Milagros que te propiciara el viaje, me han venido a la realidad de hoy, día de tu despedida, tantos de esos recuerdos sumergidos y tantas veces traídos a la superficie. Esos recuerdos con los que podría abocetarse un retrato de tu persona: la insobornable alegría, aunque a veces viniera un poco enmarcada por el dolor, que no siempre se puede éste tapar del todo; tu proverbial sentido del humor, incisivo pero sin malicia, ingenioso, rápido en la respuesta; tu atención generosa a los demás, tu entrega incondicional en tantas y tantas buenas empresas; tu fatalista optimismo: charlar contigo, verte simplemente, era ya una incitación a la alegría.
Nuestra amistad arranca de los primeros tiempos de mi llegada a El Puerto, este Puerto que hemos compartido en amor y en crítica; que la crítica es también una forma de amor. Desde nuestro primer encuentro en la Feria, con aquella broma desconcertante que sólo en estas latitudes puede darse, no sólo como broma, sino como base de una larga amistad. Tu interpretación de Don Pero, en aquella inefable representación en el Teatro Principal de “La Venganza de Don Mendo”. Nuestra convivencia entre papeles y micrófonos en aquel atrevido y familiar “Radio Puerto de Santa María, Emisora del Instituto Laboral”, compartiendo prisas, improvisaciones, apuros, bromas...
La brevedad de una cuartilla no permite recoger tantas y tantas evocaciones, como ahora se me agolpan, de tu persona y de tu sonrisa.
Sólo unos días atrás, cuando te encontré en la calle Luna y te dirigí ese falso halago que se nos suele hacer a los jubilados, celebrando, entre la compasión y la envidia, al vernos dedicar nuestro tiempo a ocioso y reposado paseo, me respondiste, fingiendo malhumor:
--¿Paseo?. ¡Tomando mi medicina!.
Ayer, a la salida de la Prioral, le di a tu hijo, a quien quiero doblemente, por alumno mío y por hijo tuyo, le di un abrazo muy fuerte. Bueno, para él, sólo medio. El otro medio era para ti.
MANUEL MARTÍNEZ ALFONSO
Publicado en Diario de Cádiz el 12 de julio de 1992
En la foto del Dato, Manolo junto a Pepe Arjona es Manuel Jurado Atalaya.
Hace mucho que, no por falta de ganas, sino por razón de ineludibles obligaciones, no me asomaba a estas páginas; hoy me encuentro con la memoria de "Morillo", me refiero a él así, de forma enormemente cariñosa porque para mí fue, siempre, simple y llanamente, el hermano pequeño de mi padre (Eloy Fdez. Moro), así le gustaba a él autodefinirse: "Eloy, me decía, yo soy el hermano chico de tu padre; tu padre es "moro", yo "morillo".
Lo conocí cuando comenzó "Radio Puerto de Santa María, Emisora del Instituto Laboral" (atención, no doy puntada sin hilo, "Puerto de Santa María sin el incómodo "El", como el lo radiaba varias veces, recalcando las consonantes, sobre todos las erres y las eses ), yo curse mis estudios de enseñanza media en aquel magnífico centro, en el que Morillo era uno más de la casa; participé en concursos para estudiantes, entrevistas y algunas otras cosas más que Morillo organizaba con D. Enrique Bartolomé, para estimular el estudio y el trabajo de los alumnos de Laboral. A D. Joaquín Calero y a la afición a la radio del padre de éste, se debió la creación de aquella emisora; se recibían controles de todo el mundo, que eran comentados en el Centro por profesores y alumnos como un logro de la tecnología y los “brujos” que la manipulaban.
Morillo, persona entrañable dónde los hubiera, merecía la consideración y el aprecio, ganada a pulso, de todos los corazones templados del Puerto y hasta de los menos templados; yo le oí una frase a un porteño, ya fallecido, cuando estábamos comentando, por pura casualidad "lo del moro y el morillo", que eran dos personas hermanadas por algo más. "Eran amigos hasta de sus enemigos".
Con posterioridad lo traté a diario en la Caja de Ahorros, desde los quince años, hasta su marcha; jamás le conocí un mal gesto ni una mala expresión, ni en su rostro, ni de su boca, le tuve un gran respeto y una gran admiración. Era un enamorado de la cultura, de lo popular, un convencido de sus ideas y un gran cristiano.
Morillo, desde aquí, y donde quieras que estés, si es que existe otro lugar aparte de nuestra memoria (en la que te guardo como referente, como una gran persona que formó parte positiva de mi vida); hasta luego, nos vemos, un fuerte abrazo. Tu “sobrino” Eloy.
José Lucas, --que no se llamaba así porque frecuentara Casa Lucas, sino porque a su señor padre y a su señora madre les dio la gana y porque el cura que lo bautizó así le puso--, era una persona entrañable. Era mi vecino de enfrente en la calle San Juan. Vivía en una preciosa casa --que aún existe y donde vive su hija--, con unos magníficos bluendes coronando el pretil de la azotea. Esposo y padre ejemplar, ingenioso y gran conversador, periodista radiofónico, rapsoda, actor de teatro aficionado y mejor persona.
Me ha hecho gran ilusión verlo en esta galería de Gente y habitantes de El Puerto. Se lo merece por derecho propio. Fue siempre un portuense inquieto por todo lo que ocurría y por el devenir de esta ciudad, a la que tanto amaba. Fue siempre solícito cuando era requerido para algo en beneficio de El Puerto y de los portuenses.
Por otra parte, debo recordar, desde aquí, al Ayuntamiento la deuda que tiene contraída en su memoria. A ver si tiran ya de una vez la casa de Victoriano y las fachadas de la casa de trato de la calle Postigo y le ponen la Plaza con su nombre.
Saludos a Manolo y Jose Maria, un merecido reconocimiento a vuestro padre y un honor para los que de alguna manera tuvimos la suerte de conocerle.
Pasear por El Puerto, de la mano del "Señor Morillo" era siempre una aventura. Imposible dar un paso sin que alguno de sus muchos amigos le dedicase unas palabras. Mientras tanto una, esperaba algo desesperada viendo que se acercaba la hora de comer y no habíamos salido de la Plaza de la Iglesia; ¡era imposible que todo el mundo lo conociera!... Los paseos por el Parque, la Ribera, el viaje a Cádiz en el vaporcito, la vueltecita por la playa de La Puntilla, eran muchos de los momentos que compartimos, inolvidables recuerdos de infancia.
La silueta a lo lejos, de un hombre con gabardina y un periódico bajo el brazo, anunciaba la llegada del Abuelo Pepe. Acto seguido se montaba todo un dispositivo para su recibimiento: el sillón de la casa, un platito con avellanas de los toros, una copita de fino y un séquito de nietos esperando la entrada triunfal para abalanzarse sobre él.
Con el paso de los años una se da cuenta de la importancia que adquieren las personas que nos rodean durante nuestra niñez. La alegría de vivir, la motivación para ayudar a los demás, el cariño y respeto para y por sus amigos… y sobre todo el sentido de la familia y la facilidad para hacer feliz a las personas le rodeaban, son valores que orgulloso llevaba por bandera.
Al ver el cariño que desprenden los comentarios de personas que le conocieron u oyeron hablar de él, me siento más afortunada de haber podido compartir esos paseos por El Puerto agarrada de su mano.
Yo también tuve la dicha de conocer a Pepe Morillo, un poco tarde desde luego, ya que lo conocí y traté en su última década de vida.
Y le puedo asegurar a José Prudencio que no está nada equivocado referente a las pistas que le dá la genética de José Mª Morillo para hacerse una idea de cómo fue su padre.
Sin ir más lejos, hará cosa de tres meses conocí personalmente a José Mª Morillo, quedé impresionada al comprobar el gran parecido -que no físico por supuesto, que todo hay que decirlo- con su padre; los mismos ademanes, las mismas atenciones, la misma cordialidad....e incluso me atrevería a asegurar que el mismo timbre de voz también.
Recuerdo que en uno de "mis veranos", a mediados de los ochenta del siglo pasado, Pepe Morillo nos recomendó a mi marido y a mí que fuéramos a visitar el castillo de San Marcos ya que, abrían por primera vez sus puertas con visitas guiadas. Unos dias más tarde nos encontramos en la calle, le faltó tiempo para preguntarnos que si habíamos ido y qué nos había parecido, respondiéndole yo que, sinceramente me había quedado un poco decepcionada con lo que nos habían enseñado (la antigua mezquita y la torre del campanario), y que me esperaba algo más. Muy puesto, nos contestó él que, tiempo al tiempo ( como asi ha sido, hoy en día se pueden visitar más dependencias) y, que si lo que esperaba también era encontrar moros, que ya nos podíamos conformar con un !Morillo!- o sea él- que podríamos contar con él para todo lo que nos hiciera falta.
Podría seguir relatando más vivencias personales en este corto período de su vida, a cual mejor, seria inteminable.
Como podrán comprobar, he tardado en conocerlo y puedo presumir de haberlo conocido.
Don Luis Bellido, que siempre usaba bonete y fue Coadjutor de San Joaquín –el párroco lo era don manuel Salido–. Don Luis fue Coadjutor, hoy se le llama Vicario. Fue consiliario de Acción Católica y le tenía declarada la guerra a la Congregación Mariana; tras su marcha se ‘firmó la paz’, con un campeonato de ping-pong, jugado en las sedes de amabas instituciones, organizado por la Congregación y que fué ganado por Acción Católica. En la entrega del Trofeo, en la Congregación (Santa Lucía, 28), Luis Almansa lo recibió como ganador y lo donó a la Virgen de la Congregación. El organizador del Campeonato fue el congregante Paco Vaca, tío de Jesús Vaca, empleado de Impulsa El Puerto.
“…Y en los recuerdos, Casa Lucas, que yo creo tenía vinos hasta en el pozo, y, si no, como veía yo que a Pepe Poquet, que vivía en los altos les subían algo en la cubeta. Pero de Casa Lucas y su famosa “Peña”, presidida por mi hermano Paco, con secretarios de “plenos poderes” –otra vez estos dos Manolos–: Manolo Lojo y Manolo García, ¡Ay! Manolo García, tendrán que escribir otros, es larga la cosa, muy larga y habrá que ventilar sus actas de reuniones en las que hay “materias” para unas cuentas comedias al estilo de nuestro paisano Muñoz Seca. Y en casa Lucas, los Castillita, Manolo Nieto (q.e.p.d.), Morillo, don Ramón Pico y tantos, de los que habría que comentar tantas aventuras como las que se cuentan en el Quijote…”
Esta breve transcripción literal de uno de los fragmentos del libro “Mis Memorias” del pintor de la luz, Juan Lara nos retrotrae a un pasado que refleja con luz meridiana la amistad y afecto que se profesaban “sus señorías”, todos integrantes de la “Peña” Casa Lucas, de la que felizmente formaba parte Pepe Morillo.
Abundar en el comentario sobre Casa Lucas, es como una reflexión sobre las necesidades que actualmente detecto en nuestro pueblo y que también el autor de esta web ha dejado su impronta con varias pinceladas. Sin ir más lejos, posiblemente el más importante, el de la falta de comunicación está impidiendo narrar ocurrencias, como las referidas por Juan Lara sobre Pepe Poquet, Tío Pe en su “Peña”, la misma que la de Pepe Morillo y la de tantos amigos, la de Casa Lucas…
Me gustaría aportar otro comentario. Uno ya es talludito, pero recuerdo desde niño a Don Luis Bellido como párroco de San Dionisio en Jerez de la Frontera. Si casó a Pepe Morillo en 1956, no me extraña que no tardara mucho en ser destinado a esta ciudad hermana. Por lo visto el apelativo "bicicleta" se lo trajo para Jerez aunque también aquí era conocido como el Padre Carrerilla por la brevedad de sus misas con comunión incluída. Recuerdo que la misa era a la una del mediodía y que despues de cumplir con el precepto dominical nos desperdigábamos en otra liturgia profana, primero con nuestro padres y posteriormente (más mayorcitos) con nuestro amigos por LA CRUZ BLANCA, BAR JUANITO, LOS CARACOLES o EL BOMBO. Todos estos establecimientos estaban a tiro de piedra de la preciosa iglesia mudéjar. No me extrañaría que con la amistad que profesaba Pepe Morillo al adusto sacerdote, alguna vez se acercara por Jerez y cumpliera con los citados ritos religioso y civil. Por cierto, hace pocos días estuvo su hijo José María Morillo en el BAR JUANITO en su conocida nueva ubicación de Pescadería Vieja.
Cuando le llegó a José Lucas una carta firmada por el General Agustín Muñoz Grandes, en la que le comunicaba el fallecimiento de tu tío Manolo en el frente Ruso, traía como documentación adjunta unos papeles en Alemán. Tu padre habló con Wolfang Novack, alemán que trabajaba en Terry para que le tradujera la documentación, en la que venía información sobre las circunstancias del fallecimiento o de la batalla. Ese alemán, por cierto, estuvo casado con una porteña.
¡TU PADRE, MI INOLVIDABLE AMIGO! EN LA FOTO DEL RESBALADERO, EL DE ARRIBA A LA DERECHA, CON HERMOSO BIGOTE, ES FRANCISCO GARCÍA MAIQUEZ, ALTO EMPLEADO DEL QUE FUERA BANCO CENTRAL. MANOLO
No tuve la oportunidad de conocer a Pepe Morillo, pero conocer a José María Morillo Sánchez me da muchas pistas. Su educación y la presencia de la genética se percibe sin ningún género de dudas. La nótula es maravillosa y lo que más me sorprende es como Susana (mi compañera) conoce a todos los que aparecen en las fotos antiguas a pesar de estar fuera de la ciudad porteña hace más de 35 años. Algunos incluso dice que fueron pretendientes. (Como se entre que he dicho esto me mata).
Por otra parte, José María me ha desvelado un misterio. Cuando llego a casa a comer un poco tarde me dice: (sic) Hoy vas a comer pero el próximo día te vas a ir a la Fonda de Bartolo. No tenía ni idea que existiera ese lugar en el que comía Pepe Morillo. En el día de hoy le envío un recuerdo afectuoso a ese porteño que dejó huella.
Recuerdo a Pepe Morillo en el colegio de La Salle, donde estudiaron sus hijos y mi hermano.
En cuanto a las fotografias me he alegrado de ver a muchos conocidos, pero un recuerdo especial para Don Fernando Arjona Cía y un saludo a sus hijos.
Yo lo conocí cuando desarrollaba su actividad profesional en la que fue Caja de Ahorros de Cádiz, hoy Unicaja, donde atendía con gran amabilidad, sencillez y humildad a los clientes que nos dábamos cita en la entidad bancaria.
Ser referente de la lucha por la libertad de expresión como timonel del primer vínculo de comunicación social de El Puerto a través de las ondas en una época bien distinta al actual, además dando su vida entera en pro de la cultura y solidario con todas las causas importantes de su pueblo, entre ellas el trabajo altruista que realizaba en la Academia de Bellas Artes, haciendo feliz a muchos niños desfavorecidos, como recuerdo los juguetes que entregaba el mismo día de Reyes en el patio del Instituto laboral y, sobre todo, ejemplo para posteriores generaciones, la figura de José Lucas Morillo León se merece más que una plaza con su nombre.
Parafraseando a su gran amigo, excelente, querido y admirado profesor Enrique Bartolomé en unas de sus recordadas intervenciones en Cruzados, dejo a los lectores de GdP la iniciativa. Me limito a lanzar la idea con el deseo de que no caiga en el vacío. Ignoro el eco que tendrán mis palabras, entre tanto vayan con ellas todo mi respeto, mi admiración y mi homenaje a un porteño muy entrañable que rezumaba “EL ESPÍRITU DEL LABORAL”, por todos los poros de su cuerpo.
Qué decir. En cultura e información nunca se le agradecerá bastante el fuerte impulso que dio a El Puerto. Todo un ejemplo.
Gracias a él "heredé" no pocos amigos de mi padre, tras fallecer éste. Cuando coincidíamos en algún acto público, él era el encargado de presentármelos.
Inolvidable. Ya echábamos de menos esta nótula en gentedelpuerto, pero es de entender el tiempo de espera. Ha merecido la pena.
No me salen palabras para describir a Pepe Morillo, buena gente y mejor persona. Aún recuerdo aquellas obras de teatro que montaba en los salones de la Iglesia de San Joaquín.